

Chihuahua, Chih.
«...todavía no se ha muerto el rey, no tiene por qué llegar el rey, todavía nos quedan dos años, todavía no es tiempo de la sucesión, entonces, que sean respetuosos»: Maru Campos.
¿Qué magia o embrujo tiene el cargo de presidente de un partido, así sea estatal, o municipal? ¿Qué cosa tiene que marea a quienes lo ocupan?
De repente, sin forma alguna, sin recato alguno quien, antes de ascender a ese puesto, se comportaba con la ‘normalidad’ que pueden poseer los integrantes de la clase política, y al malvado influjo del presupuesto partidario, decide promoverse personalmente como seguramente alguna vez soñaron: Con grandes espectaculares, en todos lados; que inunden la vista, que todos sepan, en este caso, que represento al más elevado valor del machismo chihuahuense: Aquí nadie se raja.
Más paradojas: Quien aparece en los anuncios, origen del presente comentario, -antes en varias bardas en Juárez- no es alguno de los típicos rancheros chihuahuenses; no, es una mujer, la presidenta del partido gobernante en Chihuahua, Daniela Alvarez.
Ahora no puede hacer la maniobra efectuada por los candidatos de la pasada elección, y los de la anterior, de los de antes y, todos; de achacársela a alguna publicación -digital o impresa en papel- de medio pelo que le ofrecieron al (la) protagonista difundir su entrevista, que al cabo ‘no violamos ninguna regulación electoral’ y ahí ‘estarás a la vista de todos’.
Y podrás decir que los representas a todos.
No, porque están financiados por las prerrogativas del PAN.
Enseguida, con una rara frecuencia, los dirigentes que se promueven de esa manera, aparecen en el primer lugar de las listas ‘plurinominales’ y así hasta pueden abandonar el cargo partidario, -que otro se encargue del trabajo, yo me ‘voy a representar a la patria’.
No de otra manera se comportaron los dirigentes nacionales del PAN y del PRI, Marko Cortés, del PAN, y Alejandro Moreno, del PRI.
Ahora despachan desde sus respectivas curules, el primero en la de los senadores y el segundo, en la de Diputados.
Ausente la democracia interna de los partidos, hasta del PAN chihuahuense, que era uno de los que más frecuentemente recurrían a la elección interna (la última fue en la elección de la actual gobernadora), los grupos dirigentes se ‘reservan’ espacios y cargos.
Por tanto, si no hay elecciones democráticas, entonces los dirigentes ‘reales’, es decir, los gobernantes (por aquello de que el mejor cemento es el presupuesto público, aunque alguno de los ideólogos priistas de todos los tiempos, lo decía mejor: Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error), adquieren poderes casi sobrenaturales y ahora, además de sus responsabilidades gubernamentales ejercen la de dirigentes partidarios.
Para desgracia de todos, en los partidos de la 4T tampoco hay democracia interna.
Superan, incluso, si se puede, las prácticas antidemocráticas de sus adversarios, solo que las revisten de unas muy «democráticas» encuestas y otras no menos ‘democráticas’ ruletas, que son la viva voz del «pueblo bueno sabio».
Nada que se asemeje a una elección para designar a sus candidatos y dirigentes.
N’ombre si hasta en los modos Morena se parece al PRI de antaño. En éste, algún ilusionado con uno de los cargos en disputa, era llamado por el dirigente del partido y éste, palabras más o menos, le decía -Po’s fíjate que saliste mal en las encuestas.
Y ya, a otra cosa.
Lo más peor, diría el ranchero, es que en el presente caso, la susodicha recibió una reprimenda de la gobernadora, pues no de otra manera se pueden interpretar las frases lanzadas por Maru al saberse de la aparición de las primeras bardas pintadas en favor de Daniela, quien, aparentemente, aspira a la candidatura al gobierno de Chihuahua ¿Será?: «Fíjate, no había escuchado de Daniela…».
Le soltó -a ella y a todos los suspirantes- dos o tres lineamientos: Los aspirantes, primero, deben «tener resultados. Para ser, hay que parecer, más que parecer, hay que serlo»; … «Tiene que tener una lealtad a la organización, a la institución a la cual pertenecemos. Nada de golpes bajos o alianzas con enemigos políticos, porque la gobernadora se entera de todo».
¿Qué sabrá Maru de los suspirantes, de los suyos? ¿Acaso no se presumía de una unidad inquebrantable al interior del grupo gobernante de Chihuahua?
«… nada de golpes bajos, (deben) tener lealtad hacia las autoridades del partido y a las autoridades de gobierno, que hoy conformamos el sistema del PAN… No es tiempo de la sucesión, sean respetuosos». (Nota de la redacción, El Diario, 30/9/25).
Maru no estaba jugueteando con las frases.
Les pidió a los aspirantes respeto a la investidura de Gobierno del Estado, específicamente a la gobernadora, porque «todavía no se ha muerto el rey, no tiene por qué llegar el rey, todavía nos quedan dos años, todavía no es tiempo de la sucesión, entonces, que sean respetuosos». (Ibídem).
Parecía que eran, solamente, unos espectaculares financiados con las prerrogativas del PAN.
No, hay más que eso, incluso hasta la posibilidad de que algunos, como está ocurriendo frecuentemente en el país, estén pensando en trasladar sus cuitas, alegrías y cargos… al morenaje.
¿Cuántos se saltarán las trancas?
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