Sobre la Madre Tierra ¿enseñorea la avaricia?

Sobre la Madre Tierra ¿enseñorea la avaricia? 24 de agosto de 2019

Dr. Gerardo Arturo Limón

Chihuahua, Chih.

Así como se reconoce que al Amparo de la mujer sabia la vida prospera y que cuando solo se atiende la voz del egoísmo y la avaricia como si fueran dos colmillos de una serpiente que inoculan  a la humanidad su veneno, la vida acaba, nunca antes la naturaleza nos ha dejado ver con mayor claridad  como hoy en La Amazonia, que no hay mañana sin sabiduría en nuestro actuar hoy.

Es tiempo de luchar por la salvaguarda planetaria en la selva tropical de esta vasta región que es santuario de vida, ya sea en sus culturas milenarias, su diversidad biológica y su aporte a la Sustentabilidad Planetaria; a nadie puede serle ajeno ese drama que sufre hoy La Amazonia que, como el aire que nos es común, al respirarlo nos ha de unir a todos.

SALVAR A LA AMAZONIA, ES DAR POSIBILIDAD DE VIDA A LA HUMANIDAD. G.A.L.D.

 


DE DONDE SURGE EL AMOR

Fue en 1992 cuando la vida me dio la fortuna de recorrer una parte del río Amazonas en la zona de la confluencia de los ríos Negro y Salimos. Me asomé apenas en las reminiscencias de un Manaos que mostraba su esplendoroso teatro de nombre justamente Amazonas,  vestigio de su auge en la época de la explotación del caucho.

Navegué en algunas de las afluentes del Amazonas, observando como japoneses pescaban pirañas y me di cuenta de la capacidad de advertir los desastres que tienen desde tiempos inmemoriales las hormigas que entonces y aún hoy me parecen muy superiores a las de algunos humanos que se meten a construir en los lechos o márgenes demasiado próximas al cauce de los ríos, mientras que las hormigas, sabedores de las elevaciones de la corriente no ponen a ras de tierra sus hormigueros sino en los troncos de los árboles a alturas de diez u ocho metros, sabedores que el máximo de creciente apenas rebasará los seis.

 

Fue un viaje fugaz, entraba por Manaos a Río en 1992 a la Cumbre de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas como representante de México por el sector No gubernamental.

Fue breve casi fugaz como digo pero una escuela permanente, al igual que Iguazú Falls, las Cataratas de Iguazú, por donde salí, estos tres espacio junto con Sao Paulo me dejaron el aprendizaje de la fuerza de una nación como es la brasileña poderosa en la vida en su gente, solo sojuzgada por la incapacidad política como la mostrada por su mal presidente de apellido Bolsonaro, hombre  de manifiesta avaricia y egoísmo que ha hecho que se incrementen en un año  incendios hasta en un 247% (se señala que entre el 1 de enero y el 18 de agosto se han registrado 71,497 focos de incendios en el país y un 52,5% de ellos se sitúan en la región amazónica).

Esto es una tragedia ambiental de dimensiones más que nacionales, hemisféricas y mundiales.

Brasil no merece esta realidad que puede ser corroborada en su dramatismo por el testimonio dado por el fotógrafo Araquèm Alcàntara en su artículo “Amazonia, sin palabras: “Así no habrá más país”

“Mi indignación no cabe en Instagram. Mi arma es la foto. Mi oxígeno es la fotografía”, escribió Araquém Alcántara el 18 de agosto en su perfil oficial de Facebook. Junto a sus lapidarias letras dejó la imagen más dolorosa que ha captado su lente por estos días: un oso hormiguero, indefenso, huyendo de las llamas que se propagan por la Amazonia hace más de 18 días.

En un video publicado el 20 de agosto, el fotógrafo brasileño contó cómo el oso llegó hasta él, cuando registraba las devastadoras imágenes que ha dejado el fuego en la zona: “Salió arrastrándose a través de las llamas cerca de una carretera. Este Tamanduá-mirim estaba ciego y con terribles quemaduras en su cuerpo. Sin palabras”.

Alcántara denunció a través de las redes sociales:

Estuve allí y lo vi. Y fotografié. Soy testigo ocular. La Amazonia es mi matriz creativa. Ya fueron más de cincuenta viajes y expediciones. No en avión, sino caminando, con la mochila en la espalda, en barco o en coche. Ya subí el Pico de la Neblina dos veces, ya pisé donde nadie pisó, he hecho cuatro libros sobre el bosque y su pueblo, ya gané Premio Jabuti, he publicado cientos de reportajes durante 49 años de periodismo y fotografía. Y ahora, con los recientes acontecimientos estoy lleno de rebelión. Es preciso elevar el tono. 

La intensificación de la deforestación es real, es evidencia objetiva hecha por satélites. Y “el tipo” dice que los datos no son reales, que no necesitamos dinero extranjero. La deforestación libre es lo que quiere. Así, como dijo el poeta Carlos Drummond de Andrade: “no habrá día siguiente… el vacío de la noche, el vacío de todo será el día siguiente”. Así, no habrá más país.”

Cierro aquí esta reseña de un hombre que ha visitado casi medio siglo en ese maravillosos país conociéndolo y que al igual que a mí, que sólo pasé unas semanas en él, me duele, como ha de dolernos toda injusticia y atrocidad doquier que se cometa.  


REFLEXIONAR Y ACTUAR ES LA TAREA

Hace unos días, con motivo de recordar la fecha del 13 de agosto, del que habría sido su 93o aniversario, pensaba en el Comandante Fidel Castro y su sabiduría en torno al tema ambiental, en el cual nuestro pensamiento era más  que afín, diría altamente coincidente.

Como un tributo a la trascendencia de él como un soldado de las mejores ideas,  presento aquí su discurso que escuchamos todos con atención en  Río Centro en el mes de junio de 1992 al asistir a la Cumbre de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en mi opinión como muchos de sus discursos altamente premonitorio de la crisis medioambiental que ya estamos viviendo,  

Así lo expresó: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre.

Ahora tomamos conciencia de este problema cuando casi es tarde para impedirlo.

Es necesario señalar que las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ellas nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azotan a la inmensa mayoría de la humanidad. Con solo el 20 por ciento de la población mundial, ellas consumen las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo.

Han envenenado los mares y ríos, han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos catastróficos que ya empezamos a padecer.

Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un orden económico mundial injusto.

La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo y la pobreza constituye una violación flagrante de la ecología. Decenas de millones de hombres, mujeres y niños mueren cada año en el Tercer Mundo a consecuencia de esto, más que en cada una de las dos guerras mundiales. El intercambio desigual, el proteccionismo y la deuda externa agreden la ecología y propician la destrucción del medio ambiente.

Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre.

Cuando las supuestas amenazas del comunismo han desaparecido y no quedan ya pretextos para guerras frías, carreras armamentistas y gastos militares, ¿Qué es lo que impide dedicar de inmediato esos recursos a promover el desarrollo del Tercer Mundo y combatir la amenaza de destrucción ecológica del planeta? 

Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo. Gracias.”

Fidel Castro Ruz