Semejanzas PAN-Morena
Sin Retorno

Semejanzas PAN-Morena 30 de septiembre de 2018

Luis Javier Valero Flores

Chihuahua, Chih.

Los periodistas gozarán de una libertad como no la han tenido nunca, anunció Javier Corral en su toma de protesta en el muy lejano octubre del 2016.

Parodiándolo, se le podría aplicar a los integrantes del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) una cosa parecida: Gozarán de una crítica como no habían recibido jamás.

Sus acciones serán severamente enjuiciadas y las críticas provendrán, por lo menos, de tres flancos: Primero, el de sus adversarios políticos e ideológicos; segundo, el de los ciudadanos poco identificados con Morena, pero sí con López Obrador, o de los ciudadanos en general no identificados con partido alguno, pero pendientes del comportamiento de los nuevos gobernantes; y en tercer lugar, del amplio abanico de la izquierda social.

Pero en cualquiera de los casos, la vigilancia ciudadana se ejercerá, diríamos que hasta salvajemente, a consecuencia de las muy elevadas expectativas despertadas por su líder, Andrés Manuel López Obrador.

No mentir, no robar, no traicionar, son las consignas lopezobradoristas que sintetizaron el código de ética que los morenistas pondrían en vigor al llegar al poder.

A su vez, la ciudadanía, harta de los partidos políticos y sus “enjuagues”, de los arreglos en lo “oscurito”, de las componendas de la clase política para repartirse el poder, se ha convertido en una auditora en tiempo real que critica de inmediato todos los actos de gobierno, de todas las fuerzas.

De ahí, entonces, que los nuevos gobernantes emanados del “morenaje”, deberán poseer y desplegar una nueva forma de actuar políticamente; están obligados a poner años luz de distancia de las viejas, anquilosadas y repudiadas prácticas de la clase política a la que derrotaron (bueno, ya lo sabemos, fue el tsunami pejista el principal responsable de ello) el pasado 1o. de julio.

De esas dimensiones es la confianza y la esperanza depositadas en los morenistas.

Están obligados a cumplir tales expectativas.

No es una tarea fácil, la capacidad seductora del ejercicio del poder es inconmensurable. No pocos destacados opositores del viejo régimen y renombrados integrantes de la izquierda han caído presa en el pasado de tales cantos, cual si fueran de legendarias sirenas.

Ejemplo de ello es la inmensa mayoría de la dirigencia del PRD, al cual abandonaron todos sus liderazgos emblemáticos, y los ex presidentes nacionales, con la excepción de quienes conforman los grupos políticos internos jefaturados por Jesús Ortega (Los Chuchos) y Amalia García.

Llegaron al extremo de firmar el Pacto por México, enorme baldón para la izquierda mexicana, en el ámbito nacional, y de formar parte del séquito político que respaldó a César Duarte, en el local.

Con ello, sepultaron al mayor partido de la izquierda mexicana jamás construido, incluso por encima del ahora gobernante Morena, que aún está en construcción.

Las tentaciones para el morenismo no son menores, y quizá no tanto por los favores que reciban de las otras fuerzas gobernantes -porque son pocas las entidades en las que no son mayoría los morenistas-, sino las provenientes del ejercicio del poder.

Es entonces en donde deberán -deberían- mostrar sus fortalezas.

Algunos de sus hechos locales más recientes concitan tremenda preocupación.

Recreémoslos.

Desde 1983 existe el bipartidismo electoral en Chihuahua, expresado en términos de verdadera competencia electoral. Durante más de 3 décadas priistas y panistas se disputaron todo en el estado. Claro que esa competencia produjo algunas importantes ventajas para el desarrollo político y económico de Chihuahua, pero en el momento de rendir cuentas a la sociedad, dieron origen al más ramplón trueque político: “Tú me apruebas la cuenta pública de Juarez y yo la de Chihuahua”, o al revés, según fuera la fuerza que gobernaba uno y otro municipio.

Igual ocurría en la designación de las comisiones y direcciones del Congreso del Estado; en los organismos autónomos “ciudadanizados”, en la de magistrados y jueces del Poder Judicial; en los organismos electorales, etc.

En Chihuahua, que la clase política local presumía que era el “laboratorio” político del país, también se pervirtió, por los partidos políticos, el intento de “ciudadanizar” los organismos autónomos y, por supuesto, el de profesionalizar al Poder Judicial. Se profundizó el reparto de las cuotas partidarias.

Lo sucedido en el Congreso del Estado, durante toda la semana, y particularmente en la sesión del jueves, nos lleva a la conclusión que, por desgracia, aquella situación se repite ahora, pero con la sustitución de uno de sus protagonistas: Morena ha suplido al PRI en los arreglos cupulares, algunos de ellos por encima de la ley, que en el pasado reciente fueron rechazados y criticados ásperamente por sus dirigentes, legisladores y militantes.

Pasaron los años y solo cambiaron de protagonista, en lugar del PRI, ahora va Morena. A tí te toca esto, a mí aquello.

¿Tiene que ver el rechazo a tales prácticas a un “ultraizquierdismo”, como algunos círculos de Morena califican a quienes les han señalado tales prácticas tan ajenas a una sana práctica democrática?

Claramente, no.

El presidente del Consejo Estatal de Morena en Chihuahua, Omar Holguín, uno de los más destacados jóvenes dirigentes de ese partido, fue designado Secretario de Asuntos Interinstitucionales del Congreso del Estado, en una más que accidentada sesión del Poder Legislativo, en la que las violaciones al debido proceso legislativo fueron la tónica.

Las bancadas de Morena y del PAN se pusieron de acuerdo (sin que eso sea criticable en una legislatura en la que nadie tiene la mayoría por sí solo) y resolvieron “distribuirse” los principales cargos administrativos del Congreso.

A cambio de que se mantuviera el Dr. Jorge Issa como Secretario de Administración, Morena logró que Holguín fuera aceptado por los panistas en el segundo cargo administrativo más importante del Congreso y que el PRI ubicara a Jorge Neaves en el tercero.

Hasta ahí todo bien, sólo que había un pequeño problema: Omar Holguín no cubría el requisito de la edad. Igual que Lucha Castro para ingresar al Consejo de la Judicatura pero al revés. Es menor de edad a la que se requería pues apenas cuenta con 28 años, en lugar de los 30 necesarios.

¿Cuál problema?

¡Ah, po’s cambiamos la ley!

¡Y la cambiaron!

Solo que les apareció -a todos los legisladores que estaban en las negociaciones- oootro problema. Se les fue, en la aprobación de la modificación a la Ley Orgánica del Poder Legislativo, -que eso es lo que cambiaron- que los cambios serían vigentes a partir de la publicación en el Periódico Oficial del Estado.

¡Eso no puede ser, el 30 de septiembre es el día último para designar a los funcionarios del Congreso!

¿Po’s cual es el problema? Cambiamos, otra vez, la ley y le ponemos que entra en vigor en cuanto la aprobemos, y como sí lo vamos a hacer, háblenle a quienes van a ser designados pa’ que estén listos para tomar la protesta.

Pues, dicho y hecho, en un santiamén, la actual legislatura de Chihuahua recibió, dictaminó, discutió y aprobó una reforma legal que tenía un destinatario ya previsto por quienes mandan en el Congreso.

¿Cuándo, cuándo, habremos visto cosa semejante?

Varios meses atrás, se supo que el Dr. Jorge Issa, un destacado panista de Delicias, estrechamente ligado al gobernador Corral, sería removido de Pensiones Civiles y se le nombraría para el cargo que acaba de ser ratificado.

Solo que entonces tenía un problema: La ley Orgánica del Poder Legislativo establecía que quien ocupara la Secretaría Administrativa -y el resto de los cargos legislativos- debería contar con una profesión relacionada con el cargo buscado.

El Dr. Issa no cumplía con ello. Y que nace el rumor que se pretendía aprobar la “Ley Issa”, y que se aprueba. Ahora basta con tener “experiencia” en tareas afines para cubrir los perfiles de los cargos a designar…

Y que designan al Dr. Issa. De ese modo, en el Congreso del Estado de Chihuahua se colocaba a un hombre de las confianzas del titular del Poder Ejecutivo.

Los entonces diputados de Morena, Pedro Torres y Leticia Ortega, votaron en contra, al igual que el PRI y el resto de los minipartidos. El PAN impuso mayoría mediante el mecanismo de “convencer” al PES y Movimiento Ciudadano.

La diputada Ortega calificó como “lamentable ese tipo de cambios legales, para imponer a alguien en el puesto administrativo”. (Nota de Jaime Armendáriz, El Diario de Chihuahua, Chihuahua, 17/XI/18).

Hoy fue al revés.

Durante años se criticó que los puestos y cargos de carácter técnico fueran ocupadas por las dirigencias partidarias, para que se avanzara en la profesionalización de la estructura legislativa, rechazando el reparto de “cuotas partidarias”.

Hoy, simplemente entramos a un nuevo episodio de lo que los mexicanos rechazaron tan contundentemente.

Así, Morena-Chihuahua compartirá la responsabilidad de enfrentar, con toda seguridad, un litigio por inconstitucionalidad de lo realizado el jueves pues echó por tierra una de las más caras consignas del tabasqueño convertido en presidente electo:

Nosotros no venimos por puestos, no venimos por cargos.

Tema tan sensible impidió que abordáramos la indignante sentencia a Javier Duarte y la cuasi exoneración, también exasperable, de Alejandro Gutiérrez.

Habrá tiempo para ello.

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Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario