Chihuahua, Chih.
Al término del año anterior los augurios ya apuntaban a que el 2020 sería un año histórico para las mujeres.
Si bien la pandemia contuvo las grandes manifestaciones en parte, estas no estuvieron ausentes cuando se requirió y cuando no, la conciencia del cuidado de las unas por las otras también se hizo presente como manifestación de cuidado comunitario y colectivo porque en esta crisis sanitaria, las mujeres -como siempre- somos las que llevamos la peor parte, asegurando el cuidado de las personas enfermas y tratando de cuidar que las personas sanas no se enfermen.
Un reconocimiento merecidísimo y que debe ser sacado de la cotidianidad de las sombras, es la enorme labor que madres de familia que coordinaron trabajos de clase junto a las maestras que, desde el ejercicio de su profesión, tuvieron que cuidar a sus propias familias. ¡Qué decir del personal de salud que igualmente, a la par del agotamiento y el estrés prolongado, también anhelantes cuidaban de las y los propios!
Empero, eso no condicionó ni permitió que las que desde siempre trabajan por las mujeres dejaran de hacerlo.
Este año cerró con una cifra de 10.6 asesinatos de mujeres a diario, según cifras del SESNSP (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública) en un 52.2% dentro de sus hogares, por hombres que en su mayoría dijeron amarlas, ya que son sus parejas, exparejas u hombres de su confianza.
Chihuahua, que durante varios años se encontró en el primer lugar (2001-2002 y de 2008 a 2012), ocupa hoy el segundo lugar en feminicidios con una tasa 14.1 al año, Juárez siendo el municipio con el segundo lugar a nivel nacional, con una tasa de 15.62.
La violencia sexual que incluye los delitos de violación y violación equiparada, abuso sexual, acoso y hostigamiento sexual y que se definen como la expresión extrema del sometimiento, la apropiación y la cosificación del cuerpo de las mujeres, de relaciones de poder asimétricas y de manifestaciones de discriminación en razón de género, en nuestra entidad también ostenta cifras desalentadoras, pues de los pocos casos denunciados solo el 1% alcanza judicialización y solo un 0.05% logra una sentencia.
Y luego se condena socialmente a las mujeres porque “no denuncian” y eligen las redes sociales (a través del escrache) para denunciar, puesto que el sistema judicial lejos de ofrecer alternativa no les cree, re-victimiza, no garantiza acceso a la justicia ni reparación del daño ni de no repetición.
El sistema de salud en nuestro estado sigue sin querer aplicar la NOM046 como dicta la ley y es que, sin la necesidad de una denuncia frente al Ministerio Público, se pueda hacer valer el derecho de interrumpir un embarazo en caso de violación.
Los hospitales públicos siguen exigiendo la denuncia de hechos y la Fiscalía Especializada de la Mujer no se inmuta frente a sus agentes del ministerio público ineptos, insensibles que maltratan a las víctimas, las cuestionan y las culpan y cuando se les denuncia por su mala actuación, la fiscala solo dice “no tener quejas” para poder proceder, pero ¿quién denunciaría a la autoridad si tiene toda su información personal y por mucho, muestra la violencia de la que es capaz?
Sobre todo, en la vulnerabilidad de haber denunciado un hecho violento y recibiendo un trato indigno de vuelta de parte de la FEM.
Todo lo anterior volcó a las calles, aquí en la capital a 10,000 mujeres el pasado 8 de marzo, en el denominado #8M2020, el fenómeno más impresionante en cuanto movimientos sociales que ha visto Chihuahua en las últimas décadas, seguido del Paro Nacional con la consigna “el 9 nadie se mueve” que nos dejó en casa y que, en su mayoría, vació las calles y los centros de trabajo de la presencia femenina.
A nivel nacional se logró la aprobación de los lineamientos de la 3 de 3 contra la violencia y la paridad en gubernaturas, con fuerte negativa de la bancada de Morena en el Senado y en alianza con el PAN, posteriormente impugnaron ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) el acuerdo tomado por el Instituto Nacional Electoral (INE), que el 26 de noviembre resolvió vincular a los partidos a la obligación de que, en la postulación de candidaturas a las gubernaturas del actual proceso, "hagan efectivo el principio de paridad".
O sea, las mujeres van porque van. También, se logró un acuerdo para que no haya más agresores, acosadores y deudores alimentarios postulados en procesos de elección popular.
Se aprobó la “Ley Olimpia” para el Código Penal Federal y la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, con el fin de reconocer las agresiones de género que tienen como ámbito el ciberespacio y castigar las prácticas que vulneran la privacidad e intimidad sexual de mujeres y niñas y que, si bien en Chihuahua el tema se legisló hace algunos años, la violencia digital es una asignatura pendiente porque la ley local estigmatiza a las víctimas con una visión adultocéntrica, sin perspectiva de derechos humanos apenas menciona a los agresores, no reconoce que esta modalidad de violencia sea real con efectos concretos como cualquier otra y menos, la castiga en proporción al daño que genera.
Los efectos del avance de nuestros derechos y la constante exigencia de los mismos, mostró con la represión su peor cara cuando gobiernos locales desplegaron a sus fuerzas “del orden” y las arrojaron contra mujeres que tomaron las calles.
De los casos más emblemáticos, el pasado 5 de septiembre la policía municipal de Ciudad Juárez reprimió fuertemente a mujeres que apenas se concentraban para manifestarse precisamente, por la represión policial en CDMX, Guanajuato y León.
El saldo fueron más de una veintena detenidas, brutalidad policiaca, abusos sexuales al momento de la detención y en su estancia en las instalaciones de la corporación, todo, con la validación de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que solo ofreció “capacitar” y “sensibilizar” a los elementos que cometieron las evidentes agresiones físicas y sexuales contra las manifestantes, sin que procediera de oficio a las denuncias correspondientes como sus facultades le permiten.
Otro hecho lamentable se dio en la capital del estado la noche del 15 de septiembre cuando cientos de feministas jóvenes se reunieron para dar la “antigrita” que se realizó en la Plaza del Ángel en solidaridad con la toma de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en CDMX y que, a su término emprendieron rumbo a la Cruz de Clavos a cantar la Canción sin Miedo como ofrenda y homenaje a nuestras muertas.
Al tratar de cruzar la Ave. Carranza y Aldama, la guardia personal del gobernador y policía ministerial les impidieron el paso causando una fuerte confrontación dejando varias mujeres con lesiones leves; todo, en el afán de no arruinar la última ceremonia del grito que el gobernador encabezaría y que, por efecto de las medidas sanitarias, no convocó a la población y solo sería trasmitida por redes sociales.
En otros temas, en la Argentina la lucha organizada de mujeres que se construyó territorialmente por poco más de 3 décadas, se condensó la madrugada de antier con la despenalización del aborto, tras conseguir la media sanción requerida de parte del senado y que fue anunciada por la expresidenta de la nación y ahora senadora, Cristina Fernández.
Por el contrario a las conservadoras posiciones del presidente de nuestro país, allá, su homólogo impulsó la propuesta como promesa de campaña y la llevó adelante en el reconocimiento de los derechos de las argentinas y una mejor sociedad.
Aquí se antoja lejana una manifestación solidaria de justicia social para las mujeres por parte del titular del ejecutivo federal que ya se pronunció a favor de una consulta (como si los derechos se pudieran consultar); sin embargo, con o sin aborto legal, las mujeres en Chihuahua como en todo el territorio nacional acuden a las redes de acompañantes que les proveen información para realizarse abortos autónomos sin poner en riesgo su vida, su salud ni su capacidad reproductiva.
Acá la lucha sigue para tener aborto legal, para mantenernos vivas, para erradicar la violencia sexual y la cultura de la violación, para disminuir la brecha salarial, para ampliar los espacios de representación popular a través de una representación paritaria que garantice una agenda que fomente y procure la igualdad, por una educación laica, científica y popular que deseche el absurdo pin parental, para que ser un agresor sea mal visto, menos tolerado y tenga costos sociales.
Por un mundo con justicia social que tenga la dignidad como costumbre.
Un esperanzador 2021 con un abrazo solidario por todas las penas y ausencias que nos deja.
Son mis mejores deseos
@MarieLouSalomé