Juárez, Chih.
Hace apenas dos décadas, el mundo tal y como lo conocíamos cambió radicalmente, y se vio forzado a atravesar por una serie de procesos políticos, económicos, militares, tecnológicos y sociales que ayudaron a moldear al mundo que hoy en día conocemos.
Miles en todo el mundo, la gran mayoría no fue de manera presencial, presenciamos; así como algunos crecimos viendo las imágenes de las llamadas “Torres Gemelas” del entonces World Trade Center, envolverse en llamas para finalmente caer y envolver a la “Gran Manzana” en una gran nube de polvo y ceniza casi espectral.
Aquel 11 de septiembre de 2001, al menos una veintena de fundamentalistas religiosos que profesaban la fe islámica, secuestraron cuatro aviones comerciales y los dirigieron hacia distintos puntos del país vecino, con el objetivo de desestabilizar su economía y su gobierno.
Hace apenas veinte años atrás como consecuencia del suceso, el discurso político estadounidense se radicalizaba a la par que el de los combatientes islámicos contra Occidente.
El mundo se volvió ciego, ya que a partir de aquel día, tanto Occidente como Medio Oriente se sacaron mutuamente los ojos.
Hace apenas unos cuantos años, Al Qaeda era el enemigo público de Occidente, y ahora el Estado Islámico, así como el extremismo de derecha y los perpetradores de tiroteos mortales, se han convertido en la amenaza número uno para la seguridad estadounidense y de sus aliados.
A estos indicadores de riesgo habrá que sumarles según la Evaluación de Amenazas Anual de 2021, el ascenso de potencias competidoras como Rusia y China, así como la rivalidad de naciones antagónicas como Irán y Corea del Norte.
Así como también la pandemia actual de coronavirus, los ataques cibernéticos y el cambio climático.
Con el tiempo, el terrorismo trasnacional dejó de convertirse en el único dolor de cabeza para la primera potencia económica mundial.
Conforme avanzaron los años, los riesgos aumentaron y las malas decisiones tomadas en Oriente Medio, solo consiguieron una metástasis del terrorismo de corte islamista.
Tan solo basta recordar que una escisión de Al Qaeda logró en cuestión de algunos años, someter a Occidente a un terror nunca antes visto.
El Estado Islámico surgido en 2006, tras la invasión a Irak y la deposición y posterior ejecución de su mandamás Sadam Hussein, demostró una mayor brutalidad y radicalización que sus principales oponentes.
El terror no se extinguió, tan solo cambio de lugar y se volvió más brutal y despiadado.
Al Qaeda a su vez se encuentra debilitado pero firme, y con menor capacidad de coerción que el EI, pero sin duda que eso no lo hace mucho menos letal.
El discurso que envió a los Estados Unidos y a la coalición internacional a invadir naciones centro asiáticas, el cual fue muy similar al que describió Owell (crear la guerra para garantizar la paz), terminó en un rotundo fracaso veinte años después.
El mundo es un lugar cada vez menos seguro.