Yo no olvido el año viejo

Yo no olvido el año viejo 5 de enero de 2018

Mariela Castro Flores

Chihuahua, Chih.

“El estatus subordinado de las mujeres en la sociedad, la pobreza, la privación y el temor de represalias hacen que sea difícil para ellas resistirse o quejarse. Al mismo tiempo, el ámbito de las lealtades entre servidores educativos, policiales y fiscales suelen trasladar las responsabilidades a ellas, dejando a los perpetradores impunes. por ello, las relaciones de poder entre géneros es el pivote permanente de la agresión.”

Daphnée Denis y Alma Rodríguez para El País, México.



Y no es porque me dejó una buena suegra, es por motivos menos alegres. Es porque el 2017 cerró con la terrorífica cifra de 1,844 feminicidios. De acuerdo con el INEGI, entre 2007 y 2016 han sido asesinadas 22, 482 mujeres por razones de género, lo que se traduce a 1 cada 4 horas. En nuestra entidad se presentaron tan solo en Juárez, 83 feminicidios hasta ahora y cerramos el año de acuerdo con las proyecciones: con 175 feminicidios al inicio del mes de noviembre; en una escalofriante tasa de 2.46 por cada 100 mil habitantes.

Desde 1993 que el asesinato de mujeres cobró notoriedad internacional, cuando comenzaron a denunciarse los feminicidios en Ciudad Juárez, tuvieron que pasar más de 20 años para que se considerara la tipificación e inclusión en los códigos penales en país. Hoy, no hay un solo sitio en territorio nacional que no se vea afectado por esta pandemia.

Desde el 23 de abril de 2016 día en el que explotó en redes el hashtag #MiPrimerAcoso, se evidenció el drama que implica ser mujer en México, al que se le suma tener trabajos precarios como la maquiladora y el trabajo sexual y doméstico, ser pobre, niña, joven, etc., cuando se posee un cuerpo femenino y que nos coloca de por si, en un primer estadio de vulnerabilidad; de ahí, que se derriban argumentos como que se matan más hombres que mujeres porque la narrativa de odio se traduce a los cuerpos luego de su tortura y muerte y formas en que se deshacen o esconden los cadáveres.

Según información de Karina Almaráz para La Saga, en 2017, los primeros 6 meses hubo 914 asesinadas sólo en 17 estados y en otros 5 desaparecieron 3, 174; las cifras siguen al alta en tendencia, porque en México se matan mujeres porque se puede y no pasa nada gracias a la impunidad. Otro dato aportado por Almaráz es que, según María Luz Estrada, coordinadora del Observatorio Nacional del Feminicidio (OCNF), menos del 49% de asesinatos de mujeres se investigaron como feminicidio y de ese porcentaje, no se sabe con certeza cuantos se vincularon a proceso penal. A pesar incluso, de la sentencia obtenida por doña Irinea Buendía en la Suprema Corte de Justicia de la Nación por el mal manejo y cúmulo de omisiones por parte de la autoridad en el caso del feminicidio de su hija Mariana Lima Buendía, que fue ultimada a manos de su esposo, agente judicial del estado de México.

En la investigación de la periodista para La Saga, también cita a la ingeniera María Salguero que se dedica de manera voluntaria a documentar los casos de feminicidio en el país basada en notas periodísticas, para finales de noviembre según sus cifras, habían sido asesinadas 1844 mujeres. El conteo reveló que los feminicidios aumentaron de 7 a 8 a diario.

Ante esta realidad es increíble la resistencia y misoginia de las autoridades insertas en el estado y de actores sociales que utilizan su influencia para tratar de detener el avance de las mujeres y el reconocimiento de sus derechos humanos, incluidos los político-electorales, por ejemplo. Otro, es el exhaustivo y concienzudo escrutinio que se le hace a funcionarias y legisladoras cuando su representación es mínima, no ocupan puestos en los que sus decisiones sean definitorias y la percepción de ellas haciendo política siga siendo la de berrinchudas que llegan a no tener participación relevante. Las declaraciones del secretario de gobierno “dan ternurita” y el secretario de desarrollo social “es un pleito entre ellas”, arroja el verdadero sentir que se tiene de las mujeres ejerciendo su derecho a formar parte del gobierno que nos acude sin importar filiación partidista o ideología política; cuando existen multitud de varones incompetentes, poco preparados, sin formación académica, sin el mínimo decoro ni trato decente para con quien les rodea y representan y peor, no poseen idea de lo que es el servicio público o desconocen el verdadero sentido político-ético y social que tiene conocer la Constitución y nadie, en lo absoluto les cuestiona si no es que se conozca algo de ellos que llegue a ser tremendamente bochornoso y aún con ello, quedan cubiertos por el manto que la impunidad les otorga el hecho de ser hombres y ocupar el espacio que simbólicamente en el imaginario colectivo les corresponde: el poder.

Porque se prefiere mil veces a un hombre burdo, soez e incompetente a una mujer capaz ejerciendo un cargo y así lo hemos padecido socialmente en la historia.

¿Y por qué unir el tema de la representación política y el feminicidio? Porque existe una paradoja; se piensa y espera que más mujeres en el poder signifique una mayor atención a las problemáticas o demandas feministas. Es decir, mujeres trabajando por los temas que a las mujeres le afectan, entre ellas, las múltiples violencias que las mujeres vivimos, incluida la violencia política.

Un buen paso para eliminar la brutal pandemia que cobra ya la vida de 8 mujeres diarias, es comenzar a creer realmente que las mujeres somos personas. Respetar su participación en espacios de participación pública, reconocerlas como interlocutoras y sobre todo, depositarias de calidad moral para ejercer cualquier tipo de función.

Porque estoy llegando a sospechar que es muy pobre el concepto que se tiene sobre hacer política que los hombres están temiendo que de llegar nosotras, abiertamente nos vamos a dar cuenta de su profunda incapacidad.

Feliz y venturoso año, con el profundo anhelo de que no nos falte ni una más.



marielacastroflores.blogspot.mx

@MarieLouSalomé

Mariela Castro Flores

Politóloga y analista política especialistas en género y derechos humanos.