Juárez tirasup
Tragedia de la vida real

Tragedia de la vida real 21 de mayo de 2023

Gerardo Arturo Limón Domínguez

Chihuahua, Chih.

Nadie sabe lo que tiene, hasta que regresa a casa. G.A.LD.

TRAGEDIA...

Así podría titular esta historia que  publicó el pasado 15 de mayo  David Brooks de BBC MUNDO, de verdad que  me impacto y deseo compartirla con ustedes como  una necesaria reflexión que nos ayuda a comprender a estos hombres mujeres y niños, que con la esperanza o el desafío de salir y dejar sus hogares transitan por la ruta dificilísima de la MIGRACION  FORZADA,  pongámosle atención porque en ella se refleja la tragedia cotidiana que se vive bajo la compleja circunstancia que hace que muchos hermanos sudamericanos, centroamericanos y mexicanos,  dejen sus hogares, en busca de lo que suponen el llamado,  “Sueño Americano, ” mismo que termina como en el caso aquí relatado, mostrando su real rostro de pesadilla.

Aquí la crónica  resumida de esta historia titulada ; "No salgo del asombro, en mi cabeza era otra la cultura estadounidense": el crudo relato de un migrante colombiano deportado con su familia desde Estados Unidos, (abreviado por espacio).

“Felipe, su esposa y sus dos hijos pequeños eran la familia número 48 en la fila para cruzar la frontera de Estados Unidos.

Entraron el pasado 30 de abril desde el norte de México, unos días después de salir de su natal Colombia en un intento por ponerse a salvo de las amenazas de grupos delincuenciales locales en la zona del Eje Cafetero.

Con ellos también viajaba el hermano menor de Felipe. Todos arribaron a México como turistas a través de Cancún y de ahí iniciaron la travesía hasta llegar a Ciudad Juárez, pues otros migrantes les dijeron que ahí era más fácil alcanzar el "sueño americano".

Pero se encontraron con la política migratoria estadounidense, que se ha endurecido con normas como el Título 42 que llegó a su fin el 11 de mayo.

Felipe -quien pide no ser identificado por temor a las represalias en su tierra natal- dice que esta experiencia lo dejó marcado de mala manera.

"De verdad, ante el mundo esto es gravísimo. Es una superpotencia mundial pasando por encima de todo el mundo de una manera impresionante. Esto a mí me tiene aterrado, yo no salgo del asombro. En mi cabeza era otra la cultura estadounidense", señala Felipe.

Él y otros colombianos han denunciado un trato inhumano por parte de los agentes migratorios no solo al ser detenidos en la frontera, sino en todo el proceso migratorio en el que "nunca, nunca", como Felipe enfatiza varias veces, les dieron oportunidad de plantear su caso y pedir asilo.

Fueron deportados con las manos y pies esposados, como "los peores delincuentes", afirman.

Otros migrantes también señalan haber pasado por situaciones similares.

Migración Colombiana informó que atiende denuncias de ciudadanos que no recibieron "un trato digno ni respetuoso, mucho menos aceptable".

Por su parte, un portavoz del Departamento de Seguridad Interna de EE.UU. reportó que han tenido que aplicar medidas de "contención" sobre los indocumentados, pero que se toman muy en serio las denuncias.

Este es el relato que Felipe hizo a BBC Mundo vía telefónica, desde un albergue en Bogotá, sobre su amarga experiencia al cruzar la frontera y ser devuelto a su país con otros colombianos.

La familia 48

Salimos como pudimos del aeropuerto de Ciudad Juárez para encontrarnos con un taxi que nos esperaba. Nos dijo que por US$100 nos llevaría hasta una autopista y que de ahí era sencillo: solo cruzar y ya.

Llegamos a una autopista donde hay un caño de aguas sucias, con un olor muy fuerte. Nos dijo el conductor que cruzáramos corriendo porque había oficiales de la patrulla fronteriza mexicana que no se sobornan, que sí retienen a uno.

Una patrulla estaba muy lejos y ahí bajamos, cruzamos, yo con mi bebé en brazos, mi esposa de la mano con mi hijo de 10 años y mi hermano con la maleta.

Nos quitamos el pantalón sucio porque de verdad que el aroma era impresionante, los zapatos también, lo botamos al lado del muro.

…Y de ahí ya no sabíamos qué hacer, estábamos en un terreno totalmente desconocido. Uno escuchaba que [la Patrulla Fronteriza de EE.UU.] recogía a la gente, pero no había nadie. Nos acercamos a alguien que parecía un militar y le dijimos que éramos colombianos, que nos queríamos entregar porque estábamos huyendo de la violencia. Pero nos dijo que teníamos que caminar a la puerta 40, a unos 6 kilómetros.

El ambiente en ese recorrido es fuerte porque es solitario, ya eran como las 7 de la tarde.

Caminamos unas tres horas, sin agua, sin comida, con las maletas que tenían solo ropa. Cuando llegamos a la puerta 40 había un campamento. Y con suerte alguien se nos acercó y nos dijo "ustedes van llegando, párense acá en esta fila porque la patrulla está viniendo a recoger y los está cruzando".

Nos decían que había gente que llevaba dos o tres días, principalmente los hombres solos, aguantando hambre. A las familias con niños las recogía la Patrulla.

Todo el mundo sabía que pasaba por ahí una camioneta de un cartel de la droga que estaba esperando encontrar gente cercana al lado mexicano para desaparecerlos…

Antes de subirnos al carro nos dijeron que no podíamos llevar nada. Solo documentos, teléfono, cargador y alguna argolla o arito. El resto, como los pañales que llevábamos, el agente decía que nada de eso le interesaba.

 

 "A ellos no les interesa nada"

La incertidumbre que sentíamos era gigante, porque desde ahí no sabíamos qué iba a pasar. Cruzar no es garantía de que uno vaya a entrar en Estados Unidos. Ahí no hay certeza de nada.

A ellos no les interesaba ni poquito que hubiera niños. Gritaban. Si te tenían que empujar, te empujaban.

Llegamos a un centro de detención a unos 10 minutos de la frontera, a unas jaulas con maya de hierro, donde hacen un pre registro. Una mujer llegó a gritarnos "¡Quítense los cordones de los zapatos, quítense los cinturones, no quiero ver nada de eso! No respondan, les dije que lo hagan, ¡están muy lentos!".

Nos tomaron huellas, una foto. Las cédulas [de identidad] las pasamos y ellos nos las botaron. Yo hubiera preferido botar la cadenita que llevaba, que el documento de identidad que va a necesitar uno.

Felipe asegura que los agentes migratorios dan malos tratos a adultos y niños.

…Nunca, nunca tuvimos la oportunidad de presentar nuestro caso. Un oficial lo único que venía a preguntar era si teníamos el esquema de vacunación covid completo.

 Cuando llegaba un agente de migración, llamaba a tres. Pero nunca supimos si se iban a su país, o para dentro de EE.UU. En esos nueve días nunca me pude comunicar con mi familia, nunca tuve acceso a una llamada telefónica.

 

Nunca pude saber cómo estaba mi hermano. Nunca supe sobre mi caso, si calificaba para el asilo.

…Ahí era una tortura mental.

"Prepárense, que ya se van"

Desde el día cuarto, a mi esposa la cambiaron con los niños a otra habitación. Ahí no la volví a ver ni a saber cómo estaban.

Y el domingo 7 de mayo quedábamos seis familias colombianas. Éramos como 50 colombianos en ese cuarto y ahí sí que empezó la angustia porque no sabíamos si era malo que nos tuvieran a los colombianos retenidos. O si era bueno.

…El día martes a las 3:30 pm nos dicen 'Prepárense que ya se van'. Y no cabíamos de felicidad. Recogimos todo, oramos, felices porque pensábamos que nos íbamos a quedar en Estados Unidos…

"Ustedes van para otro albergue para ser procesados, este albergue está muy colapsado, aquí va a ser imposible procesarlos a todos. Allá van a hacer una cita con un juez y los van a liberar a EE.UU. Acá nadie va a ser deportado", dijo.

 

…Y la incertidumbre seguía, ¿nos van a deportar o qué? Un oficial decía que sí, otro que íbamos a un albergue de Laredo. Otro dice que no es así. Nunca supimos qué iba a pasar.

Si a uno le dijeran que no pasó los filtros para el asilo, bueno uno dice listo, no se puede hacer nada. Uno entiende, somos personas civilizadas.

Nada, nunca, cero.

Felipe asegura que hombres y mujeres fueron esposados bajo la supuesta justificación de que así no hay incidentes en el vuelo.

Supimos que estábamos en Colombia cuando aterrizamos y vimos que era Bogotá.

Antes de bajarnos del avión y muy a escondidas nos quitaron las esposas y nos entregan las pertenencias que nos habían retenido. Muchos dicen que el dinero no estaba completo, que se les habían perdido pertenencias.

Nuestros teléfonos y las argollas ahí estaban.

…Yo soy un hombre trabajador, de casa, nunca he sido de vicios. Soy de leer, de ver noticias. Y que a uno lo esposen así, que lo sacaran de esa manera. Incluso estando ahí adentro, respetaba sus leyes.

Muchos tenemos deudas, muchos sin casas. Nosotros tuvimos que vender todo. Estamos en Bogotá varados, no sabemos a dónde llegar.

Mi hermano nunca quiso irse. Lo llamé y dijo que lo devolvieron antier [8 de mayo]. Está súper enfermo, tiene un ojo inflamado, tiene una tos impresionante. Por las condiciones en las que está uno en esos centros de detención.

Su relato es súper diferente al mío, ya que los hombres solos son más crueles.

Yo quisiera llegar ya a mi casa”

COROLARIO

Esta es una cruel… pero real historia, solo es necesario analizarla para tenerla en la memoria, antes de soñar con esa  Norte América,  que se está tornando en pesadilla hasta para los propios  norteamericanos ( donde hoy deambulan homeless, zombis por fentanillo y perdedores de cosechas por falta justamente de manos trabajadoras en sus campos)   lamentablemente.