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Ráfaga panorámica de la ejecución

CUANDO CALLARON AL PERIODISTA

Ráfaga panorámica de la ejecución 22 de octubre de 2018

Lorenzo Pérez

Chihuahua, Chih.

Corrían tiempos del auge de las maquiladoras, del poder desmedido de los narcos, la impunidad policiaca, la corrupción política, los preludios por el Tratado de Libre Comercio y la amenaza latente del despiadado fantasma del asesinato de mujeres.

En el antecedente del lamentable asesinato del periodista Víctor Manuel Oropeza en 1991, un eje, con dos vertientes cruzaban la vida de los habitantes de Ciudad Juárez, la LEY: la ley encomendada a las autoridades y la ley de los narcos, algunos aprovechaban para moverse en las dos aguas.

Otro aspecto fundamental, que requiere considerable investigación, también presente durante los años en que segaron la vida del líder Oropeza, se advierte en el cambio del control y liderazgo del narcotráfico.

Hasta después de los 60s, la historia da cuenta que el gobierno controlaba el mercado de la droga. A los capos reconocidos como líderes, se movían con bajo perfil; después de manera pública y hasta distintiva, los barones de la droga aparecían en la prensa con sus nombres, apellidos y hasta apodos.

En 1984, Chihuahua atrajo el interés internacional al descubrirse el gigantesco sembradío en Búfalo en el municipio de Jiménez. Sorprendidos en intensa actividad febril, miles de campesinos de diferentes regiones del país, toneladas de droga procesada en permanente ruta de exportación y autoridades civiles y militares involucradas. Rafael Caro Quintero apareció como el “héroe” de tal proeza. La prensa filtró que las autoridades norteamericanas denunciaron al gobierno mexicano tal jactancia.

Para realizar esa empresa descomunal, Caro Quintero contó con todo el apoyo de los líderes narcos de toda la región.

La extensión territorial del estado caía del cielo como un mapa ideal para el fabuloso negocio de la producción, industrialización, trasiego y exportación del producto. En la región serrana se ubicaba el milagro natural para los narcos: “el triángulo dorado de la droga”, en los límites de Chihuahua, Durango y Sinaloa.

Pero el negocio en grande, como el corporativo de la gran empresa maquiladora de la droga, con un corredor fronterizo de 655 kilómetros de frontera con Estados Unidos, tenía como sede la ciudad fronteriza de Juárez. Precisamente después del asesinato de Víctor Manuel Oropeza, el Cártel Juárez inició operaciones y actividades como todo un consorcio transnacional, único en estructura, organización, eficiencia y productividad, con los dólares, sangre y fuego a su favor.



Muerte anunciada A Mi Manera

La tragedia sorprende a Chihuahua: “El doctor Víctor Manuel Oropeza, médico homeópata, columnista de Diario de Juárez y Diario de Chihuahua (A mi Manera), controvertido personaje político, fue asesinado la noche del 3 de julio de 1991, en su consultorio de la calle Cerrada de Germán Valdez, a un costado del Mercado Juárez”, ubicado en la frontera.

El procurador José Müller Hermosillo se hizo cargo personalmente de la investigación del asesinato. Recibía amenazas cuando escribía contra la PGR, confió la esposa.

La PGR aseguró que se realizaría “una investigación impecable y que contaba con pruebas contundentes”. Organizaciones sociales, religiosas, periodísticas protestan, reclaman y exigen en todo el estado y más allá. El crimen tiene resonancia internacional. La Comisión Nacional de Derechos Humanos interviene en el caso. La indignación ciudadana revienta de coraje y protesta. La prensa filtra que la investigación de la muerte de Oropeza se encuentra viciada de origen. Y se cuela la suspicacia que los jefes policiacos fabricaron culpables. Se pide la exhumación del cuerpo y una nueva autopsia.

“Unos días después de su asesinato, los agentes federales llegados desde el DF encontraron a unos maleantes de barriada los que supuestamente lo mataron para robarle unos medicamentos controlados”.

La CNDH documentó y demostró que Felipe Pando participó en el arresto ilegal y actos de tortura en contra de Marco Arturo Salas Sánchez y Sergio Aguirre Torres, quienes fueron obligados a declararse culpables del homicidio del periodista Víctor Manuel Oropeza”. Un ex gobernador “recordó el homicidio de Víctor Manuel Oropeza y dijo que en ese caso, se trató de un problema de índole pasional y los responsables están debidamente encarcelados”. Punto.

Hoy (3 de julio de 2005) se cumplen 14 años del asesinato de columnista de Diario de Juárez, Víctor Manuel Oropeza Contreras, el cual quedará impune, de acuerdo con el Código Penal del Estado de Chihuahua, al cumplirse el término de prescripción del delito.

J. Jesús Esquivel transcribe párrafos, en la revista Proceso, 10/04/2011, del libro El Sicario: La autobiografía de un asesino mexicano, escrito por Charles Bowden, referente al asesinato de Oropeza: “Recuerdo muy bien lo mucho que se habló de este asesinato. La orden (de matarlo) provino de un tipo conocido como El Cora de Sinaloa”. El periodista destaca: "Al final, el asesinato del doctor sirvió para abrirle el camino al Señor de los Cielos, Amado Carrillo Fuentes, quien se convirtió en cabeza del cártel y asumió el control de la plaza de Ciudad Juárez", subraya El Sicario.

Con precisión y conocimiento, el sicario señala a sus maestros del oficio criminal como autores de la masacre, quienes cometieron un error de aprendices: olvidaron sustraer la cartera, reloj, pulsera, anillo y dinero del médico y entorpecieron la pista del robo. En la huida dejaron huellas de tenis.

Según registros de la diligente investigación oficial, del grupo de malandros asesinos, dos los detuvieron, posteriormente dos cayeron por el fuego oficial y dos lograron huir a Estados Unidos. Años después salieron libres.

La Sociedad Interamericana de Prensa avaló la investigación de las autoridades. No se ahondó más en el móvil y en el autor intelectual.

La esposa de Víctor Manuel Oropeza dijo que en los artículos de su esposo se encuentran los asesinos. En la columna A mi Manera, publicada en El Diario, cuestiona a las autoridades, se lanza contra el subprocurador encargado de la “Guerra contra el narcotráfico”, en el lado mexicano, “sometido al arbitrio de la DEA, pero que sin designación oficial alguna ha sido encargado de todos los trabajos sucios que al amparo de combatir el narcotráfico, se han cometido en lo que va del sexenio”.

En la columna, Oropeza implica al procurador general Enrique Álvarez del Castillo “con los barones del narcotráfico en el ahora llamado cártel Guadalajara”.

En otra columna, titulada Ingenuidad, no se Escribe con “P”, pone en entredicho al gobierno mexicano cuando envía nota diplomática para reestablecer las reglas para la DEA.

Según esto el gobierno mexicano no admitirá presencia ni operación de ninguna unidad militar en territorio nacional. Y con periodística ironía ratifica: "El día 14 la embajada de los Estados Unidos en la Ciudad de México, informó al gobierno mexicano que en su sede se ha instalado un grupo técnico intersecretarial, compuesto por tres civiles adscritos al Departamento de Defensa, dos de la DEA y uno del servicio de Aduanas, cuya única misión es compilar, evaluar y coordinar un sistema de información automatizado sobre tráfico de drogas para proporcionarla a las autoridades mexicanas en materia”. El médico periodista nunca dio cuenta quién le filtraba información tan irrebatible y contundente.

A mi Manera no se tienta el alma y acusa sin titubeos a los encargados de velar por la seguridad nacional que pretenden distraer la atención: “Basta con hojear un periódico de cualquier ciudad del país, para comprobar que el 90 por ciento de los ilícitos son cometidos por los agentes de la PJF y si no por ellos, por sus "madrinas" y sus "soplones" y sus "orejas" y hasta sus "dedos". Oropeza mantenía en la mira, de forma permanente, a las corporaciones. “El pueblo mexicano ha tenido que sufrir la incrementada violencia de los policías judiciales antinarcóticos, que no sólo se han enriquecido robando y extorsionando a los narcotraficantes, sino, sobre todo, a los inermes ciudadanos “. Los retenes como pretexto y botín.

A la manera de Oropeza titula su columna dirigida al Ejecutivo de Chihuahua,” ¿Hasta cuándo cesarán los atropellos, Lic Baeza?”, y le reclama que “la tropa del comandante Elías Ramírez”, llegó cubierta por las sombras de la noche, el viernes 19 de abril y “armados con metralletas y dando muestras claras de lo que son, a mentadas de madre, culatazos y pistoletazos agredieron sin mediar motivo a los concurrentes, de los bares en Ciudad Cuauhtémoc”. Un hombre reclamó: “Eso fue bastante para que los asaltantes se ensañasen con quien se atrevió a esgrimir las Garantías del Ciudadano”.

Insistía en su crítica obsesiva. “Larga lista de asesinados en todo el país y todos con el pretendido pretexto de que se estaba combatiendo el narcotráfico. Tráfico que se diga lo que se diga -por oficial que sea- se hace, se ha hecho y se seguirá haciendo, mientras los 23 millones de drogadictos estadounidenses sigan pagando con dólares su adicción”.

Víctor Manuel Oropeza no advirtió que con su terca Manera de columnista asumía una actitud de riesgo extremo.

Titulaba su columna del 24 de enero de 1991: ”La Procuraduría General de la República se burla de la Sociedad Civil”. Y gritó: “DESPUES DE INNUMERABLES DIFICULTADES POR VENCER, SE LOGRÓ LA DESTITUCIÓN DE ELÍAS RAMÍREZ, quien no sólo contaba con la complicidad de Javier Coello -entonces subprocurador federal antinarcóticos-, sino que tenía tras de sí, todo el apoyo del gobernador del Estado en recuerdo de antiguas hazañas. Pero fueron tantos los desmanes cometidos por la banda comandada por Elías Ramírez, tantos los agravios inferidos a la sociedad civil, tantas las violaciones de los Derechos Humanos de cientos y cientos de ciudadanos, que el gobierno federal no tuvo más remedio que entender el clamor general y primero ‘cambió’ de puesto al arbitrario Javier Coello Trejo, para algunas semanas después ordenar la "concentración" de Elías Ramírez”.

No era proceso de ejecución, más bien parecía un viacrucis anunciado. A menos de un mes de su pasión y muerte, tituló su columna: “Cambios en la PGR: un triunfo”, para luego proclamar a todo pulmón: “El nuevo Procurador General de la República, licenciado Ignacio Morales Lechuga, que sustituyó en el puesto al inefable Enrique Álvarez del Castillo y sus bandas de asaltantes”.

Víctor Manuel aprovechó y disfrutó la vida de manera intensa. La política le afloraba de manera natural. “El doctor Oropeza no sólo fue un médico acucioso sino un eterno estudioso de la teoría política, bien informado del acontecer del país (a nadie confió sus fuentes) y un incisivo polemista presente en todos los debates y conferencias.

Fue un activo militante de los grupos de izquierda en la década de los 60's, miembro fundador del Partido Popular Socialista en 1962; aval comprometido del Movimiento Estudiantil de 1968. Luchador social, desde su llegada a la ciudad en 1961 estuvo presente en todos los movimientos populares”. “Según relató el mismo Oropeza (Proceso 509), su niñez estuvo marcada por la influencia de su padre, don Víctor M. Oropeza, dirigente de la masonería de Puebla”.

Oropeza vivió y disfrutó la vida muy a su Manera. Asumió sin cortapisa su vocación de líder. Apostó su vida con 41 días en huelga de hambre, en vísperas electorales, junto con Luis H. Álvarez y Francisco Villarreal, para que se respetara el voto ciudadano en las elecciones estatales de 1986. El columnista compartió: "Porque amo a mi patria tanto como a mi familia, más que la vida misma, porque ambiciono para mis hijos y para los hijos de mis hijos un país fuerte y vigoroso, en el que la democracia sea el ámbito natural para ellos y para todos los mexicanos". Sus convicciones se encontraban profundamente arraigadas. "No es que fuéramos suicidas, sino que lo que nos importa ante todo es este país y si en un momento dado se necesita el sacrificio de la vida, hay que hacerlo".

Los esbirros sacrificarían cinco años después a Víctor Manuel Oropeza por México. Había que callarle la boca y destruir la columna A MI MANERA. “Entre los textos de mi esposo se encuentra el nombre del asesino”. El móvil fue político, reitera la viuda del columnista.

“Como en el caso del periodista Manuel Buendía, si las autoridades quieren dar con los asesinos de Víctor Manuel Oropeza tendrán que tomar como base de las investigaciones el archivo hemerográfico del periodista, ya que ahí está la clave para conocer la identidad de los autores intelectuales del crimen”, declaró Patricia Martínez viuda de Oropeza.

Los Diarios (Chihuahua y Juárez) del 5 de julio de 1991 reproducen una parte de la primera columna de Víctor Manuel Oropeza publicada en 1984: “¿Cuántos intereses mezquinos de los poderosos, habrá afectado Manuel Buendía, desde su columna? no lo sé, lo que sí sé, es que las autoridades correspondientes deberán buscar al asesino entre esos poderosos. Quien armó a los asesinos seguramente está en las esferas del poder, del poder de ahora o del inmediato pasado, porque ellos, han sido los afectados por la enhiesta pluma de Manuel Buendía.

“Con cuánta razón Consuelo Avalos -la compañera de Manuel Buendía- dijo al presidente Miguel de la Madrid: ‘Vale más ser la viuda de un hombre valiente, que la mujer de un cobarde´. Porque ese proditorio asesinato cometido en agravio de un maestro del periodismo (Manuel Buendía), es también una ominosa amenaza hacia todos los que se empeñan en mayor o menor grado, en denunciar la corrupción que ahoga, que impide, que amenaza el desarrollo de la nación misma”.

Esta investigación periodística concuerda en que las manos ejecutoras de Víctor Manuel Oropeza pudieran provenir de los sicarios de la banda del Cártel de Juárez, pero la documentación estudiada y sistematizada de la Hemeroteca de INPRO considera otra línea válida de investigación para dar con el autor intelectual, a los señalados por la esposa del periodista asesinado.

Se requiere todavía considerable trabajo de investigación, de un equipo interdisciplinar, para llegar a documentar otra aproximación válida y contundente sobre autor intelectual.

Una parte de ciudadanos y periodistas chihuahuenses concuerdan con el jesuita: "El crimen de Oropeza fue político, no fue un asesinato vulgar, y hay que gritarlo, ahora es un mártir de la libertad de expresión", dijo el sacerdote Xavier Gutiérrez Cantú.

Este texto es la ponencia, modificada, como fundamento de documentación hemerográfica, presentada en el Simposio Periodismo, Periodistas y Violencia Criminal en México, organizado por el Colegio de México (Sala Alfonso Reyes), Periodismo CIDE y Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en la CDMX, el 20 de septiembre pasado.

DOCUMENTACIÓN EN LA HEMEROTECA DIGITAL DE INPRO SOBRE VICTOR MANUEL OROPEZA: Columnas escritas por él, 101. Referencias, 540.