¿Qué son las alianzas electorales para la izquierda?

¿Qué son las alianzas electorales para la izquierda? 22 de diciembre de 2020

Leonardo Meza Jara

Chihuahua, Chih.

I.- En las coyunturas electorales la consistencia ideológica y política de los partidos se adelgaza. La hoz y el martillo que fueron símbolo de la izquierda histórica del siglo XX, cuyas cualidades son la firmeza y la dureza del metal, han sido sometidas demasiadas veces a los procesos de fundición electoral en los años recientes. 

Desde la década de 1980 en México, las altas temperaturas del calor electoral y del posible arribo al poder, han fundido el metal de lo que antes fueron la hoz y el martillo para la izquierda histórica. Una y otra vez, ese metal ha sido calentado y golpeado por los vaivenes de los procesos electorales, en los que predomina una lógica pragmática. 

¿Cuál es la forma y la consistencia que tienen ahora la hoz y el martillo de la izquierda histórica, que se extiende desde el siglo XX hasta el XXI? Sin duda, es una forma y una consistencia nostálgica. Se comprende que los militantes vivos del Partido Comunista Mexicano y de la guerrilla, eviten hablar de lo que la izquierda partidista no es y de lo que no podrá ser de forma alguna.

Esa es tal vez, la definición más doliente y más nostálgica de Morena para los integrantes de la izquierda histórica. Morena va tomando forma a partir de lo que la izquierda no es y que no podrá ser de forma alguna. Y si cabe algún dolor o alguna nostalgia a este respecto, más vale contenerlo. La izquierda partidista es lo que ha podido ser, en una época en la que el neoliberalismo ha construido un laboratorio de dominaciones movedizas, cambiantes, de las cuales la misma izquierda es una pieza más. La izquierda partidista se ha convertido en una especie de correctora de estilo de la escritura histórica del neoliberalismo. 

¿Qué hace Morena en Chihuahua aliándose con el Panal? ¿Qué es lo que pretende la 4T al pactar de manera tácita con Ricardo Salinas Pliego o Carlos Slim? 

¿Qué pretende el actual gobierno de izquierda concediéndole a los militares espacios de poder que resultan riesgosos? Hace lo que es posible hacer, lo que es posible jugar-se, para seguir ocupando los espacios de poder en lo presente y lo futuro. 

En las formas de construir acuerdos con los poderes fácticos -con un partido como el Panal, con los empresarios neoliberales exitosos y con los militares cuyo poder ha crecido con el actual sexenio- anidan las victorias acontecimentales del neoliberalismo. 

La dominación neoliberal se construye acontecimiento por acontecimiento, jugada por jugada. 

Eso es lo que se refiere con la idea de un laboratorio neoliberal en el que la dominación es una experimentación, o mejor dicho, un conjunto de experimentaciones abiertas. Las posibilidades de emergencia y desarrollo de la izquierda están encerradas en este laboratorio que se desplaza permanentemente, que experimenta y se transforma de una manera impresionante. 

A esto último lo he referido como: la “transformabilidad del neoliberalismo”. A manera de hipótesis se afirma que: la transformabilidad del neoliberalismo implica directamente a la transformabilidad de la izquierda partidista en México, y no a la inversa.  

El neoliberalismo no es una sola masa ideológica sino un conjunto de “ethos”, un conjunto de “formas de ser” y de “formas de hacer”, que se desplazan entre diversos territorios económicos, sociales y políticos. 

Para la izquierda partidista la presencia más significativa de las “formas de ser” y las “formas de hacer” del neoliberalismo, tiene como epicentro a las elecciones. En las últimas décadas se identifica una inercia histórica que ha llevado a la electoralización de la izquierda, que camina en círculos alrededor de las coyunturas electorales.   

Respecto a las elecciones, habría que analizar las maneras en que los “ethos” del neoliberalismo se hacen presentes. 

La imagen de Juan Carlos Loera fijada de manera sonriente en decenas de espectaculares cuyo costo es cuantioso, es una  “forma de ser” de un candidato de izquierda que tiene que ser postulado y promocionado bajo las reglas del marketing electoral neoliberalizado, cuyo eje es el dinero. 

La puesta en marcha de una encuesta para definir al candidato a la gubernatura por Morena en Chihuahua, es una “forma de hacer” bajo la cual los precandidatos concursan para ser electoralmente competentes en la persecución de los espacios de poder. 

En las encuestas de Morena el acto de “competir” para postular candidatos “competentes”, es un mecanismo obviamente neoliberal. 

 


II.- Habría que entender que la dialéctica es multipolar, multi-acontecimental. No se han terminado de mover las piezas de una jugada económica, política o social, para cuando otra jugada nueva queda abierta, con otras piezas y bajo otras circunstancias diferentes. 

El neoliberalismo está formado por un conjunto de jugadas económicas, políticas y sociales, que se acumulan una sobre otra, que se empalman y se confunden entre sí, a veces de manera contradictoria. 

Las acciones a través de las cuales el neoliberalismo construye sus formas de dominación son una avalancha de acontecimientos, de actores, de instituciones, de lugares, de tiempos y de intereses, que al ponerse en marcha toman la forma de un remolino que delimita sobremanera las posibles acciones de la izquierda. 

Las elecciones son una compleja problematicidad en movimiento, cuya cualidad más significativa son un conjunto de transformaciones que requieren ser desentrañada cada vez. La izquierda lópezobradorista comienza a convertirse en una descifradora de las transformaciones electorales en México. Nunca las luchas de la izquierda mexicana habían sido tan electorales como lo están siendo ahora. Nunca las luchas de la izquierda habían sido tan acontecimentales, tan coyunturales, tan cambiantes, como lo están siendo ahora. 

Para la izquierda mexicana la única posibilidad de arribar de manera sustantiva al poder, es el camino de las alianzas pragmáticas y coyunturales. Ese es uno de los mandamientos prácticos que la izquierda heredó de 1988, que fue asumido por el PRD y que ha sido continuado por Morena. 

El principio (neo)liberal del  “laissez faire” (“dejar hacer, dejar pasar” o “todo se vale”), que en sus inicios se planteó en el plano de lo económico, ha pasado a ocupar los planos de lo social y lo político. El principio del “laissez faire” queda expresado en el aliancismo de Morena. La historia política reciente en México es un rompecabezas aliancista que se desplaza a través del “laissez faire”.

En el aliancismo el quehacer político ya no está definido por alguna fijación, sino por un conjunto de desplazamientos que se vuelven variantes. 

La estrategia consiste en aprender a desplazarse haciendo uso de un conjunto de piezas que se pueden unir de diversas maneras (diferentes sujetos, diferentes instituciones, diferentes lugares, diferentes tiempos). 

Las elecciones son un puzle coyuntural y pragmático, cuyos ejes son un aliancismo en expansión.  Aquí predominan lo movedizo y lo incierto, y predominan también las apuestas riesgosas, que a veces le apuestan el resto a una sola casilla…