Chihuahua, Chih.
En una sociedad como la nuestra, convulsionada por una serie de factores, entre los que destacan el crecimiento exponencial de la inseguridad pública y el pragmatismo político de la partidocracia. En la que la perversión de los valores morales y sociales se da a través de la mutación del lenguaje y la consiguiente degradación de la convivencia social.
Como ejemplo, podría mencionarse la cotidiana confrontación entre “chairos” y “fifís” en las redes sociales, en la que el insulto es el común denominador de la nueva relación política de la sociedad mexicana. A través de un léxico ‘novedoso’ (cleptómanos, mitómanos, fragmentados, etc.), las partes defienden -de manera simplista y visceral- su propia ideología política.
En este contexto, afloran los vicios ancestrales del sistema partidista que predomina en nuestro país. Partidos políticos van y vienen. La alternancia electoral en el Gobierno Federal y de los Gobernadores de las entidades federativas: es fruto del voto de castigo ciudadano.
El triunfo de Vicente Fox en el 2000, el de Peña Nieto en el 2012, y el de López Obrador en el 2018, acreditan cómo el hartazgo ciudadano es suficiente para darle la oportunidad a un partido político la oportunidad de acceder al poder presidencial o estatal, según sea el caso.
Sin que dicha alternancia electoral, sea sinónimo de un mejor gobierno y mucho menos para garantizar una mejor calidad de vida para los mexicanos. En la que estamos acostumbrados a soportar cientos de ‘promesas del corazón’. Digámoslo parodiando la frase del expresidente Vicente Fox: “puros pinches cuentos chinos…”
Ahora bien, la pretensión de López Obrador de que los mexicanos ajusten su conducta a principios morales, cívicos y políticos, algunos de ellos incrustados en la “Cartilla Moral” contrasta, abiertamente, con la actitud de los líderes partidistas, entre ellos el del PES; quien ante la declaratoria de pérdida del registro de este partido político nacional, declaró a los medios de comunicación, que:
“ya se prepara la creación de otro instituto político ante el INE, el cual llevará el nombre de Partido Encuentro Solidario… pero que no sabe si será él quien esté al frente de este nuevo proyecto político...” Lo anterior, porque Erick Flores Cervantes es actualmente el Delegado Federal de los programas de bienestar en Morelos.
¿Qué le parece la perversidad de este político? promover que el INE le conceda la franquicia de otro partido político nacional con las mismas siglas del PES. Y en la que reconoce la ‘imposibilidad’ de contar con el tiempo necesario para ser su líder; porque ahora, dedica su tiempo a preparar su candidatura a Gobernador de Morelos. Claro está, con la complacencia de López Obrador.
Al respecto, el analista político René Delgado comenta que “el radical reajuste del proyecto de resolución no sacó de la crisis de credibilidad al TEPJF, pero al menos no la complicó más. De ese modo, se frustró el intento de Encuentro Social de cometer un fraude a la ley al impugnar la decisión del INE de retirarle el registro por no haber alcanzado el 3% de la votación en la pasada elección federal”.
“Vivos, sin embargo, los jefes de ese partido se pusieron un paracaídas que, de abrirse, quizá en un par de años les reponga en la cartera aquella bella cantidad de dinero (283 millones de pesos de financiamiento público). En paralelo, al afán de recuperar en el TEPJF lo perdido en las urnas, esa organización pretende obtener otra vez el registro como partido, ahora bajo la denominación de Encuentro Solidario. El mismo gato, revolcado en sus siglas…”
En nuestro Estado, la situación de los diputados locales del PES es complicada, porque la Ley del Congreso Local establece que “los diputados independientes no podrán formar grupos parlamentarios”. Por lo tanto, Misael Máynez está obligado a devolver la Yukon; así como también, que el Dr. Jorge Issa les restrinja los apoyos de gestoría, dada la inexistencia jurídico-política del grupo parlamentario del PES.