Chihuahua, Chih.
I.- Hay frases que suelen convertirse en maldiciones, palabras célebres que al paso de los años se oscurecen. En 1976, después de descubrir grandes yacimientos petroleros en el Golfo de México, el recién nombrado presidente José López Portillo afirmó: “Los mexicanos que han sufrido carencias ancestrales, ahora tendrán que aprender a administrar la abundancia.” El entonces presidente se refería al abundante petróleo que podría extraerse de los yacimientos recién descubiertos, también hablaba de los montones de dinero que llegarían a las arcas del país como por arte de magia.
Ni con López Portillo, ni en los gobiernos subsecuentes, la “abundancia” del petróleo trajo consigo desarrollo económico o social para el país. Lo prometido se derrumbó como muchas veces ha sucedido. La explotación y comercialización del petróleo y de combustibles, es una actividad que está atravesada por intereses económicos y políticos, y por comportamientos sociales difíciles de entender a veces. Este es un territorio sumamente paradójico.
En lo económico, la “abundancia” prometida en 1976 por el último presidente del nacionalismo revolucionario (o el primer neoliberal), se convirtió en las crisis de 1982 y 1985: devaluaciones, inflación y pérdida del poder adquisitivo de la moneda. A la promesa de la “abundancia” le siguió la década perdida de 1980. A su vez, este fracaso le abrió las puertas al neoliberalismo en México en los años subsecuentes.
En lo político, la presunta “abundancia” se desdobló hacia el envilecimiento de la clase política, que ha llegado a los límites del saqueo y la corrupción. Convertido en un botín para el enriquecimiento de unos cuantos, Pemex es concebido hoy como el territorio del huachicol. Desde 1980 hasta la fecha, ha tenido lugar el fenómeno de huachicolización de la política centrado en Pemex.
En lo social, aquella “abundancia” se convirtió en “negación”. En lugar de enriquecimiento, tuvo lugar un proceso histórico de empobrecimiento que no termina todavía. Con el neoliberalismo, millones de seres humanos en México pasaron a formar parte de una población empobrecida y precarizada. Esos millones de seres humanos se hicieron presentes en la explosión de Tlahuelilpan, Hidalgo: “abundancia” de hombres y mujeres ante un ducto perforado de forma ilícita; “abundancia” (efímera) de un chorro de gasolina que se alzó varios metros en el aire antes de la explosión; “abundancia” de muertos y de heridos que le dan continuidad a una tragedia.
II.- La masa de gente que se aglomeró en torno a un ducto de gasolina el día de ayer, es similar a la masa de gente que ha posteado memes, información y comentarios sobre el asunto en las redes sociales. Un cúmulo de gente se amontó alrededor de un ducto perforado. Otro cúmulo de gente amontona sus comentarios sobre el asunto en las redes sociales.
Las risas y los comentarios jocosos de la gente aglomerada alrededor del ducto, que pueden verse en videos antes de la explosión, son similares a las risas que producen los memes que se han generado con un tono sarcástico en las redes sociales. Los gritos de dolor de las víctimas de la explosión que quedaron registrados en videos, se desdoblan hacia los comentarios solemnes que reclaman humanidad y justicia ante la tragedia. La condición humana se muestra conflictiva.
Sin lugar a dudas, el asunto será politizado y leído bajo la lógica polarizada de la guerra en contra del huachicol. Toda tragedia humana es mediática y políticamente explotable en estos tiempos. Lo que no es válido, es hacer juicios sumarios o lapidarios en las redes sociales, someter la interpretación a la vehemencia y la ligereza interpretativas.
Tras los muertos y los heridos está el fenómeno de la pobreza, la precarización y el abandono del campo que se han profundizado en la era neoliberal. Se recomienda leer la nota “Del ejido al huachicol” en el portal “ejecentral”, en: http://www.ejecentral.com.mx/del-ejido-al-huachicol/.
Detrás de la tragedia están el crimen organizado y la corrupción. Se recomienda leer la edición del 30 diciembre del 2018 y del 13 de enero de 2019 de la revista “Proceso”, que dedican sus portadas al tema: “Saqueo institucional. Las entrañas del huachicoleo” y “Huachicoleo. La guerra de AMLO”.
Tras la explosión están regiones y pueblos enteros que han construido sus formas de vida tolerando de forma tácita y condescendiente al huachicol. Se recomienda leer la nota “Escenas del huachicol poblano” en el portal de “Nexos”: https://www.nexos.com.mx/?p=32348. También hay indicios de una cultura que comenzaba a echar raíces de forma similar a la narcocultura. Aunque la comparación tendría que hacerse de forma comedida. Se recomienda leer el artículo: “Las cumbias y los corridos del huachicol que se la rifan bonito chingando a Pemex”, publicado en “El Universal”, en: https://www.eluniversal.com.mx/nacion/sociedad/las-cumbias-y-corridos-del-huachicol-que-se-la-rifan-bonito-chin-pemex.
El asunto amerita ser pensado con detenimiento y a profundidad, más allá de la polarización que ha generado la lucha en contra del huachicol en el gobierno de López Obrador. No en blanco y negro, pero tampoco en tonalidades grises. El problema es complejo y tiene muchas aristas por analizar…