Chihuahua., Chih
Cuando el día fenecía, una noticia cubrió los últimos titulares de la jornada: Santiago Nieto, a la sazón titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y destacado elemento del gobierno de la 4T, abandonó su cargo en medio de acusaciones. La gota que derramó el vaso fue la fastuosa boda que celebró, en la ciudad de Antigua Guatemala, a la cual concurrieron un cúmulo de integrantes de la clase política nacional, muchos de ellos vinculados a la oposición y distantes de las prédicas del obradorismo.
En el título de la presente colaboración esgrimo que es la segunda caída del Dr. Nieto, debido a que es la segunda vez que cae del pedestal de esa manera; sin embargo, la primera ocasión pudo remontar el vuelo y, cual ave fénix, resurgir de las cenizas, hecho que ahora no sabemos si se consume.
Continuando con lo anterior, es importante resaltar que, en un principio, Nieto tuvo una relevante labor como académico. Este trabajo sirvió para que entrara como asesor del IFE y de la Contaduría Mayor de Hacienda en el lapso que abarcó de finales de la década de 1990, a principios de la del 2000.
Su paso por la administración pública adquirió notoriedad en 2015, al ser designado titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE). Resulta importante señalar que, aunque Nieto no era militante de partido alguno, se comentaba que había sido la propuesta del PRD para ocupar dicha plaza; misma que había contado con el aval del resto de los institutos que tenían representación en el Senado de la República.
En la FEPADE, la trayectoria de Nieto despegó. Si, hasta entonces, se había caracterizado por ser una división de la (entonces existente) PGR, dirigida por burócratas grises, muchos de ellos afectos al mandatario en turno, Nieto se tomó el trabajo en serio y le dio a la instancia un giro de 180 grados.
A pesar de su cercanía al poder, no se dejó obnubilar por el mismo. Abrió denuncias contra Arturo Escobar (quien destacó como diputado del Partido Verde y efímero Subsecretario de Gobernación, en el sexenio de Enrique Peña Nieto), el PRI, hasta Eva Cadena (entonces diputada de MORENA en el Congreso de Veracruz) y fue de los primeros en abrirle indagatorias por delitos electorales a Emilio Lozoya. Ello lo llevó a pisar callos y, en 2017, arguyendo violaciones al debido proceso, el entonces encargado de la PGR, Alberto Elías Beltrán, lo cesó tajantemente de su cargo.
Sin embargo, ante aquella derrota del régimen, Nieto brilló como estrella emergente y ganó credibilidad.
Ello lo llevó a aproximarse a MORENA en 2018, y, tras gestarse la victoria de Andrés Manuel López Obrador en la gesta electoral, fue designado titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Hasta el día de ayer, cuando cesó en su encargo, su desempeño había sido destacado. Al igual que en la FEPADE, tomó en serio su labor y, durante los casi tres años que duró en su puesto, congeló las cuentas de criminales, delincuentes y políticos corruptos.
Sin embargo, en aras de ser objetivos, puedo esgrimir que -como en cualquier actividad humana- también hubo fallas, aunque destacasen más las luces. Como ejemplo de ello, se puede mencionar cuando Manuel Bartlett era investigado por la SFP por su cuantioso patrimonio; y Nieto apareció en una fotografía en Querétaro junto al Presidente; la Secretaria de Energía, Rocío Nahle; además del funcionario en cuestión.
Algunos críticos le reprocharon que, siendo el responsable de velar por la integridad de las finanzas, se retratara con un sujeto quien era indagado por una querella, y sobre el cual se cernían duras suspicacias.
En el mismo tenor, aquí en Chihuahua se le reprochó que, al calor de las protestas del agua en la región del Conchos, impidiera el acceso a las cuentas de algunos participantes del movimiento, destacadamente las de Salvador Alcántar y Eliseo Compeán (entonces alcalde de Delicias).
Aunque, en algunos momentos, se acusó a la UIF de ser uno de los brazos ejecutores del gobierno federal contra opositores conspicuos, el prestigio de Santiago Nieto parecía no tener mácula ¡las acusaciones no hacían mella y él caminaba siempre adelante!
Por ello, parecía tener un futuro promisorio por delante. Su rol de zar anticorrupción le permitió acariciar, en 2021, la candidatura a la gubernatura de Querétaro (entidad de donde es oriundo), señalando que era de los pocos personeros de la 4T que podría vencer al blanquiazul, debido a su prestigio forjado.
Sin embargo, declinó la oferta, señalando que deseaba seguir trabajando en la UIF y que su labor no se atenía a veleidades políticas.
Pero, poco después, fue nombrado ¡y para otro cargo más relevante! Si, en 2020 -al calor de la pandemia- el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell llegó a ser nombrado como un probable presidenciable; Nieto corrió la misma suerte meses después, señalándose que, ante la rebatinga que se suscita en el partido gobernante, Nieto podría erigirse en una especie de “caballo negro” y conquistar victorioso la acariciada candidatura.
No obstante, todo se derrumbó. Lo que parecía ser un enlace discreto, terminó siendo una especie de “boda del escándalo” o la “boda Fifí recargada”.
Tanta fue la alharaca desatada en torno a la unión de Nieto y la consejera del INE, Carla Humphrey, debido a la fastuosidad inherente a la misma; que Nieto acabó dimitiendo de su destacado encargo.
Sin embargo, queda la duda acerca de si dimitió o, como se dice popularmente, “lo renunciaron” pues, en la mañanera de ayer, el Presidente López Obrador ya había dejado entrever su molestia para con el Dr. Nieto; ya que, deslizó, los funcionarios de la 4T no deben permitirse ese tipo de conductas (aunque Nieto planteó en un tuit que dejaba su cargo “para no afectar el proyecto presidencial” y secundaba el liderazgo obradorista; pero no sabemos si ello fue una especie de mea culpa tardío).
En suma, creo que Nieto ha sido un buen funcionario. Por lo que conocemos de su hoja de servicios, considero que su desempeño ha sido recto, honesto y cabal. Imposible saber lo que le deparará el destino, pues, aunque ya tuvo una caída y resurgió; no sabemos si en esta ocasión pueda remontar.
En política todo es posible.
A este respecto, me quedaría con una metáfora de la película “El Juez” (gran filme del año 2015, con las grandes actuaciones de Robert Downey Jr. y Robert Duvall): Sería triste que recordásemos a Nieto por su declive, en lugar de por su incesante actuar.
Sin embargo, viendo el triste derrotero que acompañó a César Yáñez; quizás Nieto deba esperar al 2024 a que se baje la tormenta.
Nada está escrito.