La poetisa y la pandemia

La poetisa y la pandemia 21 de abril de 2020

Ethan Tejón Herrera

Chihuahua, Chih.

“y aunque llega la muerte presurosa

y tu fragante vida se te aleja,

no sientas el morir tan bella y moza:

mira que la experiencia te aconseja

que es fortuna morirte siendo hermosa

y no ver el ultraje de ser vieja.”

—Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695). Religiosa, poetisa y escritora mexicana.

 


Hace 325 años y en medio de un brote epidémico como el que hoy azota al mundo, fallecería el llamado "Fénix de América" o "La décima musa", quien a su vez fuera la máxima exponente del llamado "Siglo de Oro" de las letras españolas y una mujer bastante adelantada para su tiempo.

Una poetisa como ninguna que desafió a los usos y costumbres de su época cómo un verdadero antecedente del feminismo actual.

Sor Juana Inés de la Cruz es, sin duda alguna, una muestra del protofeminismo (feminismo primitivo) que existió tiempo atrás de que existiera el término, así como la ideología feminista que surgió a partir de la emancipación femenina acontecida a partir del siglo XIX.

El 17 de abril de 1695 falleció Sor Juana Inés de la Cruz, en medio de una epidemia de tifus que asolaba al convento en el que se establecía, falleció cuidando a sus hermanas de la fiebre, de la peste y de la muerte que acechaba por cada pasillo y rincón de aquel recinto religioso.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana era su nombre verdadero, siendo quizás la poetisa más conocida de México o tal vez de toda Hispanoamérica.

Su fecha de nacimiento, al igual que su vida, está rodeada de un halo de misterio, su biografía escrita por el sacerdote jesuita Diego Calleja, apuntó a que nació el 12 de noviembre de 1651, sin embargo, en 1952 se encontró un acta de bautismo que apuntaba a que la fecha correcta se suscitó en 1648.

 


Desde muy joven se regodeó en los círculos de la corte del entonces virrey Antonio Sebastián Álvarez de Toledo Molina y Salazar (II Marqués de Mancera), mientras tanto su esposa Leonor Carreto se convirtió en su principal mecenas, protectora y confidente.

Sor Juana se propuso como prioridad siempre el estudio y el cultivo de la actividad cultural e intelectual por encima de las "obligaciones maritales" que le correspondían a una jóven de su época.

Por lo tanto le fue ofrecida la vida religiosa como alternativa a las "buenas costumbres" de la época colonial, ofrecimiento qué fue realizado por el padre Antonio Núñez de Miranda (1618-1695).

En 1669, luego de abandonar el Convento de San José y de Santa Teresa de las Monjas Carmelitas Descalzas ingresó al Convento de San Jerónimo (el cual se convertiría en su última morada), adoptando el nombre religioso que continúa distinguiendo hoy en día: Sor Juana Inés de la Cruz.

En dicho convento se desempeñó como contadora y archivista, cómo a su vez comenzó a entablar relaciones cercanas con figuras distinguidas de la clase política y religiosa de la sociedad novohispana.

Sor Juana adoptó el seudónimo de "Sor Filotea de la Cruz" para continuar escribiendo mientras el clero aumentaba sus presiones sobre la jóven poetisa por no dedicarse a las "letras divinas, sino a las humanas".

Finalmente en 1693, abandonó la escritura, su biblioteca personal fue disuelta aparentemente por decisión personal, y sus estudios sobre astronomía filosofía, historia, música y pintura entre otras disciplinas fueron aplazados.

Para algunos este desprendimiento material es visto como una especie de purificación espiritual, sin embargo para otros académicos como nuestro distinguido Premio Nobel en literatura (1990), Octavio Paz, se debió a las presiones ejercidas por Antonio Núñez de Miranda y las del arzobispo Francisco de Aguiar y Seijas y Ulloa (1632-1698).

Paz se convirtió en una de las voces que ayudaron a difundir el legado de nuestra poetisa inmortal con su ensayo "Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe" (1982).

Recientemente, el diario local El Heraldo de Juárez publicó una nota acerca del aniversario de la muerte de Sor Juana, lo que dió origen a esta colaboración, a modo de conmemoración en honor a nuestra poetisa extinta, al menos físicamente pero no de nuestros libreros y de nuestra memoria histórica.

Aún después de fallecida, el legado de Sor Juana continúa perdurando durante más de 3 centurias, sus letras lograron sobrevivir al terrible paso del tiempo que todo lo reclama, incluido nosotros.