La pandemia y la oscura alquimia de la ciencia o la política 31 de agosto de 2021
Leonardo Meza Jara
Chihuahua, Chih.
I.- Durante la pandemia la teoría y la metodología científica han funcionado de forma similar a la alquimia. ¿Cómo funciona la alquimia? Es un pensamiento precientífico, que no desarrolla estrictamente las herramientas teóricas y metodológicas de la ciencia. Las bases de la ciencia son: A) el pensamiento inductivo que experimenta empíricamente en base a procedimientos estadísticos y, B) el pensamiento deductivo que regula los mecanismos de postulación de la verdad en base a una racionalidad y una lógica estrictas.
La alquimia no tiene como base los procedimientos inductivos y deductivos de la ciencia, sino que funciona a través de suposiciones, intuiciones y abducciones que generalizan la verdad de manera intempestiva, de un solo golpe. En el pensamiento de la alquimia la verdad aparece un tanto azarosa, como si fuera un rayo que ilumina los acontecimientos de forma completa y definitiva.
Por algún momento, las vacunas fueron pensadas de esta forma. Se pensó a las vacunas como un rayo que cae sobre la oscuridad de la pandemia, como una luz que ilumina la noche de contagios y de muerte sobre la cual caminamos todavía.
Pero la luminosidad de las vacunas duró poco. Lo que se deja ver en las últimas semanas, es la falibilidad de las vacunas. Esto significa que las vacunas son insuficientes para resolver el problema de la pandemia que se puede extender por meses o incluso años.
Puede admitirse que en el caso de las vacunas la ciencia ha estado trabajando en un espacio donde utiliza procedimientos inductivos (experimentaciones que se vuelven estadísticas) o deductivos (argumentaciones racionales y lógicas suficientes). Pero hay momentos en que las maneras de trabajar de la ciencia respecto a las vacunas contra el SARS-CoV-2, se parecen a los mecanismos de la alquimia que se desarrolló durante los siglos de la edad media.
En Inglaterra comenzaron a realizar experimentos para combinar la aplicación de las vacunas AstraZeneca, Moderna, Novavax y Pfizer-BioNTech (“¿Qué tan efectivo es mezclar vacunas de AstraZeneca y Pfizer?”, El Financiero, 26 de julio de 2021).
El mecanismo combinatorio de las vacunas que busca una mayor efectividad, se parece demasiado a los procedimientos usados por la alquimia durante la edad media. Los alquimistas combinaban sustancias con la intención de descubrir alguna herramienta médica, química o de otra naturaleza.
La invención de las armas de metal (que impulsó la era de hierro) o de la pólvora (que impulsó el militarismo) fueron creaciones alquímicas. Una de las aspiraciones de la alquimia que se intentó con más fervor, fue la fabricación de oro. Durante siglos se intentó crear oro combinando sustancias bajo los mecanismos de la alquimia. Incluso Newton, a quien se considera “el padre de la ciencia”, intentó crear una receta alquímica para fabricar oro (“Hallan la receta de Newton para convertir metales en oro o plata”, El País, 11 de abril de 2016).
En estos momentos la salud pública tiene el precio del oro. Con los meses quedará en claro el valor monetario de las vacunas que los gobiernos han comprado de manera emergente a diferentes laboratorios privados, que trabajan en un territorio donde lo científico y lo alquímico se combinan de maneras extrañas.
Recientemente, los laboratorios de AztraZeneza y Pfizer-BioNTech anunciaron que se requeriría un segundo esquema de vacunación. Con un solo esquema de vacunación no es suficiente para una protección efectiva contra el SARS-CoV-2.
Aquí cabe preguntarse: ¿Cuántos esquemas son suficientes para una efectividad de la vacuna? ¿La vacuna será en todo momento insuficiente ante un virus cuyo comportamiento de mutación es sorprendente? ¿Somos los humanos quienes experimentamos con un virus, o es un virus quien al hacer uso de una inteligencia, otra, de una inteligencia no humana, juega con las vidas de los seres humanos en un territorio donde se dejan ver las limitaciones de la ciencia?
II.- Durante los momentos más álgidos de la pandemia del año pasado, lo más sobresaliente fueron los discursos de López Gatell en las conferencias vespertinas. En esos discursos los conceptos teóricos y metodológicos de la ciencia tuvieron un momento de brillo y lucidez que deslumbró a muchos.
En los primeros meses de la pandemia la figura de López Gatell fue fetichizada, es decir, colocada en un altar, en un espacio de culto “cuasi” religioso que se levantó entre los territorios de la ciencia y de la política. Al ser fetichizado, el personaje de López Gatell fue objeto de adoración e idolatría. Pero hacia finales del 2021, tuvo lugar un proceso contrario en el que la figura de López Gatell fue des-fetichizada. El funcionario más notorio del gobierno federal durante la pandemia, perdió el aura científica y política que lo envolvía.
Todavía no queda claro si el movimiento descendente de López Gatell es el de un científico que devino en político, o el de un político que devino en científico. Lo que va quedando claro, son los lugares en donde se esconden las posibles verdades sobre la pandemia.
¿Dónde están las posibles verdades sobre la pandemia, que a lo largo de estos meses son números y estadísticas (lo cuantitativo), y son también historias de vida personal y familiar que implican el sufrimiento de la enfermedad o de la muerte (lo cualitativo)?
Estas posibles verdades se ubican en un territorio alquímico formado en los entrecruces de la ciencia y la política. Durante la pandemia la verdad se ha jugado alquímicamente, a veces inclinada hacia la ciencia y otras veces inclinada hacia la política. En las decisiones que se han tomado sobre la pandemia, ¿dónde comienza la ciencia y dónde termina la política, o viceversa? Esto no queda claro.
El dispositivo del semáforo es una extraña alquimia que mezcla los colores a placer. En un inicio, los colores del semáforo eran cuatro (verde, amarillo, naranja y rojo), pero posteriormente se agregaron variantes.
Por ejemplo, en el caso de Chihuahua surgió el color “naranja mostaza” inventado por el gobernador Javier Corral, aficionado a la colorimetría. La combinatoria de colores de Corral es una alquimia que se pierde en los laberintos que se forman entre la ciencia y la política durante la pandemia.
En la decisión del regreso a clases se identifican también los procedimientos de una alquimia, que combinan variables científicas, políticas, económicas, pedagógicas y psicológicas. Hay que tener claro que las decisiones alquímicas son una combinatoria que se juega a ciegas.
Nadie tiene claro lo que pasará con el regreso a clases, hay más incertidumbres que certidumbres al respecto. En todo caso tendríamos que hablar de las zonas oscuras de la alquimia, del imposible equilibrio que se juega en las decisiones de la alquimia.
Cuando se combinan sustancias desde una racionalidad alquímica (que en el caso del regreso a clases son variables: científicas, políticas, económicas, pedagógicas y psicológicas), es imposible saber con claridad lo que resultará de una mezcla que se juega a ciegas. Es aquí que surge la presencia de una oscuridad, de una falta de certidumbre que se manifiesta como un desequilibrio.
Es imposible controlar todas las variables que se pondrán en juego con el regreso a clases, lo que aparece son zonas de oscuridad y desequilibrio que los maestros, alumnos y padres de familia estaremos caminando.
Parece que la premisa mayor de la biopolítica que fue planteada por Foucault, que consiste en resguardar la salud y la vida de las personas a través de políticas públicas, ha quedado suspendida.
La biopolítica ha sido desplazada por una alquimia donde la construcción histórica de la verdad científica y/o política entran en conflicto. Vivimos un momento en el que la biopolítica está siendo intervenida por una extraña alquimia que resulta desconcertante.