Chihuahua, Chih.
I.- En estos días estuvo en la ciudad de Chihuahua la activista y teórica decolonial Catherine Walsh, en el marco del V Encuentro de formación de investigadores organizado por la REDIECH (Red de Investigadores del Estado de Chihuahua).
Walsh es una de las voces de mayor peso entre los(las) teóricos(as) decoloniales. Entre los(las) integrantes del grupo Modernidad/Colonialidad, que es la plataforma de los debates actuales de la decolonialidad, se identifica un primer círculo formado por Enrique Dussel, Aníbal Quijano y Walter Mignolo. En este grupo hay un segundo círculo de intelectuales formado por:
«…el filósofo colombiano Santiago Castro-Gómez, el antropólogo colombiano Arturo Escobar, el sociólogo venezolano Edgardo Lander, el antropólogo venezolano Fernando Coronil, el filósofo puertorriqueño Nelson Maldonado Torres, el sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel y la lingüista norteamericana Catherine Walsh...» (“Nueva perspectiva filosófica en américa latina: el grupo Modernidad/colonialidad”, Pachón Soto, 2007).
La voz de Walsh abre los debates decoloniales en la educación latinoamericana, y por supuesto, ha influido en el campo de la investigación educativa. Las participaciones de Catherine Walsh en diferentes eventos en la ciudad de Chihuahua, cuestionaron el ímpetu colonizador de la investigación educativa, cuya carga cultural e histórica se enraíza en la tradición positivista. De forma intensiva y extensiva, en el último medio siglo la investigación educativa en México ha mostrado su ímpetu colonizador que se identifica en:
- Las estrategias de extractivismo epistémico, mediante las cuales los investigadores se apropian de los saberes de otros(as) para usarlos en beneficios que no son colectivos, sino que son individuales o institucionales.
- La construcción histórica de una verdad que se impone de arriba (los especialistas de la investigación) hacia abajo (los maestros y los alumnos).
- Una toma de distancia que despolitiza y vuelve frías las relaciones entre los actores educativos.
- La imposición de formas de interpretación que son más técnicas que políticas, más conceptuales que contextuales, más abstractas que concretas.
- La formación de un grupo de notables que han entrado a la casta de los titulados del doctorado y la nobleza de los reconocidos por el SNI (Sistema Nacional de Investigadores), siguiendo los caminos de la meritocracia.
Los territorios de la academia universitaria y la investigación educativa están plagados de escaleras que sirven para trepar hacia arriba.
Desde la lógica neoliberal vigente, se trata de subir peldaños para ser más que los otros(as) y, para acceder a mayores beneficios que están relacionados con el ingreso al SNI. Esta es una antítesis de lo que vino a decir y hacer Catherine Walsh a Chihuahua.
El discurso de la activista y teórica decolonial cuestionó de manera radical los peldaños de la escalera que dividen el arriba y el abajo de la academia universitaria y la investigación educativa.
Las metáforas recurrentes. que son parte de la escritura de Walsh, no señalan hacia un arriba que está formado por los peldaños de una escalera neoliberal, sino que son metáforas que están plantadas a ras de tierra, metáforas que se enraízan en las profundidades de la superficie de América Latina.
Catherine Walsh habla de “siembras” que se construyen de manera colectiva desde las realidades del contexto latinoamericano; habla de “entretejimientos” elaborados por muchas manos que se acompañan unas a otras en procesos que politizan la formación del saber; habla de abrir “grietas” sobre los muros neoliberales, para hacer brotar desde estas grietas una flor de esperanza desde la izquierda. [“Entretejiendo lo pedagógico y lo decolonial: luchas, caminos y siembras de reflexión-acción para resistir, (re)existir y “re)vivir”, 2017].
La lógica de las metáforas decoloniales de Walsh es disruptiva y lanza preguntas a mansalva que ponen en duda la condición colonizadora de la investigación educativa.
Una grieta no es el peldaño de alguna escalera. En todo caso, una grieta es un dispositivo para romper los peldaños de las escaleras meritocráticas que conducen al cielo neoliberal de la academia universitaria y la investigación educativa.
II.- En la academia universitaria conozco a quienes exigen ser nombrados como “doctores(as)”. Conozco también a quienes solicitan no ser nombrados(os) como “doctores(as)”.
En uno de los eventos en los que se dialogó con Catherine Walsh, se nos pidió que al presentarnos evitáramos las denominaciones académicas o institucionales. Los títulos académicos y las investiduras institucionales son máscaras del poder, son artificios que suponen la superioridad de unos(as) sobre otros(as).
La investigación educativa y la academia universitaria están plagadas de dispositivos de superioridad e inferioridad que tienen una lógica colonizadora. Lo que propone Catherine Walsh es decolonizar estos dispositivos, que en su conjunto, forman parte de una compleja maquinaria de dominaciones.
Quienes formamos parte de la academia universitaria procuramos vestirnos con un traje que nos distingue de los demás. En las denominaciones, las formalidades y los protocolos universitarios hay un estatus académico cuyo resguardo proviene de las jerarquizaciones heredadas de la época medieval.
No es lo mismo ser licenciado, que tener el título de maestría o el grado de doctor. Aunque por momentos, las castas de la academia universitaria suelen comportarse como jaurías que luchan a muerte para quedarse con la mayor tajada del presupuesto público.
Un investigador con prestigio, un académico con grado de doctorado, suele vestirse con el traje imaginario de un emperador que reclama las mejores ropas para sí.
El estatus se demuestra y se ostenta, se reproduce mediante mecanismos que procuran dejar en claro un arriba y un abajo que resultan distantes. Hay que tener un nombre antecedido por la denominación de un grado académico. Hay que allegarse del ropaje confeccionado por el Sistema Nacional de Investigadores, cuyo reconocimiento se traduce en beneficios económicos individualizados. Hay que hacer crecer el clóset donde los universitarios guardan los trajes que los visten de un saber (el conocimiento del currículo universitario) y un hacer (las formalidades y protocolos institucionales), que los vuelven superiores ante los demás.
III.- Lo que plantea de fondo la pedagogía decolonial de Catherine Walsh es una desnudez radical, que está presente en la lectura que Enrique Dussel realiza de la filosofía de Emmanuel Lévinas.
El “cara a cara” de Levinas consiste en mirar el rostro del otro(a) sin ropajes de por medio. Los cuerpos se desvisten de todo contenido epistemológico, político, educativo, etc. que plantea una superioridad, una distancia, una desigualdad que se traduce en una dominación colonizadora. Los rostros se miran frente a frente sin ropaje alguno, y lo que queda en medio de las miradas de dos rostros que están frente a frente, es la desnudez radical de lo que somos los hombres y mujeres de América Latina (“Liberación latinoamericana y Emmanuel Lévinas”, Dussel y Guillot, 1975).
Aprender a mirarse en el espejo sin el traje confeccionado con las telas de la academia universitaria, entender lo que somos, más acá de las investiduras institucionales, aprender la humildad que se desprende de la pedagogía de Paulo Freire.
Desnudar a la academia universitaria de los ropajes de superioridad que colonizan…