
Chihuahua, Chih.
Siempre es bueno pausar los editoriales que escribo con cierta normalidad acerca del entorno económico nacional y mundial, y una vez que he salido de los apuros y puesto en orden varios compromisos de investigación y docencia, de aquí en adelante estaré publicando mis análisis sobre varios temas de coyuntura, como los aranceles y su impacto en el comercio mundial, los movimientos de capitales, la Inversión Extranjera Directa (IED), las finanzas públicas, el rescate financiero de Pemex, entre muchos otros temas.
En esta ocasión por ser tema del día, me parece que es oportuno analizar lo que nos presenta la Secretaría de Hacienda en su Paquete Económico 2026, que se integra de varios documentos que son presentados a la Cámara de Diputados y al Senado para su aprobación.
Los documentos que integran al Paquete Económico, tal como se le conoce, son: Criterios Generales de Política Económica, Iniciativa de Ley de Ingresos, el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación y reformas a algunas leyes secundarias o de Miscelánea Fiscal.
En cuanto a la expectativa para 2026, en el primer documento se señala que la economía podría crecer entre 1.8 y 2.8 por ciento, estimación basada en un conjunto de indicadores macroeconómicos que pondrán mantener con cierto dinamismo el conjunto de la actividad económica en nuestro país.
Esta expectativa del crecimiento económico, si los supuestos no cambian, se verá acompañada de una estabilidad en el tipo de cambio (pesos x 1 dólar), de control de la inflación (del 3.0%) y de bajas en las tasas de interés (del 6.0%).
Estos indicadores son fundamentales para seguir atrayendo más Inversión Extranjera Directa que, a decir de la Secretaría de Economía, en 2025 se registró una cifra récord de poco más de 34 mil millones de dólares y para 2026, México se perfila como uno de los principales destinos para la inversión extranjera por lo que se proyecta captar alrededor de 48 mil MDD en Inversión Extranjera Directa (IED).
Pero para financiar el crecimiento, se requiere tanto inversión pública como privada (de capitales nacionales y extranjeros), con los que se genera empleos y, por tanto, se acelera el consumo. Al tener empleo, la gente percibe un ingreso y tiene con que comprar, por lo que incentiva el consumo.
El ritmo que ha tomado la economía en este 2025, aún no es suficiente para asegurar una plena recuperación del empleo, e incluso los datos que ha dado a conocer el INEGI sobre la tasa de crecimiento económico, es de apenas 1.5% o, si bien nos va, del 2% al cierre de este año.
Es evidente que no se pueden hacer cuentas alegres en los pronósticos del crecimiento económico, porque la guerra arancelaría que desató desde abril a agosto pasado el presidente de los Estados Unidos Donald Trump, ha puesto un freno a las economías de todo el mundo y México no es la excepción.
Así pues, en medio de este gris panorama, y a pesar de ello, la economía mexicana y el sector empresarial, requieren del acompañamiento del gobierno federal, que con su presupuesto fiscal, plantean algunas cuestiones interesantes.
Respecto a su política de ingresos fiscales, es un hecho que la base de su pobre estructura impositiva que no ha cambiado en 45 años, desde que se constituyó en 1980, como un sistema de contribuciones y de coordinación fiscal, al establecer como mandato constitucional, que: “Artículo 73. El Congreso tiene facultad, VII. Para imponer las contribuciones necesarias para cubrir el presupuesto”.
Es decir, las contribuciones, la facultad o el poder de imponer los impuestos recae únicamente en el Estado a través de su poder legislativo, y ningún gobierno presidencial, se ha atrevido a reformar nuestro caduco sistema fiscal o de contribuciones.
Y como siempre, para cada ejercicio fiscal se estiman los ingresos que se van a recaudar y la forman de cómo se destinarán a las diversas necesidades de gasto público.
Así, por ejemplo, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público dio a conocer su Iniciativa de Ingresos para el ejercicio fiscal de 2026, por un monto de 10 billones 194 mil millones pesos, que tendrán un incremento nominal del 9.5% respecto a 2025,
Lo interesante de esta Iniciativa de Ingresos, es que esos recursos que se obtendrán por fuentes propias, no alcanzarán para cubrir las necesidades presupuestales de gasto público, por lo que, para cubrir ese déficit presupuestario, tal como se acostumbra en cada ejercicio fiscal, o sea, cada año, se contratará deuda pública interna del Gobierno Federal por el orden de 1 billón 780 mil millones de pesos que, respecto al ejercicio fiscal de 2025, tendrán un incremento del 13% en términos nominales y el nivel del endeudamiento como proporción del PIB, pasará de un 49 a 52%.
Si bien la falta de ingresos tributarios que no da el sistema fiscal y los gobiernos sexenales se aferran en no reformarlo, será con austeridad, con disciplina fiscal y con deuda pública del gobierno federal como en 2026, la presidenta Claudia Sheinbaum sacará sus proyectos de gasto ordinario y de gastos en inversión pública en infraestructura.
Quizá lo que puede ayudar a obtener más ingresos presupuestales, es la eficiencia recaudatoria en impuestos, en aduanas y los nuevos ingresos en su política arancelaria para países que no tienen Acuerdos Comerciales con nuestro país.