El existencialismo

Corrientes filosóficas irracionales

El existencialismo 19 de enero de 2021

Francisco Javier Pizarro Chávez

Chihuahua., Chih

El pensamiento es abstracto y la existencia es concreta” (Kierkegaard)

1o. Parte

El existencialismo surgió en la segunda década del siglo anterior, que tuvo gran difusión en Italia, España y países de América Latina. Sus fundadores y promotores principales fueron Martín Heidegger y Carlos Jasper en Alemania, y Juan Pablo Sartre, Gabriel Marcel y Alberto Camus en Francia.

Para comprender las raíces ideológicas del existencialismo y como se manifiesta en los dos países europeos referidos, es preciso analizar el marco histórico en que surge.

El existencialismo alemán, emana en los años de la Primera Guerra Mundial, cuyas causas-- naturaleza y significado de este acontecimiento histórico--, sus promotores asumieron la “absurdidad del ser social” y “la falta de perspectiva histórica, como ejes fundamentales.

Para ellos, la alineación del individuo en la sociedad capitalista, su despersonalización y el infierno a que se ve sometido en esta guerra mundial, se presentan como fuerzas enajenantes de toda la historia, en la que “todo es compulsivo y nada tiene sentido”. 

He aquí, la base de su nihilismo y su visión pesimista del mundo, a tal grado, que el filósofo alemán Teodoro Lessing, se preguntó  “si no sería mejor imaginarse a la historia como una fuerza insensata, enajenada y enajenadora”.

El existencialismo llega a su más alto grado de expresión en Francia durante los años de la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial. 

Las diferencias de matiz entre el existencialismo alemán y el francés, empero, no son de fondo. Ambos responden a una misma esencia (idealismo subjetivo) y base social. No obstante, es el existencialismo francés el que, en ese contexto histórico, se asume como una “filosofía de la libertad” ya que muchos de sus seguidores se sumaron al fuerte movimiento antifascista.

La gran difusión del existencialismo francés, en la década de los cuarenta y cincuenta del Siglo XX, se expandió fundamentalmente a través de la literatura, la cual atrajo en forma sutil y amena, un gran número de lectores. La conducta política antifascista de Sartre, fue otro factor determinante.

Durante el período de la guerra fría y polarización mundial, que mantenía al mundo en la incertidumbre de una nueva conflagración entre los países socialistas y Estados Unidos, dio un giro profundo al destino de la humanidad. 

La irracionalidad, de las explosiones atómicas en Hiroshima y Nagasaki; el acrecentamiento de la carrera armamentista, las intervenciones armadas de las grandes potencias en el Este de Europa y América Latina, son testimonios que el existencialismo heredó a las nuevas generaciones, con dos preceptos irracionales: “su porvenir no les pertenece”; y su vida fluctúa entre “El ser y la nada”.  

A partir de entonces brotaron otras premisas teóricas del existencialismo que es preciso abordar a partir de sus raíces gnoseológicas, que no son otras más que las de los predecesores de esta corriente filosófica irracional: Schopenhauer, Soren Kierkegaard; Nietzsche, Husserl, entre otros.

Veamos brevemente que planteaban estos filósofos y que toma de ellos el existencialismo. 

Kierkegaard siguiendo el irracionalismo de Schopenhauer afirma que no es posible que la razón conozca la realidad, pues dice, lo que se piensa no existe realmente, es sólo algo posible. El Pensamiento es abstracto y la existencia es concreta.  

El concepto de existencia que es lo principal en la doctrina de Kierkegaard, es considerada como un cambio en el tiempo, su concepción del cambio no es dialéctica. Para él, las diferencias cualitativas son primarias e inmutables y el proceso vital (el devenir), es considerado únicamente un “impulso”, concepto que basa su concepción del desarrollo, como proceso espiritual de la personalidad.  

Kierkegaard, además, en su teoría del conocimiento partiendo de su concepción irracionalista que hemos expuesto, considera que la verdad es solo un objeto del sentimiento y las pasiones personales. Esto es, niega la vedad objetiva. Para él únicamente existe lo singular, por lo que el objeto de la filosofía es la existencia y no la esencia.

Afirma que el “pensador existente” debe enfocar la realidad subjetivamente, cómo se refracta a través de su vida individual, de su vida emocional. 

Este subjetivismo existencial niega el conocimiento científico objetivo, ya que “mientras que el pensamiento objetivo es indiferente respecto al sujeto pensante y a su existencia, el pensador subjetivo, está esencialmente interesado en su pensamiento: existe en él” 

Para éste filosofo, la existencia carece de todo sentido si no se ve el valor supremo de lo individual. Rechaza la realidad social, sólo el individuo es una realidad, el género una fantasía.

En conclusión: el existencialismo se apoya en el concepto de existencia  del  pensador existente de Kierkegaard. Por su parte, Nietzsche, dio origen al irracionalismo contemporáneo con su llamada “filosofía de la vida”, concepto central de su doctrina.

La base de la vida para Nietzsche es la voluntad; es la revelación de ella y objetivación.  Es importante aclarar que no se trata de una voluntad abstracta, universal como la Schopenhauer, sino de una voluntad concreta, determinada: La voluntad de poder.

También mantiene una posición antihistórica, contraria al progreso. Ve en el mundo un caos sin sentido, un juego de fuerzas que surge del no ser que nos rodea y se hunden en él. O sea, un proceso que no conduce a ninguna parte.

Nietzsche lleva hasta su último término el idealismo subjetivo y el agnosticismo, afirmando que todos los conceptos de que nos valemos para explicar al mundo, son ficciones que nosotros hemos creado.

De ahí deduce que buscar “el mundo verdadero”, la “cosa en sí” es inútil, pues no hay hechos objetivos, sino simples representaciones.

En concreto. La idea fundamental de esta “filosofía de la vida” es que el concepto de materia debía ser sustituido por el concepto de vida, entendida ésta como un torrente o impulso irracional. De esta forma la materia se reducía a un “vestigio inanimado” (Bergson) o a una “forma inmóvil” (Simmel).

A partir de entonces se concluyó que el conocimiento racional, sólo podía tratar conceptos abstractos, inmóviles, representaciones que hemos hecho, pero mediante los cuales no podemos comprender la vida individual, cambiable, relativa y concreta.

Dicho de otra manera. La razón no puede llegar a conocer la vida (impulso irracional) ya que ésta solo es captada por la intuición, por una “vivencia de la vida”, valga la cacofonía. 

Por último, en lo que se refiere a Edmund Husserl, autor de la doctrina idealista de la fenomenología, (estudio de los fenómenos), es necesario destacar sus planteamientos esenciales para comprender en qué medida se apoya en ella el existencialismo.

La doctrina de Husserl trata de darle cierta objetividad al idealismo subjetivo con el fin de evitar el solipsismo, doctrina filosófica que preserva que el sujeto pensante no puede afirmar ninguna existencia salvo la suya propia. 

Las ideas centrales de su doctrina son: 

Que la filosofía estudie únicamente los fenómenos de la consciencia como lo único y directamente dado.
Reconozca que esos fenómenos no son procesos psíquicos sino “esencias absolutas” de significación general, independientes de la conciencia individual, pero que sólo están en ella y no poseen existencia fuera de ella.
Las referidas esencias no son conocidas mediante la actividad de abstracciones de la razón, sino que son vividas directamente y, luego descritas, tal como se contemplan en todo acto de la intuición.
Como podrán percibirlo, esta doctrina trató de interceder el racionalismo con la lógica. Respecto a la primera idea, vemos que, para Husserl, la filosofía no debe apoyarse en los datos de las ciencias experimentales, sino reducirse al “mundo trascendental” de la “conciencia pura”.

Para fundamentarlo, apela a la intuición. El propone que se diferencie el acto cognoscitivo como proceso psíquico que transcurren en la conciencia de los seres humanos, por el contenido o sentido de este acto, ya que las leyes de la lógica son verdaderas al “margen” por completo de los procesos psíquicos que transcurren en la conciencia de especie humana.

El contenido y sentido del juicio verdadero, para él, no depende de lo que se dice o se piensa de ellos, ya que son verdaderos en sí mismos, independientemente de si son hombres, demonios o ángeles quienes lo formulan. En pocas palabras: hace de las leyes lógicas, leyes ideales y apriorísticas. 

Después de separarlas de la realidad objetiva y el proceso real del pensamiento, Husserl manifestó que ningún conocimiento verdadero puede referirse a los hechos del mundo real.

Para fundamentar su doctrina fenomenológica, parte de que es necesario excluir (o encerrar) toda la realidad objetiva; el contenido de las ciencias naturales o sociales; las vivencias psíquicas, etc. 

Para él, el problema de la existencia de lo que es objeto de investigación, después de la cual queda la “conciencia pura”, queda exente –según él—de cualquier vínculo con el mundo exterior, aunque de cierta manera conserva toda la riqueza de su contenido.

Si analizamos ese planteamiento a detalle, queda en claro que, si bien formalmente no se niega la existencia del mundo material, sí se esboza que él, puede ser origen de conocimiento verdadero. 

Esa conciencia pura que queda después de esa reducción de la existencia real de las cosas, se caracteriza por la orientación hacia un determinado objeto (intencionalidad), así como un elemento de sentido general y concreto.

Dicho de otra manera. Afirma que la conciencia no es algo que carece de objeto, sino que siempre va dirigida a un objeto, lo que es una incongruencia, ya que ese objeto del pensamiento no existe fuera de la conciencia, sino en todo caso, es “supuesto por el pensamiento”, lo que no es igual, aunque parezca lo mismo, ya que mediante esa estructura del saber que existe apriorísticamente en “la conciencia pura” resulta ser el elemento de partida y creador tanto del conocimiento como del objeto de la cognición.  En lenguaje llano: “la conciencia construye al objeto de acuerdo a su estructura”.

La “conciencia pura” a la que refiere Husserl, es en realidad un cúmulo de acontecimientos acumulados por la humanidad, que reflejan la realidad objetiva, por lo que no son, como él los presenta, “esencias ideales eternas”.

La fenomenología de Husserl es un análisis psicológico introspectivo, que aparenta superficialmente la elevación a lo absoluto del grado lógico del conocimiento, cuando en realidad toma de él la forma, a la que da un contenido irracional, lo cual abordaremos en la próxima entrega de la segunda parte de esta corriente existencialista.