Chihuahua, Chih.
No obstante las ilegalidades cometidas por el ahora candidato presidencial independiente, Jaime Rodríguez (El Bronco), el “sistema” decidió apostar, fuerte y, a pesar del desgaste sufrido, colocar en la boleta electoral a quien, suponen, puede capitalizar de mejor manera los denominados votos “antisistema”, hasta ahora recogidos, casi como si fuera una pala mecánica, por el candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador.
Aquí sí no hay motivo de duda, los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) más señalados por su cercanía o pertenencia a la élite que hoy gobierna, resolvieron dejar de lado las verdaderas trapacerías cometidas por el equipo de El Bronco y otorgarle la candidatura, recibida críticamente por todos los actores, con la excepción del candidato priista José Antonio Meade.
“Bienvenido”, le dijo.
Y es que -probablemente- la más reciente encuesta publicada por el periódico El Universal (“AMLO,10.9 puntos arriba de su competidor más cercano”, 9/IV/18), en la que el candidato de Morena recibe el 42% de las simpatías, por el 31.1 de Ricardo Anaya y el 21.9% de Meade, debió desatar el pánico en Los Pinos e Insurgentes Norte (En la sede del Comité Nacional del PRI) pues traducidos a los potenciales votos que se emitirán en la elección presidencial, resultaría que López Obrador aventaja al candidato priista por casi 11 millones de votos (10 millones 854 mil).
Y esa sí que es una distancia prácticamente imposible de alcanzar, pues se necesitaría que AMLO perdiera 6 millones y Meade ganara 5 millones, para lo cual sería necesario que ocurriera una catástrofe electoral en contra del candidato izquierdista y que, de repente, cambiara la percepción generalizada sobre la candidatura del, ahora sí lo podemos decir así, el abanderado oficial.
Una anotación: Para efectuar estos cálculos suponemos que cada punto porcentual significarán, más o menos, 540 mil votos, en el caso de que vote entre el 60 y el 65% de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral.
Si esto es así, López Obrador obtendría 22 millones 680 mil votos; Ricardo Anaya 16 millones 794 mil y José Antonio Meade 11 millones 826 mil votos.
Una de las apuestas de esa estrategia sería la de restarle a López Obrador la etiqueta de candidato “antisistema”, la que le ha permitido obtener una creciente percepción ciudadana de ser quien ganaría la elección presidencial. En esta estrategia no ha funcionado Margarita Zavala, sus números y los análisis de prácticamente todos los orígenes así lo denotan; no pasa del 8% de las simpatías.
¿Que son números poco creíbles, como los de elecciones pasadas? Puede ser, pero reflejan algo de lo ocurrido -y lo que ocurre- en el país.
En ese sentido, vale la pena reflexionar sobre las muchedumbres que acompañaron el pasado fin de semana a López Obrador en Tamaulipas. Asombran el número de personas y la pasión mostrada.
Sin duda que a la ex panista Zavala su pasado la hunde; a los ojos de muchos ciudadanos fue la esposa de Felipe Calderón en el poder y las cuentas de éste, para nada, fueron buenas.
Pocas credenciales tiene, entonces, para presentarse, como lo hace, como la candidata “ciudadana”.
¿Tendrán posibilidades reales de ganar El Bronco, Zavala y un hipotético Armando Ríos Píter?
Francamente, no, pero su incidencia sí puede cambiar, o el orden, por el número de votos obtenidos, de los aspirantes y la apuesta del grupo gobernante es, no solamente bajar las preferencias por AMLO, sino alcanzar esos 5 millones, con los que se pondría en una supuesta ventaja al frente, mínima, pero suficiente como para hacerla creíble y enviar la elección presidencial a tercios, en la que, siguiendo esta especulación, Meade estaría adelante de Anaya por escasos 25-30 mil votos, y de AMLO, alrededor de los 150 mil.
Si todo esto pasara.
De ahí la importancia de “subir” a la contienda a Rodríguez.
Son de escándalo, tanto las argumentaciones de los magistrados del TEPJF que votaron a favor, como el casi unánime rechazo a esta decisión, dadas las numerosas evidencias de un más que desaseado proceso de recolección de apoyos del gobernador con licencia de Nuevo León.
Todo, para intentar un más que imposible regreso electoral del partido “casi único” de más de la mitad del siglo anterior.
Sus coletazos, todavía, son de peligro.
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