Roma, Ita.
Los contagiados por la epidemia de coronavirus son más de 600 mil, en una relación de uno a diez con el dato oficial de 63 mil infectados quedan las cifras oficiales. Lo reconoció en una entrevista a “La Repubblica” de este martes el director de la Protección Civil, Angelo Borrelli, que cotidianamente, a las seis de la tarde, da en una conferencia de prensa que mira toda Italia los datos de muertos, enfermos, curados y hospitalizados en todo el país.
“Los números son otros de los que damos oficialmente. La epidemia va más rápido que nuestra burocracia”, reconoció.
Agregó que “la relación de un enfermo certificado de cada diez no censados es creíble”.
El domingo y lunes se redujeron los casos fatales a 651 y 602, mientras que el sábado el número de muertos llegó a 793.
Apoya la teoría de Borrelli el profesor Massimo Galli, director del Departamento de Enfermedades Infectivas del hospital Sacco de Milán, considerado una luminaria como infectólogo. “Temo que la hipótesis de Borrelli es muy cercana a la realidad, aunque no tenemos datos seguros para poderlo decir, pero los contagiados son muchos más de los que están registrados oficialmente”, dijo Galli a la red 3 nacional de televisión de la RAI, la Radiotelevisión italiana.
En la misma línea, otro famoso científico italiano, el profesor Silvio Garattini, dijo que “debemos tener presente que el número de los casos depende de los controles”. “Por cierto que los contagiados son muchos más porque hay muchos asintomáticos, que al no sentir los síntomas creen que no han sido contagiados, que difunden el virus libremente”.
Garattini había pronosticado que el fin de la semana pasada se llegaría al pico de la epidemia gracias a algunas proyecciones matemáticas y epidemiológicas, y que después comenzaría la disminución.
Las noticias sobre la enorme diferencia entre los datos oficiales y la realidad explican la sorpresa general por la amplitud y virulencia de la epidemia en el norte italiano. En cuatro regiones, Lombardía, Emilia Romagna, Piamonte y Véneto se concentran los tres cuartos de los muertos y contagiados de todo el país.
“La relación de un enfermo certificado de cada diez no censados es creíble.”
Avanza la convicción de que el contagio se produjo mucho antes que se declarara la epidemia, el 21 de febrero. Varios especialistas consideran que la peste entró por viajeros procedentes China y Alemania y que una buena parte de asintomáticos han continuado sin saberlo a difundirla sobre todo en Lombardía.
La infección se declaró en el hospital de Codogno, en la provincia sur lombarda de Lodi. Los nosocomios son una especie de bomba transmisora de las epidemias. Enfermos de los primeros auxilios, entre ellos el famoso Paciente 1, que ha salvado la vida, se presentaron con una cuadro de pulmonía y contagiaron a los médicos y a otros pacientes, hasta que se detectó la presencia de la pestilencia china.
Pero en el norte de la región, la difusión del mal se expandió a toda velocidad y castigó sobre todo a las provincias de Bérgamo y Brescia.
También en la región del Véneto se produjo un brote importante a partir de un contagiado que había estado en Codogno y causó un desastre en el municipio de Vó Euganei, con muertos y hospitalizados.
El Véneto quedó en segundo lugar detrás de los lombardos en número de decesos y hospitalizados pero siguió una estrategia muy diferente a la de Lombardía y otras regiones en la lucha contra el corona virus, con resultados notables: logró contener en 169 el número de muertos.
Andrea Crisanti, microbiólogo de 65 años de la Universidad de Padua es el padre del Modelo Véneto. Dijo que la clave de lucha contra el virus está en realizar masivamente los controles con el Hisopado nasal, que consiste en refregar un pedazo de algodón esterilizado que envuelve un pequeño cilindro de plástico, por la nariz y la faringe del controlado.
Los italianos hicieron al principio de la epidemia miles de “tampones” nasales que dieron un buen resultado, pero fuero liquidados con la decisión de no realizarlos sino con pacientes que mostraran claras señales de haber sido contagiados, o sea cuando era ya demasiado tarde. Además, se perdió totalmente el control de los asintomáticos, que se sienten sanos pero que son portadores del coronavirus, como demuestra un oportuno hisopado nasofaringeo.
El Véneto siguió esta línea más fatigosa y costosa, pero claramente acertada científicamente, que si hubiera sido imitada habría salvado muchas vidas en Bérgamo, Brescia y otras regiones.
El microbiólogo Crisanti dirige ahora nuevos controles en masa en el Véneto. Está de acuerdo con los que afirman que los contagiados son muchos más que los que figuran en las cifran oficiales. Su cálculo es que en total suman 300 mil portadores ignotos del coronavirus. “Dos de cada tres casos quedan en la sombra”, sostiene. De los 300 mil, “160 mil no se hicieron el “tampone” y los otros 140 son asintomáticos que sin saberlo difunden también el virus diariamente, multiplicando el número de infectados”.
El acierto científico del Modelo Veneto, basado en la estrategia de control que aplicaron los médicos chinos en Wuhan, la metrópoli donde nació la epidemia de coronavirus, permitió bajar al 2% en la región italiana el índice de letalidad, similar al de China, cuando en Bérgamo y Brescia se han alcanzado índices alarmantes del 8 y hasta el 11% en algunas ocasiones.
La campaña de extender a la población véneta los hisopados nasofaringeos con centros que funcionan incluso para los automovilistas, lo que permite practicar el control sin que desciendan del coche para no facilitar posibles contagios, sigue a todo trapo con el apoyo de la región. En el resto de Italia no van más allá de las polémicas.