Claudia Sheinbaum, la negación de AMLO

Claudia Sheinbaum, la negación de AMLO 14 de marzo de 2025

Ismael Bojórquez*

Chihuahua, Chih.

Fue muy obvio que la cuerda de 29 presos que fueron enviados a los Estados Unidos un día después de que fueron requeridos, fue una jugada de la presidencia de la república para distensar el tema de los aranceles con el presidente Donald Trump.

Así lo reconoció la misma presidenta Claudia Sheinbaum unos días después a preguntas de los reporteros. ¿Hay algo criticable en esto? Tal vez que no todos los casos se ajustaron a estricta legalidad.

Pero ante la amenaza trumpista y el significado de que saquen del país a casi tres decenas de cabecillas del narcotráfico que habían estado sorteando la extradición entre amparo y amparo, la gente optó mejor por hacerse de la vista gorda. Un signo, por supuesto, del hartazgo producto de la violencia que azota al país desde hace décadas.

Antes de terminar su mandato, en dos de sus conferencias mañaneras de septiembre de 2024, AMLO advirtió que no se atuvieran que ahora gobernaría Claudia, porque dijo (algo así), ella es de carácter, yo soy un fresa comparado con ella.

En realidad, aunque sea por presiones de los gringos, Claudia Sheinbaum ha hecho más de lo que AMLO hizo en muchos años frente al narcotráfico. En detenciones, aseguramientos de drogas y armas, en desarticulación de redes criminales, destrucción de laboratorios… la presidenta ha hecho lo que ningún presidente había logrado en un periodo igual desde que hay registro, ni siquiera Felipe Calderón, quien desde el inicio de su mandato anunció su “guerra” contra el narcotráfico.

Es muy temprano para hablar de estadísticas en homicidios y desapariciones y menos de “tendencias” que luego nos azotan la cara, pero los logros son evidentes y, también, que con este giro en la política antinarco, la presidenta es, de suyo, la negación de AMLO.

Y ese es el quid del tema: cómo en apenas cinco meses al mando, la presidenta Sheinbaum demostró que a los narcotraficantes no se les combate con abrazos, y que se puede desplegar una estrategia de lucha contra los grupos criminales con efectividad y sin que esto equivalga a darle escobazos al panal.

Claudia tomó el poder 20 días después de que estalló la guerra entre mayos y chapos y una semana después llegó a Culiacán, por su encargo, el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, acompañado del jefe de la Defensa, Ricardo Trevilla Trejo.

Acostumbrados que nos tienen al circo y a la verborrea, todos dudamos que pudieran contener la guerra. Pero con la vuelta de las semanas y los meses —tampoco podía ser de la noche a la mañana—, los golpes asestados a las estructuras de los dos grupos han sido contundentes.

La estructura de mando de los Chapitos ha sido desmantelada casi por completo, al grado de que han tenido que improvisar capitanes.

Los bandos se han diezmado entre sí a fuerza de “topones” y en una dinámica de ataque y defensa en Culiacán, en menor medida en Mazatlán y en la zona centro sur, el Valle de San Lorenzo, Elota y Cosalá.

La gran presencia de fuerzas federales en las zonas de guerra, ha obligado a los grupos en pugna a aplicar tácticas guerrilleras resumidas en el pega y huye. Evitan hasta donde les es posible enfrentarse al Gobierno y cuando de plano no pueden evadirlos en la mayoría de las veces han terminado perdiendo hombres y armas.

Los aseguramientos de armas son históricos, igual que el número de detenidos. Y esto ha reducido la capacidad de combate de los grupos. Persisten los ataques, sí, pero en menor intensidad y de manera más aislada.

Esto, por supuesto, está teniendo un impacto notable en la movilidad de la ciudad, no tanto en algunas sindicaturas y especialmente en la Cruz de Elota, donde el infierno no acaba para la población.

Culiacán empieza a recuperar su dinámica, aunque la vida nocturna siga semiparalizada. La gente quiere volver a la “normalidad” pero sigue con cautela. Nada se ha ganado que no hayamos tenido antes y la recuperación apenas empieza. Actuar como si ya todo hubiera pasado sería un error. La bestia sigue allí.

Bola y cadena

EL “REGALO” DE MÉXICO AL GOBIERNO norteamericano fue un manotazo de la presidenta que muchos, no solo los narcos, deben leer bien. En eso AMLO no se equivocó y no es que él sea un “fresa”, sino que tuvo miedo de que se le comparara con Felipe Calderón, al que tanto criticó en campaña y durante los seis años que estuvo en la presidencia. Al final, fracasó igual o peor que aquel pues dejó un país ensangrentado como nunca y con organizaciones criminales mucho más poderosas que cuando llegó al poder.

Sentido contrario

EL MANOTAZO DEBEN LEERLO BIEN los que ahora juegan con el pequeño poder que tienen comparado con el de la presidenta. Lo que hicieron los líderes de las cámaras, Adán Augusto López Hernández y Ricardo Monreal, con la ley contra el nepotismo, tiene que verse como un reto al poder presidencial. Una cosa es que modifiquen una iniciativa para mejorarla en beneficio de la sociedad y otra que lo hagan para beneficio propio. Los dos tienen la cola muy larga…

Humo negro

HAY MUCHAS INCÓGNITAS EN TORNO a los entregados a Estados Unidos, en especial Rafael Caro Quintero, quien en su primera comparecencia en la corte se declaró no culpable de “la muerte de muchos estadunidenses” y otros cargos que le imputan. Durante 40 años el gobierno norteamericano lo ha acusado de secuestrar y matar al agente de la DEA, Enrique Kiki Camarena, aunque existen versiones documentadas de que en los hechos ocurridos en febrero de 1985 participaron agentes de la CIA. Si los gringos se atreven o no a tocar el tema en un juicio, es una de las más grandes dudas.

*Publicado por Ríodoce el 9 de marzo de 2025