Juárez tirasup
(Y el tango entre tres por la nominación presidencial en Morena)

Radicales contra moderados

(Y el tango entre tres por la nominación presidencial en Morena) 10 de enero de 2022

Hernán Ochoa Tovar

Chihuahua, Chih.

“Hasta en el exceso existe una moderación”: Benjamín Disraeli. 

Históricamente, las elecciones intermedias han resultado un punto de inflexión, pues, a lo largo de los últimos sexenios, el Presidente había perdido poder con respecto a la primera mitad de su gobierno, y debía de compartir su poderío con una oposición fortalecida. 

En esta ocasión no se repitió el mismo escenario: si bien MORENA y aliados (PT, PVEM) no refrendaron la mayoría calificada en la Cámara de Diputados –que les permitió hacer reformas relevantes-, sí pudieron conseguir una mayoría absoluta. 

Empero, no todo fue miel sobre hojuelas pues, como lo comenté en alguna entrega pasada, dicha mayoría absoluta se consiguió gracias al Partido Verde, pues MORENA perdió múltiples escaños con respecto al 2018.

La paradoja de MORENA en 2021 fue que, aunque se fortaleció territorialmente –casi todo México ya es territorio guinda, parafraseando el viejo eslogan de la compañía de telefonía- perdió poder en un lugar que solía ser un viejo bastión electoral de la izquierda: la Ciudad de México, sitio que propulsó la carrera de AMLO hacia la Presidencia de la República, y lo convirtió en un político de proyección nacional en aras de lograr dicho cometido.

Ignoro si, por este hecho, AMLO echó a andar la sucesión presidencial de manera super adelantada, pues, a poco más de dos años de gestarse la culminación del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, ya hay tres anotados para ser los abanderados de MORENA en las elecciones venideras. A saber: la Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum (quien parece ser la alfil del Presidente); el canciller, Marcelo Ebrard; así como el senador Ricardo Monreal. 

Fuera de MORENA –aunque formando parte de la coalición gobernante-, el diputado federal, Gerardo Fernández Noroña, ha levantado la mano, deslizando que hay que llevar la 4T mucho más a la izquierda de lo que lo ha venido haciendo el presente gobierno. Sus posibilidades de ser el ungido de las izquierdas parecen exiguas, pues, a decir de diversos analistas, el nominado saldrá de la triada: Sheinbaum-Ebrard-Monreal; teniendo más posibilidades la primera, y menos, el último.

Sin embargo, la prematura lucha por la candidatura, ha desatado el debate acerca de hacia dónde debe dirigirse la 4T, pues mientras Noroña insiste –subrepticiamente- en la radicalización; Monreal abraza la moderación. 

Mientras, la víspera del domingo, el senador Monreal habló de los peligros de la radicalización; el propio Presidente López Obrador dio un guiño al radicalismo. Aunque hay quien condujo los dichos monrealistas como una dedicatoria temprana a Claudia Sheinbaum, creo que el debate planteado debe realizarse y, a continuación brindaré mi opinión al respecto.

Un problema de las izquierdas en México es que han batallado para encontrar un camino unitario, y los debates se han vuelto perennes en diversas épocas. 

Mientras una parte del PRD buscaba consolidar una izquierda moderna; otra sección añoraba los resabios de la izquierda clásica. Y ese debate, inacabado, parece haber caído en el seno de la militancia morenista, pues mientras una parte desea una izquierda que encaje en el veleidoso mundo contemporáneo; un sector relevante pareciera tener simpatías por esa izquierda que desea derruir las estructuras, preconizando al nuevo “ser humano”.

 


Personalmente creo que AMLO ha podido moverse inerme entre ambas aguas, pues, aunque un sector radical pareciera tener un camino único e inamovible, su retórica ha sido suficiente para las bases morenistas. 

Ha cuidado –con excepciones- no mezclar el discurso y el pragmatismo político, y este actuar le ha granjeado buenos resultados, pues, salvo recelos espontáneos, ha podido mantener las buenas relaciones diplomáticas, tanto con las naciones latinoamericanas, como con las de Norteamérica; todo ello, practicando un cuidado equilibrismo.

Empero, creo que en el siguiente sexenio, habrá puntos que se deberán de corregir. 

Considero que el gobierno venidero deberá prohijar la unidad nacional, en detrimento de la polarización que ha prevalecido a lo largo de esta administración. Si bien, la relación del gobierno de AMLO con el empresariado no ha sido del todo mala –salvo puntuales excepciones- creo que a la siguiente gestión le convendría poner reglas del juego más claras. 

Aunado a ello, también sería relevante ver un poco más hacia el futuro, en lugar de estar contemplando al pasado como un hecho inamovible. Si bien, reconozco que la presente gestión ha recuperado la mirada histórica, si ésta no va a acompañada de un devenir, pudiese caer en un saco roto o en una cosecha de añoranzas; hecho peligroso, pues la 4T busca –como su nombre lo dice- la transformación y no una vuelta a un pasado utópico o ideal. 

Esperaría también la consolidación democrática, pues, en un país tan diverso y plural como lo es México, resulta complejo querer instruir un pensamiento único a 100 millones de personas que habitamos a lo largo y ancho de esta bella nación.

Como cereza en el pastel, esperaría que el siguiente gobierno termine de consolidar la Reforma Educativa, pues, aunque este gobierno ha puesto los puntos sobre las íes y ha tratado de modificar viejas inercias, aun es difícil saber si habrá un rumbo y una ruta clara. 

En suma, aunque falta mucho para 2024 aún, creo que, en esta ocasión, al senador Monreal le asiste la razón. 

Creo que el ideario de MORENA es posible terminarlo de cristalizar mediante la asunción de una agenda progresista, adscrita al mundo contemporáneo; y no tratando de avivar a los fantasmas de las izquierdas del pasado. Es mi humilde opinión. 

Veremos cómo discurre este asunto, pues, en el mundo contemporáneo, la inmediatez suele tener mayor cabida que los debates intelectuales e ideológicos, pues lo que apremia es conservar el poder, en lugar de deliberarlo (a juicio de algunas personas).

Hernán Ochoa Tovar

Maestro en Historia, analista político.