Fe de erratas:
Por un error en la captura del texto se incluyeron varias líneas que no son de la autoría del Profr. Trujillo, éste es el texto verdadero:
Quienes vivimos los procesos de la reforma constitucional de 2013, que trajo una serie de transformaciones en la educación, escuchamos decir muchas veces que se trataba de una reforma educativa, que no había detrás una reforma laboral, que todos los derechos del magisterio estaban garantizados, que era por el bien de México, que mejoraría la calidad educativa, etc, etc …
Hoy estamos a cuatro años de distancia y el futuro nos alcanzó. Como en todas las reformas estructurales, la educativa resultó ser una mentira más. No hay más empleos que antes, no tenemos gasolina y electricidad más baratas que antes, no tenemos mejor calidad de la educación que antes y sí tenemos más violencia, más corrupción, más malestar social, más hostigamiento a luchadores sociales, más desaparecidos.
Hoy, la sección 42 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación está en un problema mayúsculo, y no porque se trate de una crisis relacionada con el cambio de gobierno o con la crisis económica que vive el estado a causa del saqueo de la anterior administración, sino porque la gran “reforma educativa” -que muchos decían que no afectaría a los maestros del estado- terminó borrando de un plumazo las conquistas laborales de este sector de trabajadores de la educación (Clave L, Clave L Plus, Jubilación Dinámica).
Se trata de un golpe más al magisterio que se comete con el cinismo del amparo de la ley y que está muy lejos de solucionarse con plantones hacia el gobierno del estado de Chihuahua porque sus alcances están dados desde el centro del país, con la Ley General del Servicio Profesional Docente que arrebató -por decreto constitucional- las beneficios salariales alcanzados por los maestros de la Sección 42 del SNTE.
La mencionada ley dice que la Federación no reconoce prestaciones económicas negociadas a nivel local y solamente aquellas autorizadas por la Secretaría de Hacienda. Más aun, que todo beneficio económico debe desprenderse de los resultado de la evaluación del desempeño, que dicho sea de paso, no ha terminado de convencer y de legitimarse, ni siquiera en el mismo Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación.
A cuatro años de distancia, los dirigentes sindicales de aquel momento (2013) deberían estar avergonzados de la traición que cometieron contra sus propias bases, al operar como aliados y legitimadores de una reforma que nunca fue educativa (ni lo será) y que comprometió los derechos de los trabajadores que ahora buscan el reconocimiento de prestaciones como la Clave L, la Clave L Plus y la Jubilación Dinámica que desde 2015, según la propia ley, ya no se justifican.
Hoy el trabajo docente camina hacia la precarización del sueldo y la educación navega sin un rumbo fijo, porque se eliminaron todos los mecanismos existentes para la mejora salarial de los maestros y aun no hay algo que venga a sustituirlos.
El Secretario de Educación Pública habla en un lenguaje que nos hace recordar el pasaje bíblico de la Torre de Babel porque nada tiene que ver con lo que realmente está sucediendo en las escuelas y en la vida de los maestros y alumnos de carne y hueso.
Ha llegado al extremo de afirmar que de la "Reforma educativa” (si tiene continuidad) dependerá que tengamos muchos premios Nobel, que los mexicanos sean bilingües y que se empiecen a cosechar frutos en los siguientes 5 años… Esto solo deja claro que vive en un país distinto al que habitamos los otros 116 millones de mexicanos.
Lo que sucederá es incierto, pero se visualiza muy claramente el deterioro de las condiciones del trabajo docente y una crisis en la educación pública que se acentuará más en los próximos años…