Chihuahua, Chih.
Bastaron casi sólo tres semanas, quizá en los momentos políticos más adecuados, por la somnífera caravana de las corcholatas, por la inseguridad, (la “toma” de Chilpancingo, las movilizaciones de todo tipo en Chiapas, las masacres, y los asesinatos de todo tipo, en especial los de Luis Martín Sánchez [corresponsal de La Jornada en Nayarit], de Hipólito Mora, los incrementos de homicidios en Chihuahua, el bombazo en Jalisco, etc.) y la persistencia de AMLO en atacarla, para que Xóchitl Gálvez se colocara a la cabeza de los aspirantes de la oposición para suceder al presidente.
Extrañamente, o seguramente convencido de que deberá atacar a la hidalguense y bajar sus números de simpatías, antes de que inicie la campaña electoral, el presidente insistió en ofenderla, en una seguidilla de sus errores -más de dos semanas consecutivas hablando preferentemente de Xóchitl- pero ahora en una nueva faceta, la más deplorable de todas, la que practicaron en contra de él, la de perseguir a Xóchitl, la de efectuar una persecución política, en la que está usando todo, incluida la persecución fiscal, además del linchamiento diario y, por encima de todo, la flagrante violación al marco legal-electoral.
En 2018 AMLO no pensaba así de Xóchitl pues envió a su hijo Andrés y a Claudia a invitarla al gobierno para 2018. No aceptó.
Pero no sólo, en esa avasallante y desenfrenada ofensiva, el presidente echó por la borda todo el bagaje político y ético que la izquierda mexicana había acumulado para oponerse al régimen autoritario ejercido por el PRI durante largas décadas.
Para la desilusión de quienes formaron -y forman- parte de la izquierda que luchó, luego de no apostar gran cosa en ese empeño, por instaurar en las elecciones un modelo democrático que las dotara de equidad y alejadas lo más posible del dinero que, interesado buscaba -y busca- adueñarse de las franquicias partidarias y sus candidatos, sacar al gobierno de la conducción de las elecciones y sacar al presidente de la contienda electoral, hoy López Obrador traiciona ese legado.
Quizá la explicación del rafagueante crecimiento de Xóchitl obedezca a diversos factores, y no sólo a los ataques presidenciales, a cual más de importantes en la polarización de la sociedad mexicana.
La principal, a juicio del escribiente, probablamente sea el hecho de que, en términos prácticos, los votantes están a mitades.
Morena y AMLO tienen, a lo mejor, la mitad “mayor” de las preferencias electorales (ojo, hablamos de preferencias electorales, no de las calificaciones del presidente, que importan, pero que no se trasladan, automáticamente, a su partido, y con seguridad, tampoco a sus candidatos) y la oposición está muy cerca de ellos.
La oposición no se limita a los partidos del “Va por México”, nombre de la alianza PRI-PAN-PRD; va más lejos.
Al seno de una sociedad en la que el rechazo al gobierno de López Obrador es creciente, especialmente en las capas medias de la sociedad, y no sólo la urbana, también en los productores agropecuarios del centro y norte del país ha crecido inconmensurablemente el rechazo a la 4T, y que se manifestó nacionalmente en las manifestaciones en defensa del INE, en las que las cúpulas partidarias no participaron.
No fueron pocos, ni insignificante el número de ciudades en las que los ciudadanos salieron a defender, no sólo a los organismos electores, sino al conjunto del entramado electoral del país.
Todos esos sectores sociales no tenían porqué confiar en los tradicionales partidos del régimen, al contrario; tómese en cuenta que muchos de ellos habían optado por AMLO en 2018 cuando el tabasqueño fue el disruptor que iniciaría el agudo declive de los partidos del viejo régimen.
Importa precisarlo, se precipitó el declive de esos partidos, no su extinción, cuentan todavía con una parte significativa del electorado en contra de todos los dichos -y aspiraciones- presidenciales.
Y esa es la otra parte de la ecuación: Esos partidos, a los que se pretende sepultar desde el púlpito presidencial, obtuvieron 19.5 millones de votos en la elección a diputados federales del 2021, por 21 millones obtenidos por el bloque MORENA-PVEM-PT y 3.5 millones del Movimiento Ciudadano (MC), es decir, que los votantes opositores al actual régimen fueron mayoría.
El presidente ha tenido dos años para lamentarse de ello, y no sólo, en la joya de la corona, la Cd Mx, debió sufrir una mayoría electoral opositora, por vez primera desde 1997, año en el que la izquierda había accedido al poder.
Claro que la oleada ciudadana, harta de los viejos partidos, llegó a todos los rincones del país, de ahí los triunfos morenistas en alcaldías y gubernaturas.
Pero resultó que Morena se convirtió en el mejor reciclador de la clase política priista, o se iban de embajadores o eran incluidos en las listas de legisladores y el gobierno. Han copado las estructuras del poder político mexicano; las excepciones son contadas, y son eso, excepciones.
Todo era tranquilidad en el entorno presidencial hasta antes de la penúltima semana de junio.
Las corcholatas le habían firmado una carta-compromiso (No debatir, no enfrentarse, renunciar a sus cargos, prometer la continuidad de la 4T y acatar los resultados de las encuestas, en primer lugar, sobre todo, y ya luego ver los resultados de las otras encuestas) a la que, en palabras de Marcelo Ebrard, se le sumaba difundir “el evangelio del presidente”, y que le brota la hidalguense.
Es un globo, dijo el presidente, y sus seguidores lo repitieron hasta el cansancio.
Además, las corcholatas no emocionaban y empezaban las disputas entre los punteros, Claudia y Marcelo.
Y hete aquí, que Xóchitl no se desinfló, a pesar de los esfuerzos presidenciales, que se intensificaron.
La hidalguense no solo resistió; creció y se puso a la cabeza de las encuestas de la oposición; por otra razón, además de sus cualidades carismáticas, porque se percibió alejada de las costras burocráticas de los partidos, a pesar de haber formado parte del gobierno de Vicente Fox y de ser candidata del PAN al estado de Hidalgo y a la alcaldía de la Miguel Hidalgo.
Para una parte de los chihuahuenses su caso evoca uno semejante en el ámbito local.
El de que muchos buscaban a quien pudiera encabezar la oposición al gobierno de César Duarte en el 2015-2016. Durante algunas semanas parecía que el ex alcalde capitalino, Marco Adán Quezada, podría serlo.
La persecución duartista, que llegó hasta lo penal, lo impidió. Apareció Javier Corral y su discurso de llevar a la cárcel al “vulgar ladrón”. Lo demás es historia.
Así le ha ocurrido a Xóchitl y, por sus antecedentes pareciera que se trataría de una cosa en extremo diferente a la del ex gobernador del “amanecer”.
Quizá por una razón, fundamental: La de no haber pertenecido, en ningún momento, a la costra burocrática de los partidos.
A lo mejor eso es lo que percibe un conjunto grande de personas.
Hay malas noticias para el morenismo, el “globo” al que tanto denostaron -incluido el presidente- no se desinflará; por varias razones, la principal, es que hay un buen número de ciudadanos que votarán contra MORENA y sus candidatos.
Las siguientes semanas se convertirán en la demostración del fortalecimiento de la disruptora pues el bloque opositor entrará a la etapa de la recolección de firmas de apoyo a las candidaturas y ahí despuntará, aún más, Xóchitl, quien se convertirá en una poderosa candidata de la oposición y dotará a las elecciones presidenciales del ’24, de la incertidumbre, esperamos democrática.
Y es que, al fin de semana, de acuerdo con dos de las empresas que efectúan tracking diario, Mitofsky y Massive Caller, mostraron dos resultados novedosos. Por un lado el aventajamiento de las dos punteras, Claudia en Morena y Xóchitl en FAM.
En la de Massive Caller, Marcelo se fue al tercero, lo alcanzó Adán Augusto López. En tanto, Xóchitl aumentó su ventaja a 26 puntos sobre Santiago Creel.
Y en el careo de Massive Caller, entre Claudia y Xóchitl, la diferencia es de solamente 4 puntos!
Por supuesto que ya se vislumbran datos de ello -de ahí el nerviosismo presidencial- en las primeras encuestas dadas a conocer en los días recientes, los primeros de este ejercicio de la oposición, que aporta una diferencia, en absoluto menor en la contienda presidencial, la de que, para la designación del candidato opositor, las encuestas finales valdrán la mitad de la evaluación, y la otra mitad serán los resultados de la votación de los integrantes del padrón del Frente Amplio por México (FAM), es decir, los que se hubiesen inscrito en ese proceso.
Cosa semejante hizo el PRI en 1998 en Chihuahua.
Decidieron que la designación de su candidato a la gubernatura emergiera de una votación universal, de todos los que acudieran a votar en las casillas instaladas en las cuales. Antes de sufragar se les inscribía en el PRI y Patricio ganó, no solo la interna, también la elección a gobernador.
Hay, además, otro factor que hará crecer a Xóchitl.
La conveniencia de las cúpulas partidarias, en especial la del PRI, pues el arribo de Xóchitl, como una candidata competitiva, les redituará más votos para sus partidos; por tanto, más diputados, senadores, alcaldes, diputados locales y más prerrogativas.
Les urgía contar con alguien que hiciera eso y no jugarla con candidatos que no calientan el agua en Ojinaga en pleno verano, como Santiago Creel, Enrique De la Madrid o Beatriz Paredes.
Por otra parte, se podría decir que la 4T sale ganando si Xóchitl no es la candidata en la Cd Mx ya que lideraba las preferencias electorales, pero ahí, además de las encuestas, hay un antecedente mensurable: La oposición ganó las elecciones del 2021.
Morena perdió 9 de las 16 alcaldías y afronta una de las peores crisis en lo que es el principal asunto de los habitantes de la capital del país, el transporte colectivo.
Lo que le ha sucedido al Metro tendrá serias repercusiones electorales. Lo que fue la izquierda electoral está ante la posibilidad, cierta, de perder el poder en la capital mexicana.
Todo lo anterior explica el nerviosismo presidencial, lo que le ha llevado a cometer error tras error.
Lo veremos.
*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023
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