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Violencia contra mujeres

Violencia contra mujeres 21 de febrero de 2020

Francisco Flores Legarda

Chihuahua, Chih.

En el mundo, en México y Chihuahua se ejerce una violencia extrema la cual se puede clasificar como se describe enseguida. Esto no es una cuestión de ideologías, es respeto hacia las mujeres.
Violencia física: la obvia, la que reconocen los jueces (a veces), se trata de las agresiones en el cuerpo de mujer y/o hijos.
Violencia psicológica o emocional: Agresión y daño a la dignidad, autoestima y equilibrio emocional. La más común consiste en degradar, minimizar, humillar, controlar acciones, creencias, comportamientos, etcétera. Este tipo de maltrato es el más generalizado, menos visibilizado, menos detectado y casi nunca contemplado por las leyes, ya que “no se ve”, las lesiones y las secuelas son severas y a largo plazo. Suelen tener carácter crónico.
Violencia económica: no pagar la pensión alimenticia, no corresponder con el mantenimiento de los hijos, controlar el dinero que entra en el hogar dosificando según su criterio lo que el cónyuge recibe, someterla por razones de desigualdad económica. Todo ello forma parte de la violencia de género.
Violencia sexual: Ninguna mujer está obligada a nada relativo a su sexualidad por el hecho de vivir en pareja o estar casada (ni obviamente por ninguna otra razón).
Toda acción forzada acerca de su vida sexual o su libertad reproductiva es violencia sexual. Por supuesto que existe el abuso sexual dentro de la pareja así como la coacción y la presión, tanto para tener relaciones sexuales como para negarse a determinadas acciones dentro del ámbito de lo sexual hacia las que puedan sentir rechazo. A ninguna mujer le son ajenas frases tales como “ si me quisieras lo harías” o “eres una estrecha”.
Violencia simbólica y mediática: se trata de todos aquellos mensajes, valores o estereotipos que perpetúan patrones de dominación y discriminación contra las mujeres. En nuestra realidad cotidiana todavía hay un gran número de propaganda, chistes, discursos, comportamientos que desprecian o se burlan de lo que son, hacen o dicen las mujeres, que justifican la relación desigual y con ello perpetúan esta forma de violencia tan sutil como instalada.
Violencia laboral: Es violencia contra las mujeres la menor remuneración salarial a igual trabajo y responsabilidad. Es violencia laboral contra las mujeres la petición de un examen de embarazo o la exigencia de una determinada apariencia física, forma de vestir o estado civil entre otras para acceder a un puesto de trabajo.
Violencia obstétrica: Trato deshumanizado hacia la mujer en cualquier momento de la gestación, parto y posparto. Incluye tanto prácticas invasivas tales como tactos realizados por más de un enfermero, maniobra de Kristeller, episiotomías de rutina, cesáreas injustificadas, burlas, críticas, lenguaje inapropiado hacia la madre, etc.
Es imprescindible señalar que cuando tenemos conocimiento de sucesos brutales tales como el asesinato de los hijos por parte del padre de estos, la tendencia de la sociedad es a pensar que son enfermos, que necesariamente deben tener un trastorno mental que explique el sadismo en su forma más extrema.
Sin embargo, en la mayoría de los casos no es así, no son enfermos mentales en tanto son conscientes de sus actos y tienen la capacidad para distinguir el bien del mal.
Lo que suele estar detrás de comportamientos tan violentos como para llegar a dañar o asesinar a tus propios hijos es un perfil psicopático y narcisista, incapaz de empatizar con el dolor ajeno (sí con el propio) y cuya visión de los otros es de instrumentos que se poseen y que deben obedecer a sus deseos y expectativas, corroboradas por una sociedad con creencias de superioridad machista aún muy arraigadas.
Resulta imprescindible recalcar que el maltratador tiene un comportamiento crónico, lo será con todas y cada una de sus parejas, ya que forma parte de su perversa visión de las relaciones y no depende en absoluto del comportamiento de la pareja. Por otra parte, la experiencia que tenemos hasta la fecha en cuanto a los resultados de los programas creados para cambiar la conducta violenta, son poco alentadores: la mayoría de los agresores abandona los programas ya que no tienen una genuina intención de cambiar, sino que acuden a ellos generalmente por la presión de un juez.
Creo que la mayoría de mujeres y hombres, aún no hemos tomado conciencia real del problema, de alguna forma queremos seguir viéndolo como sucesos aislados, esporádicos, alejados de nuestras realidades cotidianas, cuando no es así.
Lo que vemos en las noticias solo es la punta del iceberg de una realidad instalada en una sociedad donde la mujer sigue siendo un ciudadano de segunda aunque las leyes nos digan lo contrario. El maltrato hacia mujeres y niños en cualquiera de sus variantes es pandemia, aquí, y en el resto del mundo.
Salud y larga vida.


Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH.
@profesor_F