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Vicente Fox: 80 años de un ex presidente polémico

Vicente Fox: 80 años de un ex presidente polémico 1 de julio de 2022

Hernán Ochoa Tovar

Chihuahua, Chih.

El 2 de julio del 2000 (es decir, hace casi 22 años), Vicente Fox Quesada ganó las elecciones que le permitieron convertirse en el primer Presidente de oposición en México, luego de siete décadas de dominio tricolor. El mismo día que cumplía 58 años. Por lo tanto, a partir de mañana, Fox llegará a los 80 años cumplidos, tornándose en el segundo ex Presidente más longevo, sólo después de Luis Echeverría (quien, como plantee en una colaboración anterior, llegó al centenario el pasado mes de enero); superando sólo a Carlos Salinas de Gortari, quien recién arribó a los 74. 

A lo largo de su trayectoria política, Vicente Fox ha tenido luces y sombras. 

Sus aciertos le permitieron ser el primer candidato de un partido distinto al oficialista, en arribar a la Residencia Oficial de Los Pinos. Sus yerros, en tanto, lo condujeron a que popularmente no sea tan aceptado. 

Sin embargo, dentro de esta gama de claroscuros, hay aspectos dignos de resaltar, motivo por el cual consideré hablar un poco de la trayectoria de este sujeto, quien sigue dando de qué hablar en las redes sociales; y ha roto aquella vieja regla no escrita del sistema, la cual prescribía que los ex Presidentes debían irse y callar; de manera semejante a como lo hizo don Adolfo Ruiz Cortines en su momento; y, como hasta hora, Enrique Peña Nieto parece estarlo llevando a cabo al pie de la letra. 

Don Vicente no, pues resalta por sus polémicas en Twitter de manera consuetudinaria. Pero eso lo abordaré más adelante; ahora, nos ocupa, el devenir de la trayectoria de este polémico político oriundo del estado de Guanajuato.

Puedo exclamar, sin lugar a dudas, que Vicente Fox es un tipo de rupturas. A contrapelo de sus antecesores, quienes se formaban en la fila del sistema y esperaban a que les tocara el turno del poder (si les tocaba), Fox prefirió “forjarse a sí mismo”, por lo menos durante las primeras cuatro décadas de su vida. 

Licenciado en Administración de Empresas, egresado de la Universidad Iberoamericana (de la cual se tituló tardíamente, la víspera de las campañas presidenciales del 2000), Vicente Fox destacó como ejecutivo, empresario y hombre de negocios. Uno de los puestos más relevantes que alcanzó fue el de gerente de la Coca Cola a nivel regional, pudiéndose ver sus dotes en las lides administrativas durante ese lapso. 

Empero, no todo en sus primeros años fueron miel sobre hojuelas. La periodista Olga Wornat, quien biografió la trayectoria de su consorte, Martha Sahagún, llega a deslizar que, en algún momento, don Vicente llegó a tener dificultades en los negocios; sobre todo, en la coyuntura de la crisis económica que sacudió el país a principios y a mediados de la década de 1980. Poco a poco, aquel Fox empresarial transicionó en un animal político (Aristóteles, dixit). 

Continuando con lo planteado en el párrafo anterior, refiero que Fox fue un sujeto de rupturas porque, además de haber sido el primer panista en llegar a la Presidencia; fue el primero en tener un origen distinto al de algunos de sus predecesores. Esto porque, hasta la década de 1990, para optar por la Presidencia de la República, debía tenerse un origen y filiación exclusivamente mexicano, motivo por el cual los descendientes de migrantes quedaban automáticamente excluidos de tal posibilidad. 

De haberse regido por la legislación anterior, Fox, al igual que Carlos Hank González o don Jesús Reyes Heroles, hubiera estado impedido para contender por la Presidencia. Empero, las reformas que se llevaron a cabo durante el último decenio del siglo XX, le permitieron tal posibilidad, la cual aprovechó con creces, habiendo tenido los reflectores necesarios para ello.

Además, podemos decir que, a pesar de su origen panista, Fox no pertenecía a la nomenklatura de este partido, sino a los denominados neopanistas que se adhirieron al blanquiazul en la década de 1980, y quienes tenían en Manuel Clouthier a un representante relevante. 

A contrapelo de Felipe Calderón (quien sí es un panista doctrinario), Fox fue más pragmático para lograr sus objetivos y rompió algunas de las viejas reglas no escritas del panismo (recordemos que, en algún momento, ya siendo Presidente, sugirió mandar a la doctrina [partidaria] de vacaciones). Esto le granjeó, si no la enemistad, sí el recelo de algunos panistas de la vieja guardia, como don Luis H. Álvarez y Carlos Castillo Peraza, quienes percibían que, aunque Fox era militante de su partido y correligionario, no compartía a carta cabal el ideario blanquiazul; se abría, así, una paradoja, pues Fox también era el que tenía más posibilidades de vencer al (otrora) todopoderoso PRI, pero el que encuadraba menos en la filosofía panista. 

Fox comenzó su carrera siendo diputado federal (1988-1991). Tras ser parte del efímero gabinete simbólico conformado por Manuel Clouthier, se convirtió en un crítico del salinismo, y esto le dio combustible para aspirar a la gubernatura de Guanajuato (1991). 

Y aunque no ganó, repitió la hazaña en 1995, tornándose en vencedor de manera contundente. El gobierno de Guanajuato le sirvió de catapulta para aspirar a la Presidencia de la República, con lo cual acumuló una ruptura más, pues, históricamente, quienes han gobernado, han provenido del centro del país, y, quienes han venido del interior de la república lo han hecho desde su estancia en México (caso del Gral. Calles y del Grupo Sonora, por ejemplo) y no a la inversa. 

De hecho, ha sido de los pocos candidatos que ha realizado esa hazaña y le ha resultado exitosa, pues, en 2018, el ex gobernador neoleonés, Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” quiso intentar una empresa semejante y lo único que logró fue un derrota colosal, pues ¡no era estimado ni en su estado!

En otros aspectos, podemos decir que Vicente Fox fue un precursor. Si, hasta esa época, el lenguaje político era alambicado y distante, Fox utilizó palabras lisas y llanas para dirigirse al ciudadano común. Ello le hizo incrementar su popularidad, la cual hizo que creciera como la espuma a lo largo de la campaña y resaltara por sobre los demás candidatos. 

Su desparpajo al momento de hablar, le hizo rebasar a Cárdenas (disruptivo, pero políticamente correcto) y a Labastida, quien era cubierto por un halo de tecnocracia. En el colmo de su plenitud, su irreverencia le hizo ganar debates: si Labastida lo fustigaba públicamente por ser barbaján y majadero; Fox le respondía que “efectivamente podía serlo, pero que a él lo barbaján y lo majadero se le podía quitar; pero que a los priistas, lo rateros y corruptos no se les iba a quitar nunca” (palabras de aquel debate del año 2000). 

Sonará increíble, pero aquella ruptura total de las viejas formas le hizo ver como un candidato fresco, al cual propinó una derrota sonada al sistema en las elecciones del 2000, a la par que rebasaba a Cárdenas por la izquierda -por lo menos en campaña- en determinados aspectos (Olga Wornat, ibídem).

Su gestión presidencial, sin embargo, fue muy distinta. Leo Zuckermann dice que fue el arquetipo de un excelente candidato que fue un mal Presidente. 

Sin embargo, creo que no todo es tan simple como parece, pues, un acierto de Fox fue que cuando tomó posesión como Presidente, se tomó en serio su rol y dejó de decir ocurrencias con regularidad (aunque de vez en cuando esgrimía algunas públicamente). A pesar de todo, creo que pudo seguir las formas. 

En el mismo tenor, creo que batalló para conformar un equipo e implementó técnicas empresariales en labores que hubieran requerido de un hilado y tejido fino. Quizás por ello, prefirió conformar su primer gabinete con base en headhunters (reclutamiento de expertos) y no allegando a la vieja guardia del PAN, a la cual soslayó de manera importante, y con la que polemizó en ciertos momentos (caso Luis Felipe Bravo Mena, en particular). 

De hecho, algunos de los integrantes que más destacaron en su gabinete, no eran connotados integrantes del PAN, sino todo lo contrario. Santiago Creel, su brazo derecho durante casi toda su administración, es un panista tardío (se afilió al PAN, apenas en esa coyuntura). 

Mientras, Jorge Castañeda (su primer canciller) provenía de las filas de la izquierda; Gil-Díaz (el Secretario de Hacienda que permaneció durante todo el sexenio) era un integrante de la tecnocracia tricolor; mientras Macedo de la Concha, provenía de la abogacía militar y nunca perteneció al PAN (su sucesor, Daniel Cabeza de Vaca, sí). 

Mujeres en el gabinete resaltaron pocas, destacando entre ellas María Teresa Herrera Tello (ex Secretaria de la Reforma Agraria, quien duró poco en el cargo y no es panista -actualmente es la Contralora de Nuevo León-) y Josefina Vázquez Mota (proveniente del mundo del liderazgo empresarial y panista tardía también), pudiendo ver que casi todo el gabinete era un verdadero “Club de Toby”.

Entre las acciones positivas del Foxismo, podemos destacar que mantuvo la estabilidad, aunque hubo poco crecimiento económico. Entregó buenas cuentas en reducción de la pobreza y los programas sociales para combatirla fueron efectivos. 

No obstante, mantuvo intacto el régimen de privilegios que existía en la época del viejo PRI (eso hasta Ricardo Anaya lo ha reprochado). Una cosa que se puede resaltar es que el Foxismo puso los cimientos de la transparencia nacional; sin embargo, la corrupción siguió existiendo y no sólo no disminuyó, sino que se ha ido incrementando, aunque su percepción ha menguado en los últimos años (por el énfasis que ha puesto el gobierno de la 4t, por lo menos de manera retórica). 

Su relación con el PRI fue desigual y contradictoria; mientras su relación con la izquierda estuvo casi rota (en un principio, tenía una relación cordial con Andrés Manuel López Obrador, pero terminaron casi enemistados). Y si bien, tuvo el acierto de formar nuevas instituciones, como la Policía Federal (que sustituyó a la desprestigiadísima Judicial Federal) y la Agencia Federal de Investigaciones; la falta de un verdadero viraje en el funcionamiento del sistema de justicia, llevó a que, a corto plazo, tanto la Federal como la AFI terminaran desapareciendo por el muladar en el que se habían convertido. 

Por otra parte, en el aspecto educativo hubo el interés de hacer cosas interesantes; pero la relación con el magisterio nacional fue tirante, y, además, Reyes Tamez fue un Secretario de Educación tan gris que, realmente, los avances, aunque no fueron nulos, podrían calificarse de insuficientes.

Como cereza en el pastel, creo que el error de Fox fue no haber roto con el neoliberalismo y haberle dado una continuidad absoluta. A pesar de que los programas sociales de su administración no fueron malos, se quedaron lejos de poder propugnar un verdadero estado de bienestar; y quiso ver en la inversión el único camino posible, cuando lo que en muchas ocasiones se requiere, es un estado fuerte que redistribuya la riqueza por el bien de todos. 

Con Fox no pasó eso pues, aunque -efectivamente- la pobreza se contuvo, el pastel siguió tan mal distribuido como en los primeros años de la larga noche neoliberal (Víctor Toledo, dixit). Ahora algunos diputados panistas proponen el seguro del desempleo; pero, cuando gobernó Fox, dicha posibilidad no fue jamás siquiera explorada.

De igual manera, otro error que le encuentro a Fox es haber querido desbarrancar a las izquierdas. Su antipatía por López Obrador lo llevó primero a querer desaforarlo (con ayuda de la PGR) y, después, a querer dinamitar su campaña con ayuda de los poderes fácticos. 

Lo que pudo haber sido una tersa transición democrática se tornó en un episodio cuestionable. Y Fox no terminó bien, por su actuar no fue objetivo en ese fragmento de la historia nacional.

Hoy día, sigue vigente, polemizando con su viejo adversario por Twitter. Y, aunque ya no tiene los reflectores de antaño, sigue siendo una de las principales voces de la oposición. Celebro que siga opinando, pues, aunque rara vez coincido con él, creo que la libertad de expresión es un valor cardinal intrínseco a las democracias. Y, considero que Fox respetó ese punto durante su sexenio.

En fin, como podemos ver, Vicente Fox es un personaje polémico, el cual resulta difícil reseñar en tan poco espacio. Tiene méritos, pero también equivocaciones. 

De tal suerte que no coincido con Fabrizio Mejía Madrid, cuando desliza que Fox fue inflado por los medios para ser un candidato competitivo. No lo creo del todo. 

Fox fue un empresario con talento, quien quiso llevar sus recetas mercadológicas a la política y no fructificaron completamente. Pero creo que tiene capacidades, no obstante que no sea un sujeto con una amplia cultura general. De productos armados para la televisión, podríamos hablar del ex Presidente Enrique Peña Nieto; pero eso, ya es digno para otra historia.

Hernán Ochoa Tovar

Maestro en Historia, analista político.