Una historia de tantas

Una historia de tantas 18 de julio de 2020

Mariela Castro Flores

Chihuahua, Chih.

*Foto: maltratoinfantil.org

Paola es una joven educadora maestra en jardines de infancias en las zonas más marginadas de la zona urbana donde el hacinamiento, falta de transporte público, abandono institucional, violencia comunitaria y todos los problemas sociales confluyen en un crisol en el que, por una parte, las delimitaciones entre municipios sirven como excusa para no hacerse cargo y, por otro lado, la indolencia de los gobiernos que cuentan con el soporte de una sociedad clasista que en su negligencia criminal, prefiere mantener aisladas a colonias como si fueran islas.

En esos ambientes, en sus 12 años de servicio en las aulas siempre ha tenido a bien trabajar temas que en su formación también de educadora popular egresada de la Normal Rural de Saucillo, sabe que son comunes a las mujeres y a las infancias por su espacial grado de indefensión. Adultos que consideran deben tutelar la voluntad y voz de las y los menores, sumado a maestras que enseñan con sus prejuicios de frente, son un coctel con el cual niñas y niños no logran comunicar lo que de cerca viven y les lacera. Consiente de esa realidad, Paola con prácticas y técnicas pedagógicas ha emprendido una campaña personal contra el abuso infantil, incluido el sexual. 

Su historia no es menor ni remota. 

Divorciada del hombre que intentó matarla, luego de una batalla legal por la custodia de su hija, no tuvo más remedio que admitir el derecho del progenitor a las visitas aún a sabiendas que un hombre violento jamás puede ser un buen padre. Como educadora y madre consciente de la realidad de las infancias, educó a su hija Vanessa en sexualidad integral, desarrollando un vínculo que tendió un canal de comunicación que se fortaleció desde el respeto a su hija y su cuerpo y de la relación y distancia de la niña y otros cuerpos; si hasta aquí se está tejiendo una maraña en la cabeza, no se tensione, básicamente es enseñar que nadie debe tocar a las niñas y los niños de una forma que les haga sentir incomodidad (acotación realizada porque tampoco se les debe negar la ternura y el afecto).

Lo que ella tanto temió llegó porque su experiencia se lo decía, tarde o temprano, los hombres violentos también ejercen violencia desde el abandono y la omisión de cuidados, misma que se tradujo para Vanessa de 6 años en abuso sexual que fue perpetrado por un amigo de su papá cuando este la traía en el auto en un momento de borrachera y que se agravó porque en la casa familiar paterna, su abuela y sus tías la maltrataban constantemente por la aversión a su madre que justificaban por los resultados de un divorcio complicado que legalmente favoreció a la joven maestra otorgando pensión alimentaria para la niña y el beneficio de la casa que compartieron en la sociedad conyugal.

Para cuando Vanessa le contó todo a Paola, ambas decidieron denunciar. Si, la niña también, porque niñas y niños son inteligentes y capaces de tomar decisiones si cuentan con la información adecuada.

Y aunque el proceso ha sido largo y desgastante, los nuevos protocolos de atención a las infancias en la Fiscalía Especializada de la Mujer (FEM) evitaron la revictimización de Vanessa que desde el primer momento narró a detalle de forma consistente cada momento de las agresiones sexuales recibidas por el amigo de su papá, las físicas por familiares paternos y su propio padre que desde el instante en que la misma ocurrió, lo supo por voz de la niña a la que intentó callar con amenazas. 

La FEM determinó que la atención del caso requería urgente resolución; sin embargo, la pandemia detuvo el proceso penal y familiar, porque pareciera obvio, pero es todo un galimatías determinar legalmente hacer valer la decisión de la menor para ya no estar en contacto con sus agresores y es el Juzgado 3er de lo familiar quien sepa y decida sobre la protección e integridad de una niña o hacer prevalecer el “derecho” de un sujeto que intentó matar a su esposa para seguir visitando a su hija.

La potencia de la voz de una niña como Vanessa, su determinación y valentía no son casuales ni efecto de personalidad. Son una construcción. Sí. Se construyen. Cuando a niñas y niños se les escucha y se les respeta, se genera un vínculo emocional que se basa en la confianza de saber que se le cree y de que su palabra tiene valor. Esto se contrapone a la idea de que la educación sexual se tiene que impartir hasta el momento en que las y los menores alcanzan una edad o desarrollo como para ser sexualmente activos y como a padres y madres de familia esta idea les incomoda, posponen el tema y de ser posible no lo tocan.

De acuerdo a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), México ocupa el primer lugar a nivel mundial de abuso sexual infantil y aun así, se le da cabida a iniciativas como el Pin Parental a pesar de que le abonan a la falta de salud sexual, porque en casa no están proveyendo conocimientos mínimos que a niños y niñas les permitan saber cuáles son los límites entre sus cuerpos y los de los adultos y ahora quieren venir a imponer esa omisión a las escuelas a través de este instrumento extranjero que no corresponde a la realidad mexicana que define que el 30% de esos abusos son dentro de casa.

¿A quién quieren engañar diciendo que los padres y madres “educan” en sexualidad si esperan hasta la pubertad y la adolescencia cuando la mayoría de los abusos ya han ocurrido en la infancia? 

Porque no nos engañemos, la educación sexual en los programas educativos apenas está en ciernes en nuestro país, eso indica que la falta de salud sexual es el producto de la nula capacidad de padres y madres de familia de educar en la materia adecuadamente en casa.

Insisto ¿Por qué la necedad de trasladar esa negligencia a las aulas?

Son pocas las educadoras y docentes como Paola que cruzan su historia personal y de formación para darle herramientas a sus pequeños alumnos para reconocer el abuso y la violencia sexual cuando sucede; el caso de su hija Vanessa no es único, por desgracia es la generalidad y ubicarlo como casos que suceden solo en el imaginario o de modo muy remoto no ayuda a combatir el abuso sexual como problemática social y sus consecuencias a corto y largo plazo en la salud de toda la sociedad.

La única arma es la educación y a través de la misma, empoderar a niñas, niños y adolescentes en sus derechos, hagámonos cargo.

#NoAlPinParental

@MarieLouSalomé

Mariela Castro Flores

Politóloga y analista política especialistas en género y derechos humanos.