Un llanto que no cesa…

Un llanto que no cesa… 30 de mayo de 2020

Gerardo Arturo Limón Domínguez

Chihuahua, Chih.

Es mi deseo que un día aprendamos y sepamos ya para siempre, que debajo de todos los colores de piel, existe un hermano, entonces y solo entonces quizás, habremos descubierto la gran verdad  de la fraternidad. G.A.L.D.

 


COMO SURGE EL DOLOR Y SE HACE  RABIA

El alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, opinó tras el asesinato de Floyd: “Ser negro en Estados Unidos no debería implicar una condena a muerte”.

Esta es una certera frase si entendemos que la vida en lo que es hoy ese país y que comenzó con la fundación en 1607 del primer asentamiento de ingleses en Virginia en, 13 años antes de la llegada de los llamados “Peregrinos” en  el  barco Flor de Mayo, en 1620.

Pues bien antes de la llegada de los peregrinos, justo un año antes,  llegaron a lo que es hoy Estados Unidos, los hombres y mujeres de color, llamados genéricamente por ello negros, quienes desde entonces no han dejado de sufrir por la tragedia que se enmascara en  el esclavismo, el racismo y la discriminación,  conductas estas de lo más oprobiosas de la humanidad de todos los tiempos.

Por ello y por referir el caso de la muerte de  George Floyd,  que bien vale la pena ser,  no solo entendida en su causa, sino entendida en los efectos que ya son devastadores, no solo para la zona de Minneapolis en Minnesota, sino para varios focos de insurgencia social, llámese rabia, y me atrevería a señalar, justa indignación por el homicidio de George Floyd, generados en diversas partes de  Estados Unidos ahora.

Justo al momento de escribir estas líneas se leen despachos noticiosos como el siguiente: “Cientos de personas se reunieron en varios puntos del país, como frente a la Casa Blanca, en Washington, pero también en Nueva York, Dallas, Houston, la ciudad natal de la víctima, o Las Vegas, Des Moines, Memphis y Portland. En Atlanta, se quemaron coches de policía.” 

Adicional a esto ya se han dado y documentan al momento, al menos dos muertes, una de un manifestante en Detroit y otra de un policía en Oakland.

Pero nos preguntamos ¿cómo es que se llega a estas noches de tragedia dolor y lágrimas para tantos? Y la respuesta data de una larga historia y es necesario por ello apelar a...;

 

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LA TERCA MEMORIA 

Para ello debemos buscar el origen de esta realidad y saber

Qué originó la presencia de hombres de África en nuestro continente, cómo fueron traídos y por qué ese trato tan lleno de  abuso, discriminación, y  muerte con el que han vivido ya por 400 años en un continente que les es ajeno, y un país que les hace sentir igual.

Acudo a una crónica de  Nerea Costa Iglesias ( 2019-08-18 ) publicada bajo el título; “White Lion, el primer barco de esclavos que llegó a EU y cambió su historia para siempre”. 

Ella lo relata así; 

“Se cumplen 400 años desde que este barco negrero británico arribara a las costas de la actual Virginia, con unos 20 africanos a bordo, y diese comienzo al sistema esclavista estadounidense, que duró dos siglos y medio pero marcó su sociedad hasta nuestros días.

Este mes (N.A. septiembre de 2109) se cumplen 400 años de la llegada del primer barco cargado de esclavos africanos a Estados Unidos, secuestrados por negreros portugueses en Angola y llevados hasta las costas de la excolonia británica de Virginia. En agosto de 1619 comenzaron dos siglos y medio de esclavitud, que cambiaron para siempre el rumbo de la historia estadounidense.

Los primeros africanos llegaron al puerto de Point Comfort, hoy conocido como Hampton Roads, en Virginia, en la que por aquel entonces vivían unas 700 personas. Se desconoce la identidad y el número exacto de esclavos que desembarcaron ese día en las costas del Nuevo Mundo, aunque documentos de esa época hablan de que más de 20 personas viajaban a bordo del barco negrero White Lion.

Los primeros esclavos que llegaron a lo que hoy es Estados Unidos fueron secuestrados por las autoridades coloniales portuguesas, obligándolos a abandonar sus casas en los reinos nativos de Kongo y Ndongo, desde donde los trasladaron al puerto de Luanda, en la capital de la actual Angola. 

Allí fueron vendidos a esclavistas españoles, que los forzaron a zarpar en el barco negrero San Juan Bautista, con destino a Veracruz, que en aquella época formaba parte de la colonia de la Nueva España.

Cuando el San Juan Bautista se aproximaba a su destino, dos barcos corsarios británicos, el White Lion y otro llamado Treasure, lo atacaron y se quedaron con 60 esclavos del buque negrero español. 

El White Lion fue, finalmente, el que desembarcó en Point Comfort con los esclavos que luego fueron intercambiados por comida a su llegada al puerto. El colono ­John Rolfe, que pasaría a la historia por su matrimonio con la indígena Pocahontas, detalló en un documento de la época que el cargamento del barco “no era nada más que 20 y tantos negros, que el Gobernador y el Capitán Mercante compraron por víveres”.

12.5 millones de africanos llevados a América. En la larga travesía del San Juan Bautista hacia América fallecieron 150 de las 350 personas que se estima iban a bordo del navío. 

Las condiciones inhumanas en las que los africanos cruzaban el Atlántico —eran enjaulados y pasaban días sin comer— hicieron que muchos de los capturados nunca llegasen a pisar el otro lado del océano. Nunca se sabrá exactamente cuántos cadáveres fueron arrojados al mar en aquellos barcos, pero según la base de datos más importante sobre el comercio de esclavos, Trans-Atlantic Slave Trade, de los 12.5 millones de africanos secuestrados entre 1525 y 1866 para convertirse en esclavos, 2.3 millones murieron durante el viaje hacia el Nuevo Mundo.

La llegada de estos primeros africanos al norte de América marcó una nueva etapa en el tráfico de esclavos, que había comenzado a principios del siglo XVI y no terminó hasta finales del XX. En este período, 12 millones de esclavos fueron llevados al continente. Aunque la mayoría fue a parar a Brasil, que en aquel momento era colonia portuguesa, 400 mil esclavos terminaron en el sur del actual Estados Unidos.

 


EL PRIMER AFROAMERICANO. 

Según el Hampton History Museum de Virginia, algunos de los esclavos que iban en el White Lion recibieron nombres portugueses, por el origen de sus secuestradores, y muchos de ellos acabaron como sirvientes o como mano de obra en las plantaciones de tabaco o algodón cercanas a Point Comfort.

Dos de estos sirvientes, Antonio e Isabella, trabajaron en la casa del Capitán William Tucker, comandante de Point Comfort. El hijo de la pareja, William, es conocido como el primer niño de origen africano que nació en Estados Unidos. Según las leyes de aquellos años, este niño debió nacer como un hombre libre, aunque la realidad es que eso nunca fue así.

El sistema esclavista estadounidense, iniciado con el White Lion en 1619, persistió durante los dos siguientes siglos, y desembocó en la Guerra de Secesión y en la posterior abolición de la esclavitud en 1865, tras la victoria de La Unión sobre Los Confederados, que precisamente defendían el sistema esclavista.

La historia del país está cimentada bajo siglos de esclavitud y segregación racial que siguen presentes hoy en día. La abolición de la esclavitud no acabó con la discriminación de la comunidad negra, que décadas después de que Martin Luther King pronunciara su famosa frase “tengo un sueño” y tras años de lucha por los derechos civiles de los negros, continúa siendo uno de los problemas más arraigados en la sociedad estadounidense”

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COROLARIO 

No puede cerrarse esta reflexión, que no solo es histórica, sino eminentemente humana, porque  puede ser simple dar como dato frio y estadística que una población de hombres y mujeres desarraigados de su natal África,  fueron traficados y convertidos en mercancía humana, vendidos al mejor y en veces peor postor, en plantaciones desde Virginia hasta El Cais  de Valongo (Muelle de Valongo) en el hoy Rio de Janeiro en  Brasil, donde se dice se llegarían a recibir hasta un millón de esclavos solamente.

El total  de los traficados entre los diversos continentes, nadie lo sabe, pero datos aproximados hablan de que entre 40 y hasta 50 millones de personas pudieron ser arrancados durante el tiempo que duró el esclavismo de sus lugares de origen, la verdad, es uno de esos misterios que guardará la historia. 

Remanentes de esa realidad son hoy los llamados afroamericanos que representan el 13% de la población de Estados Unidos, y que también lamentablemente  han representado como mínimo el 25% de las ya 102,000 muertes por Covid-19 en ese país. 

Vale esta consideración si la correlacionamos con la  misma disparidad en la tasa de mortalidad que prevalece entre los 5 mil estadounidenses asesinados por la policía desde 2015 a la fecha.

Así se puede considerar que ese llanto que generaba la ruptura de la vida social en El Congo con los primeros africanos capturados en el Congo para hacer de los seres humanos, insumos de producción en las plantaciones de América está recreándose ese llanto cuando advertimos por las estadísticas que los afroestadounidenses tienen el doble de probabilidad de ser asesinados por la policía en comparación con los blancos. 

La violencia policial es una de las principales causas de muerte de los jóvenes de color y la muerte de George Floyd, ha sido la prueba más palmaria de esa tragedia esta semana.

La cámara del celular de la mujer que documentó con su video los 10 minutos de agonía de Floyd ,mientras era asfixiado literalmente por un agente blanco ante la complicidad y aprobación de tres agentes más así lo muestra y la Pandemia también lo confirma, el racismo está tan vivo hoy en los Estados Unidos como en tiempos de la esclavitud, del Ku Klux KLan, de los linchamientos a la vista de todos, apenas hace menos de un siglo y su letalidad sigue transitando  rampante, sobre la población negra  como lo hace el coronavirus.

Es tiempo de frenar ese llanto, que se haga justicia.