Chihuahua, Chih.
La postura pública del diputado local por Morena, Gustavo de la Rosa, sobre la presencia del ejército en la presa Las Vírgenes y la protesta social que se ha generado en torno al problema del agua en Chihuahua, es mucho más que un disparo en el pie de la izquierda partidista.
Estas declaraciones son un disparo al corazón ideológico y político de Morena.
Hay veces en que las posturas de los políticos toman la forma de un suicidio ideológico y político, consciente o inconscientemente.
Las palabras de Gustavo de la Rosa son bastante señeras:
“No estemos criminalizando el uso de la fuerza pública frente a una situación de cumplimiento de Estado de Derecho. El Estado de Derecho debe aplicarse, los productores deben respetar la ley; a los productores que han abusado de la ley, que han causado daños, se les debe encarcelar y procesar, los tenemos ubicados” ("El Diario de Juárez", 21 de julio de 2020).
El diputado local por Morena demanda que "no se criminalice" la militarización y el uso de la violencia de Estado, cuyo objetivo es hacer "respetar la ley" en cumplimiento de tratado de aguas de 1944.
Más aún, el antiguo defensor de los derechos humanos solicita que se "encarcele" y "procese" penalmente a los agricultores que han participado en los actos de protesta.
Pudiera dudarse de la veracidad de esta afirmación, pero no hay evidencias que pongan en duda lo afirmado por el diputado de Morena. Podría afirmar que la postura del "Pichuy" de la Rosa, un viejo militante de la izquierda, es inexplicable, pero no lo es.
Lo que explica la postura del diputado morenista, es la manera de asumir y administrar los caminos que conducen al poder gubernamental.
Una parte de la izquierda partidista en Chihuahua ha cambiado su mapa ideológico y ha cambiado también el rumbo de su brújula política.
El mapa ideológico de una parte de la izquierda partidista se ha vuelto borroso, demasiado borroso a veces.
Desde luego, que han cambiado los nombres de los lugares de ese mapa ideológico, y ha cambiado la manera en que algunos militantes de la izquierda partidista se desplazan sobre el suelo de la realidad política.
A su vez, la brújula política de una parte de la izquierda partidista giró 180 grados, y en lugar de apuntar al horizonte de la lucha social, apunta hacia los pasillos del poder gubernamental, que lo mismo se aloja en el Palacio de Gobierno sobre la calle Aldama en Chihuahua, que en Palacio Nacional en la Ciudad de México...