Chihuahua, Chih.
Como en la mayor parte del actual sexenio, los acontecimientos políticos avasallan y rebasan la capacidad de análisis, reforzados por los generados por la sucesión presidencial y, sin duda, prácticamente todos, por lo menos los acaecidos en el curso de la semana, están influidos por tal hecho político, que pareciera encaminarse a uno de los más importantes, no sólo por el nivel de la confrontación, sino por las nuevas condiciones que generará y, también, en las que se realiza.
El grupo gobernante en Chihuahua lanzó un temerario reto al de la república. El anuncio de la marcha -luego convertida en caravana- para exigirle al gobierno de Peña Nieto solicite la extradición de César Duarte, fue respondido puntualmente en dos pistas: Primero, funcionarios del tercer nivel de la Secretaría de Hacienda salieron a medios a informar que de los 700 millones de pesos debería olvidarse el gobierno de Corral y, segundo, el mismísimo Procurador de la República, Alberto Elías Beltrán, -así sea el subprocurador en funciones de titular- anunció personalmente que se pediría la extradición del ex gobernador por dos órdenes de aprehensión del fuero común y una del federal, todas iniciadas por el gobierno de Corral.
Luego, el viernes, se filtró la información que la PGR ya habría solicitado formalmente la extradición de Duarte, por esas denuncias y que estudiaban la posibilidad de incluir el resto de las iniciadas por el gobierno de Chihuahua. De confirmarse tal información querrá decir que la detención de Duarte es inminente.
Lo anterior se informaba al tiempo que el gobierno de Corral anunciaba el itinerario de la caravana “revolucionaria”, en el que se incluye a las ciudades de Saltillo, Monterrey, Tepic, Cuernavaca, Morelia y Guadalajara, urbes alejadas de la ruta de las marchas y caravanas de todas las realizadas a la fecha que pretendían modificar las resoluciones del mandamás mexicano.
Y si las inferencias no nos fallan, tales acciones podrían inscribirse dentro de las pretensiones políticas, no sólo del aspirante presidencial del PAN, Ricardo Anaya, sino, fundamentalmente, de Javier Corral, quien, paso a paso, construye su propia candidatura para el 2024. Pero si en el camino se encuentra la del 2018, po’s ni modo.
Pero no fue la única respuesta del régimen al gobernante chihuahuense. Se puede dar la coincidencia (¿Lo será?) de que dos ex gobernadores, Patricio Martínez y José Reyes Baeza, aparezcan en las boletas electorales al mismo tiempo, lo que significaría que el PRI -y José Antonio Meade- han decidido echar toda la carne al asador, en una jugada política que podría advertirse como la extrema, dadas las condiciones políticas en que se encuentra el PRI chihuahuense, amén de lo que le aportan las bajas calificaciones del presidente Peña Nieto.
Manejada insistentemente en algunos periódicos digitales de la capital, finalmente se concretó. El ex gobernador Martínez, cuyo respaldo a la candidatura y al gobierno de Duarte fueron cardinales -si bien en la parte final del sexenio anterior ya no fue tan notorio- apareció como el candidato a la alcaldía, en un movimiento político incomprensible para el escribiente pues el PRI no tiene las mejores condiciones en la capital y se encamina a una segura derrota.
Por ello sorprende la decisión de Patricio. Que los estrategas de su partido piensen que pueden ganar en Chihuahua, es una muy equivocada apuesta, y eso es, una apuesta, muy alejada de la realidad político-electoral del antiguo San Felipe el Real.
Más aún, a la muy equivocada decisión del dirigente estatal, Omar Bazán, de aprovecharse del cargo para colocarse en el primer lugar de la lista plurinominal de candidatos a diputados -cosa que prometió no hacer y que casi motiva la renuncia del ex dirigente estatal, Miguel González-, la determinación de postular a Patricio empujó al diputado federal, Alejandro Domínguez, a casi deslindarse de la campaña del exgobernador, en una conferencia de prensa acompañado ¡de la presidenta del Comité Municipal, Teokali Hidalgo, cercana, muy cercana dirigente al ex alcalde chihuahuense, Marco Adán Quezada, que hoy forma parte sustancial del grupo de Reyes Baeza, con lo que puede configurarse la lejanía de los baecistas y seguidores del ex alcalde Quezada del presunto candidato Patricio.
No aparecerán en la campaña apoyándolo.
Y en cambio, Reyes aparece como quien pudiera ocupar la primera fórmula de candidaturas al senado de la república, esto es, la búsqueda de la candidatura por tierra, en un momento en el que el PRI no aparece como favorito para ocupar el primer lugar en las votaciones en la entidad, hecho que el grupo gobernante en Chihuahua no está dispuesto a poner en entredicho, de ahí otra de las razones de la marcha-caravana, la de intentar preservar la hegemonía local, sabedores de la notoria pérdida de simpatías electorales, merced a diversos factores, la mayoría atribuibles a sus propias decisiones como gobernantes.
De ahí que pudiera darse el caso que Reyes y Patricio aparecieran juntos en los actos de campaña, luego de que el ahora aspirante a la alcaldía chihuahuense exhibiera ostensiblemente su apoyo al gobernador César Duarte, precisamente cuando éste lanzaba los más fuertes misiles políticos en contra de Reyes, acusándolo de ser el auténtico generador de la inmensa deuda de Chihuahua.
De este modo, la estrategia de Corral no tiene desperdicio: Por un lado lanza a los chihuahuenses la consigna de exigir la extradición; convoca a una caravana que le concitará simpatías a él y a Ricardo Anaya y lo contrario a Peña Nieto y a Meade; prepara su postulación para el 2024, fortalece a sus candidatos para la actual campaña, prepara la posibilidad de mantener mayoría en el Congreso local y socava las posibilidades de la reconstrucción del PRI en el estado.
Pero no todo es coser y cantar para el panismo local, y de eso dan cuenta las inexplicables declaraciones del coordinador del gabinete de Corral, Gustavo Madero, lanzadas apenas el viernes, en las que dio a conocer que el gobierno del estado ya no pretende la extradición de Duarte, que la cambió por la petición al gobierno de Donald Trump ¡De la deportación del ex gobernante!
Porque, dijo, el gobierno de Corral desea que la orden de extradición sea por las 10 órdenes de aprehensión lanzadas contra el ballezano. Y en esa parte tienen razón, una vez extraditado Duarte, no se le podrán fincar más cargos, ni ser enjuiciado por más causas penales que las expuestas en la orden de extradición. (Nota de La opción.com.mx, 19/I/18).
Pero de cambiar en ese sentido su postura resultará que la posibilidad de que Duarte sea enjuiciado en Chihuahua ¡Dependerá de la voluntad del gobierno de Trump!
¿También se haría una marcha a Washington?
¡Híjole!
Todo ello en medio de una increíble campaña mediática, lanzada por el gobierno de Javier Corral, que incluía la exhibición en anuncios espectaculares de la exigencia al gobierno federal de extraditar a Duarte, al que denominaron, en esos anuncios, “Prófugo” y que, efectivamente, podrían ser usados por la defensa jurídica del ex gobernador para argüir persecución política por el gobierno de Corral, anuncios que, por otra parte, el mandatario anunció que se aumentaría el número de ellos en la entidad. (Nota de El Diario de Chihuahua, 18/I/18).
¿Será, por tanto, la elección de julio próximo, una contienda semejante a las previas, una parejera entre PRI y PAN? Pareciera ser que no, la presencia de López Obrador crece en la entidad -a pesar de las erróneas alianzas pactadas- y pudiéramos estar frente a la posibilidad de una cerrada contienda entre tres fuerzas políticas, todas con posibilidades reales del ganar.
Y si nos guiáramos por las percepciones generadas a partir de los acontecimientos al interior del PRI, éste pudiera ser quien obtuviera el tercio menor de las votaciones, partido al que todavía deberá comentarse lo resuelto en la candidatura a la alcaldía, en favor del grupo de Enrique Serrano en la persona de Adriana Terrazas, su mano derecha a lo largo del último sexenio, a pesar de los múltiples escabrosos episodios políticos protagonizados por la ahora aspirante única a la presidencia municipal de Juárez.
En virtud del escenario aquí descrito ¿Podrá alguien, válidamente, argüir que no tienen motivaciones electorales las movilizaciones convocadas por el gobierno de Chihuahua?
Y ni duda cabe de la justeza de las reclamaciones; nadie podría oponerse a la exigencia de la extradición de Duarte, ni al reclamo de acabar con la discrecionalidad en la distribución de los recursos del presupuesto federal, lo malo es que subyace en todo ello la motivación político-electoral, situación en la que el gobierno de Peña Nieto ha sido pescado nuevamente pues resulta, hasta ridículo, que a unos días del anuncio de la celebración de la marcha-caravana hayan resuelto solicitar la extradición, con aquellas características.
Lo que, por otra parte, salvará a Duarte de responder ante la denuncia presentada por Jaime García Chávez, ¿se acuerdan -a lo macho, no me fijé que firmaba-? esto es, la acusación de enriquecimiento ilícito, demanda que nunca fue apoyada por el ahora gobernador Javier Corral, y sí en la etapa en la que era un aspirante al puesto que ahora ocupa.
Bien, ya llegamos a la campaña electoral 2018!
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