Chihuahua, Chih.

En el transcurso de la semana la gobernadora Maru Campos, “inspeccionó” las labores de limpieza de Palacio de Gobierno y en el encuentro con las personas encargadas, en un cálculo mal planeado preguntó a una joven mujer: “¿qué sientes cuando limpias tú aquí? 

Pues feo, le responde- “Pero ¿qué sientes? Tú eres mujer, de que hagan esas protestas que son muy legítimas pero que luego te toca a ti limpiar”. Insiste la titular del ejecutivo estatal. “Pues sí, pero cuando mataron a Marisela Escobedo fue pacíficamente y no hicieron nada”, le responde de nueva cuenta con una voz tímida, pero sin dejarse intimidar por la figura de poder que representa Campos.

El dislate no pasó desapercibido para medios nacionales e internacionales, las redes sociales se inundaron del cinismo con el que la gobernadora se vistió para en una simulada “empatía” pretender confrontar a la opinión pública con las acciones de carácter político y denuncia que se realizaron en el marco de la marcha del pasado #8M en las calles de la ciudad. 

Esta manipulación de los medios no es nueva y se suma a la declaración del alcalde Bonilla sobre los 20 mil pesos que ganan las familias al mes en el estado, que no a pocas personas nos llevó a preguntarnos ¿en qué Chihuahua vive o de cuál Chihuahua habla? Que, a partir de comenzar a ser exhibido en redes, los medios corrigieron la plana para explicar lo que se suponía quiso decir.

Ambos desatinos retratan de cuerpo entero la representación de ambos personajes: una muy lejana de la realidad de las mujeres y de la sociedad chihuahuense. 

La franca intención de la gobernadora de orientar inquina hacia las activistas desde una lógica la falta de orden en vez de apuntar o enfocar los esfuerzos en las denuncias que en esos muros se vertieron resulta por decir lo menos, negligente e irresponsable. 

La respuesta de la joven fue contundente: “no hicieron nada”. Y si bien el asesinato de la emblemática Marisela fue hace poco más de una década, Maru representa incluso los peores vicios de los gobiernos que le antecedieron; pretender confrontar y generar polarización ciudadana desde la imagen caricaturesca de mártir sufriente que se ha construido ubica su empeño en una lógica de franca impunidad, porque cuando se busca distraer la atención de lo importante no se asume la responsabilidad institucional que corresponde.

Resulta de relevancia saber los motivos que mueven a la gobernadora Campos para tratar de instalar una narrativa en la que supone que las labores de limpieza resultan un “sacrificio”, que lo apuntala preguntándole específicamente de modo insidioso a una joven mujer, así, de modo sesgado tratando de obtener una respuesta que favorezca a la estigmatización de las jóvenes activistas. 

De doler sería si no recibiera una percepción económica a cambio de su trabajo, si las labores que están realizando las cuadrillas a cambio no recibieran remuneración económica y garantías laborales a las que todo trabajador y trabajadora tienen derecho, cabe perfecto preguntar: ¿tienen derechos laborales? Los contratos, aunque eventuales deben garantizarlos.

Maru: ¿las cuadrillas que están realizando labores de limpieza en palacio están recibiendo derechos laborales y salarios dignos? Si realmente le importan las mujeres, ¿las que están participando tienen estancias infantiles para el cuidado de sus hijas e hijos? Digo, si le importan las mujeres, aunque sean trabajadoras eventuales o permanentes, las acciones para la conciliación laboral y familiar son indispensables y una obligación del Estado.

SI de manera honesta la gobernadora desea influir en las respuestas de las personas, en especial de las mujeres, por ahí se podría comenzar.

No hacerlo -le tenemos noticias- ella en primera persona está cometiendo violencia institucional.

@MarieLouSalomé