Chihuahua, Chih.
I.- En las redes sociales y en las pláticas de los militantes de Morena, circula un señalamiento enfático sobre Víctor Quintana, a quien se le refiere como: “traidor”.
La palabra "traidor" es ruidosa y forma parte del lenguaje de una guerra, que se ha hecho presente intensamente en las redes sociales.
En el caso de las confrontaciones internas en Morena, el uso de esta palabra y de otras más de contenido belicoso, será constante en torno a la definición de las candidaturas hacia el 2021.
Lo que se vive es una exaltación de la guerra electoral en la izquierda.
Es necesario dejar en claro que la palabra “traidor” en la izquierda es añeja, forma parte del vocabulario de confrontaciones que se rastrean hasta finales del siglo XIX y que se agudizan durante el siglo XX.
Las palabras que forman parte de un campo semántico de la guerra, eran comúnmente usadas en las pugnas entre Marx y Bakunin, bolcheviques y mencheviques, leninistas y troskistas, comunistas y socialdemócratas, y todo un conjunto de facciones de izquierda cuyos desencuentros fueron intensos.
En el Partido Comunista Mexicano, esas confrontaciones terminaron convertidas en purgas y expulsiones que están documentadas.
Cuando se usaba la palabra "traidor" en la izquierda del siglo XX, en el PCM por ejemplo, los usos de esa palabra eran sobre todo ideológicos. La traición era concebida en términos ideológicos y políticos, más que pragmáticos.
Desde luego, que en la actual coyuntura el calificativo de “traidor” aplicado a Víctor Quintana posee un significado diferente, respecto a las acciones del propio Quintana, y respecto a lo que se pretende con esta denominación.
Austin tiene un libro cuyo título resulta esclarecedor sobre los usos del lenguaje: “Cómo hacer cosas con palabras” (1990). En el lenguaje de la política no hay inocencias. En la política las palabras suelen funcionar como coronas de laureles o como dardos envenenados.
¿Cuál es el interés de los militantes de Morena y de las facciones de este partido en Chihuahua, al nombrar a Víctor Quintana como “traidor”? ¿Qué tanto hay de intereses pragmáticos, respecto a la manera de nombrar a Quintana de esta forma? ¿Qué tanto hay de contenido ideológico al señalar a este personaje como “traidor”?
La descalificación de Quintana, es mucho más pragmática que ideológica, es una descalificación coyuntural hacia el 2021. De forma similar, la decisión de Quintana de no aceptar la candidatura a la gubernatura por Morena en 2016 y dar lugar a una alianza con Javier Corral, también fue pragmática.
Una decisión y acción pragmática se empalma sobre otra. La historia reciente de la izquierda chihuahuense está habitada por un conjunto de decisiones y acciones pragmáticas que entrecruzan tres coyunturas electorales: la de 2016, 2018 y 2021.
En Morena, en el estado de Chihuahua, la historia reciente está quedando definida por un pragmatismo activo y retroactivo.
Sobre el caso de Víctor Quintana y otros más, como las alianzas de Juan Carlos Loera con Javier Corral, la historia panista de Pérez Cuéllar, etc., surgen algunas preguntas:
¿Cuáles son los límites del pragmatismo electoral de Morena? ¿Acaso este pragmatismo tiene límites? ¿Quién pone esos límites y de qué forma? ¿En el proceso electoral de 2021, cuáles serán los límites del pragmatismo en Morena en la manera de nombrar candidatos?
II.- Desde 1988 hasta la fecha, la izquierda ha quedado absorbida por un complicado proceso de mutaciones que no termina todavía. En diversos artículos me he referido a estas mutaciones como un "extrañamiento", como una forma de "extrañamiento".
Este concepto posee dos significados. Por un lado, “extrañamiento” significa una rareza respecto a lo que la izquierda fue, pero que ya no es. Aquí se hace presente una rareza respecto al paulatino abandono del marxismo y de la teoría crítica. Es extraño no saber con certidumbre si Morena es, o no es, un partido de izquierda.
Resulta extraño también, que un conjunto de activistas y de militantes de la izquierda como Víctor Quintana, Lucha Castro, Gabino Gómez y Martín Solís –entre otros-, hayan hecho alianza con Javier Corral y con un partido de la derecha para arribar al poder.
Una parte de la izquierda en Chihuahua ha quedado históricamente acorralada.
Igual de extraño es que el PRD haya firmado el Pacto por México en 2012, al lado del PRI y del PAN, y que en estos días, Pavel Aguilar, dirigente estatal, se haya destapado como precandidato a gobernador por el PRD, aludiendo la memoria de su padre, un viejo luchador social en Chihuahua: el “Tigre” Aguilar.
La memoria histórica de la izquierda puede ser usada pragmáticamente para posicionar una candidatura.
Por otro lado, el concepto de “extrañamiento” se refiere a una “nostalgia”. Se extraña lo que la izquierda ya no es, y que quizá no pueda ser más. Hay abandonos ideológicos y políticos de la izquierda.
Esta nostalgia de lo pasado, implica una nostalgia de lo futuro. Esto significa que la utopía marxista ya no es lo que fue, y es muy difícil pensar que pueda serlo. Se extraña la utopía porque su forma actual es la de una nostalgia, una nostalgia de lo futuro, de lo que quizá ya no podrá ser de forma alguna.
Hay un desvanecimiento utópico de la izquierda.
Este doble mecanismo del extrañamiento, el de la rareza y el de la nostalgia, están atravesando las maneras de pensar a la izquierda. Aunque, hay quienes no piensan de esta forma, que han dejado de pensar a la izquierda respecto a esta doble condición del extrañamiento, y que piensan y actúan con los pies colocados sobre el territorio del pragmatismo.
Surgen entonces las preguntas: ¿Cuántos de los militantes de Morena y de otros partidos de izquierda, están pensando desde lo que se ha referido como un “extrañamiento”? ¿Cuántos de los militantes de la izquierda partidista están pensando de manera pragmática, con los ojos puestos en la proximidad electoral del 2021?
Dentro de las mutaciones de la izquierda, las respuestas a estas preguntas pueden resultar dolientes y desalentadoras…