Chihuahua, Chih.
En el año 2018, cuándo se acordó remplazar al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) por un novedoso Acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá (USMCA) o (TMEC), este nuevo acuerdo comercial dejó un sinfín de cláusulas y "letras chiquitas" que fueron aceptadas por nuestro país y por nuestros nuestros socios y vecinos comerciales.
El nuevo TMEC limita al libre comercio apostando por una mayor intervención por parte del Estado en la economía, dando un mayor control estatal sobre el comercio y la toma de decisiones económicas que afectarán en gran medida a los habitantes del bloque comercial norteamericano.
Ejemplos sobran, pero nombraremos algunos de los aspectos más importantes del nuevo acuerdo comercial.
Tenemos por ejemplo a las "reglas de origen" del TMEC, que establecen que al menos 75% de los componentes de un automóvil deben ser fabricados en Estados Unidos, México o Canadá, para evitar una reprimenda arancelaria.
Sin embargo esto aumentará el costo vehicular, ya que la mayoría de los automóviles son fabricados en el vecino país, en el mercado asiático o incluso en el continente europeo.
Es proteccionismo puro diseñado para aumentar el precio de los automóviles.
Dentro de las mismas "reglas de origen", también tenemos la normativa de que entre el 40 y 45% de un automóvil debe ser fabricado por trabajadores que ganen un sueldo de $16 dólares por hora.
Una medida positiva que ayudará al trabajador sin duda, pero que a la larga será utilizada para chantajear a un país con salarios precarizados como el nuestro.
En nuestro país veo lejano que un trabajador gane $16 dólares la hora como sueldo mínimo, gracias a la desigualdad económica y social que no ha logrado ser combatida o al menos frenada, principalmente a causa del desinterés de la clase política y económica.
Ante el incumplimiento de esta cláusula, el gobierno norteamericano puede presionar a nuestro país a su favor (nuevamente).
Esta decisión causará que aumente el precio vehicular y que aumente la tasa de desempleo, ante la negativa de los patrones y emprendedores por contratar a personas con un sueldo "elevado" como $16 dólares por hora, en un país en vías de desarrollo como el nuestro, siendo que en los Estados Unidos el salario mínimo en algunos estados es de $7.50 dólares por hora.
El TMEC también exportó el modelo sindicalista estadounidense en nuestro país, al abogar por un mecanismo de elecciones abiertas en el que los sindicalistas voten por sus líderes.
Dejando atrás a los mecenazgos longevos y autoritarios como el de Elba Esther Gordillo o el de Carlos Romero Deschamps, en el sector educativo y petrolero respectivamente.
También en el tema laboral, se encuentra la norma que establece que los tres países miembros del grupo se sujeten a las reglas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Sin embrago la OIT puede intervenir y en caso de observar un incumplimiento en el tema laboral, los gobiernos deben desechar sus leyes de Derecho al Trabajo para obedecer los dictados de este organismo.
El acuerdo comercial hace un apartado especial en el tema de salubridad y calidad del aire, una medida "inofensiva" que puede ser usada como una excusa para nuevos aranceles y reprimendas económicas.
La calidad del aire de la región no es exactamente la más pura del continente y mucho menos del resto del planeta.
El TMEC hace un apartado especial en política económica, castigando la manipulación de la moneda como una estrategia por atraer inversión y derrama económica extranjera.
Una medida que no será fácil de implementar, además del hecho de que ningún banco central admitirá devaluar su moneda para hacer más atractiva la inversión local.
Sin embargo podría tratarse de una mera estrategia que sirva de muro de contención ante el competitivo mercado de divisas, una alianza de los bancos centrales de Estados Unidos, México y Canadá contra monedas mas competitivas como el euro o el Renmimbi chino.
El efecto secundario sería una batalla campal de divisas y una escalada de inflación en la región, mientras Canadá y México apoyan la cruzada de la Reserva Federal (Fed) contra los países "manipuladores de divisas".
Con estos casos expuestos y otros que por falta de espacio no pude comentar, nos demuestran que el TMEC más que un tratado de libre comercio o como su nombre lo dice, un "acuerdo".
Parece ser más una especie de "contrato" con los Estados Unidos, un acuerdo diseñado para que a la más mínima señal de problemas, los aranceles se dejen caer del suelo sobre los vecinos comerciales.
Como un choque eléctrico pavloviano, tanto en México como en Canadá le tenemos pavor a nuestro vecino del norte, que no dudará en "condicionarnos" por medio de técnicas proteccionistas ante una "mala conducta" o un incumplimiento del acuerdo.
El más rancio proteccionismo estadounidense yace bajo la imagen de un acuerdo de libre comercio.