Juárez tirasup
Teología política

Teología política 2 de enero de 2019

Francisco Flores Legarda

Chihuahua, Chih.

 


“Escucha más a tu intuición que a tu razón. 

Las palabras forjan la realidad pero no la son.”

 


Jodorowsky

 


Inicia un nuevo año. El año viejo mexicano se impregnó de la conversación política traspasando la frontera que protege, resguarda y distingue a las élites. El primer año de gobierno de López Obrador dejó la experiencia de una vida pública trepidante. Y los que faltan.

Una funcionaria, que fue de alto nivel, hoy está bajo proceso en prisión. Un abogado perfectamente identificado con la élite que salió del poder se encuentra en las mismas condiciones. Otro, que fuera director de Pemex, se encuentra prófugo. Un ministro de la Corte se separó del cargo para aclarar el origen de su fortuna amasada a su paso por diversos cargos públicos. El regalo de un funcionario que fuera de la seguridad de la docena trágica blanquiazul, apresado y sometido a juicio en los Estados Unidos.

La conclusión de la negociación del nuevo tratado comercial para América del Norte, en espera del refrendo de los legisladores canadienses.

Una redistribución de recursos públicos para comenzar un nuevo camino para reducir la pobreza, por un México menos desigual. De sostenerse en el tiempo los resultados se podrán apreciar. Política asumida bajo el triple reto de alto riesgo:  someter la inflación, no disparar la deuda del gobierno y sin recurrir a una reforma fiscal recaudatoria (solo ajustes).

Para entender esta serie de fenómenos es insuficiente considerar que el presidente López Obrador sea el depositario institucional del Poder Ejecutivo y del cúmulo de recursos asociados al ejercicio de éste. Además, ha contado con alianzas legislativas para hacer cambios específicos en la Constitución sin la envoltura propagandística de llamarlas “reformas de gran calado”. Se ha ido construyendo una nueva relación con el Poder Judicial para ampliar el horizonte de la justicia, dispuesto a remover el corsé de la “justicia” que premiaba el privilegio.

Ah, la economía no creció, aquí, en Alemania y en Italia. Ah, no se detuvo la violencia criminal ¿Alguien esperaba que en un año se revirtiera? Sabido es el contubernio entre autoridades y criminales acontecido en los últimos lustros. De principio se tendrá que suprimir esa correlación para después juzgar.

En el centro de estos y otros temas que siguen animando la conversación acalorada, en el formato de periodicazos, tuitazos y, de manera incontinente, la avalancha de noticias falsas, hay que destacar la praxis del obradorismo como una inflexión en el péndulo para abandonar el semiciclo que oscureció lo público y exaltó lo privado como la fórmula de la organización del Estado, para devolver a lo público su importancia y prestigio perdido. 

Un término del griego antiguo ilumina la pendulación en los actos e intenciones del actual gobierno: liturgia. 

 


“Liturgia significaba entonces ‘acción para el pueblo’, una obra, un servicio en favor de la comunidad (la ciudad, el estado), un cargo, una función, una incumbencia de carácter público.” *

Para el caso que refiero, la liturgia se expresa en la divisa “hacer la vida pública cada vez más pública”. Liturgia que tiene su hora todas las mañanas al verificarse la conferencia de prensa desde el palacio nacional. En calidad de oyentes potenciales o efectivos de la palabra del Ejecutivo, nos enteramos de las actividades y programas del gobierno federal. Los medios tienen que batallar para ofrecer un plus informativo. El boletín, el vocero de la presidencia resultan superfluos. No menos importantes son las asambleas que el presidente realiza en comunidades, pueblos y ciudades. La asamblea entendida como una praxis de gobierno que afirma lazos ente gobernante y gobernados. 

Este desempeño que suele llamarse estilo personal de gobernar tiene ventura al menos para lo que resta del gobierno. Mi deseo es que se logre hacer conciencia sobre el ineludible trabajo para hacer de México un país con menos desigualdades, así como asentar la convicción de que el servicio público dejó de ser un mecanismo para amasar fortunas de quienes lo ejercen.

*Recojo la cita de la colaboración de Domenico Mosso para el Diccionario Teológico Interdisciplinar I-II. Ediciones Sígueme. Salamanca, 1985. P. 62.

Salud y larga vida.

Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH

@profesor_F