Tensión acumulada

Tensión acumulada 2 de abril de 2018

Francisco Flores Legarda

Chihuahua, Chih.

El dolor es inevitable de nuestra existencia;

el sufrimiento depende de nuestra reacción de dolor.



Jodorowsky





Por fin, legalmente hay campañas a partir del 30 de marzo, aunque todos los interesados y enterados saben que las campañas iniciaron sin consideración de la especificación de la autoridad electoral. Para la gente común, al menos, las campañas iniciaron con el año electoral ¿Cómo catalogar el placeo de los candidatos en varios foros empresariales acaecidos durante la intercampaña? En el recuento de la intercampaña, sin recurrir a encuestas ni a los memes, no modificó el cuadro planteado desde la precampaña, sí acentuaron perspectivas de inicio.

José Antonio Meade permanece en el carril de la continuidad, resguardado en el mundo de las finanzas, sin ofrecer signos de apertura a mundos posibles. Asistido por el presidente Peña Nieto y algunos secretarios de despacho. Meade al calor paternal del peñanietismo.

Ricardo Anaya Cortés y su tinglado por México al frente, permanece con los motores partidistas apagados. Es así porque no ha terminado de drenar el desconcierto o descontento que esta coalición ha generado dentro de las filas del Pan y del PRD. MCD se cuece a parte en tanto fuerza política regional. La candidatura independiente de Margarita Zavala y la del candidato de la coalición Juntos haremos historia siguen mermando la coalición de Anaya.

Mientras tanto, Andrés Manuel López Obrador se mantiene como el candidato del cambio y sin adversarios que quieran arrebatarle ese perfil. De hecho, durante la intercampaña el debate de mayor interés se dio entre AMLO y los empresarios en torno a la reforma energética y el nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México, manteniéndolo como el personaje con mayor atención pública.

En las últimas elecciones presidenciales, independientemente de las virtudes, defectos y errores de los candidatos, el resultado ha sido dependiente de la correlación de fuerzas. El poder fáctico empresarial y los detentadores del aparato gubernamental –desde el presidente hasta los gobernadores. Vicente Fox se benefició del presidente Zedillo y buena parte del corporativismo empresarial; Felipe Calderón, sin ser delfín de Fox, contó con el apoyo de las organizaciones gremiales de empresarios, del SNTE y de gobernadores priístas; Enrique Peña fue favorecido por el horror de la guerra contra el narco emprendida por Calderón, los compromisos pactados con la CCE, contó, además, con la presunción de que el regreso del PRI nos devolvería la paz social.

La coyuntura actual tiene explosividad acumulada. El modelo económico concentrador de riqueza, pauperizador del cincuenta por ciento de la población. La violencia en sus variadas expresiones no se ha reducido. La corrupción, leyenda negra del PRI, se ha reafirmado como sello consuetudinario de esa organización política.

Sin ser únicos, son tres componentes de la coyuntura que favorecen al candidato que se identifique con el cambio. Bajo esta consideración ni Anaya, ni Margarita, ni Meade han podido presentarse como los candidatos del cambio y le han dejado ese protagonismo a AMLO.  Frente a la ciudadanía, Meade está en la situación más adversa pues carga con los negativos del actual gobierno, vio pasar la corrupción y no la contuvo. Margarita carga con la espiral de violencia criminal que detonó su marido. En su meteórica carrera como figura pública nacional, Anaya hizo de la pedacería partidista una nave aún en astilleros, sin zarpar.

Durante los próximos tres meses, se intentará modificar las preferencias hasta hora perfiladas a través del uso de la PGR, ahí está el ensayo sobre Anaya. Los consorcios de medios también están en disposición de influir, el ensayo de la entrevista de Milenio TV a López Obrador es un ejemplo.

Si se quiere instalar la posibilidad de un cambio, sólo la posibilidad, ya que realizarlo es otro proceso, se requerirá de un voto masivo a favor de AMLO y su coalición.

En las últimas elecciones presidenciales, independientemente de las virtudes, defectos y errores de los candidatos, el resultado ha sido dependiente de la correlación de fuerzas. El poder fáctico empresarial y los detentadores del aparato gubernamental –desde el presidente hasta los gobernadores.

Vicente Fox se benefició del presidente Zedillo y buena parte del corporativismo empresarial; Felipe Calderón, sin ser delfín de Fox, contó con el apoyo de las organizaciones gremiales de empresarios, del SNTE y de gobernadores priístas; Enrique Peña fue favorecido por el horror de la guerra contra el narco emprendida por Calderón, los compromisos pactados con la CCE, contó, además, con la presunción de que el regreso del PRI nos devolvería la paz social.



La coyuntura actual tiene explosividad acumulada. El modelo económico concentrador de riqueza, pauperizador del cincuenta por ciento de la población. La violencia en sus variadas expresiones no se ha reducido. La corrupción, leyenda negra del PRI, se ha reafirmado como sello consuetudinario de esa organización política.

Sin ser únicos, son tres componentes de la coyuntura que favorecen al candidato que se identifique con el cambio. Bajo esta consideración, ni Anaya, ni Margarita, ni Meade han podido presentarse como los candidatos del cambio y le han dejado ese protagonismo a AMLO.  

Frente a la ciudadanía, Meade está en la situación más adversa pues carga con los negativos del actual gobierno, vio pasar la corrupción y no la contuvo. Margarita carga con la espiral de violencia criminal que detonó su marido. En su meteórica carrera como figura pública nacional, Anaya hizo de la pedacería partidista una nave aún en astilleros, sin zarpar.

Salud y larga vida.



@profesor_F

Francisco Flores Legarda

Abogado y analista. Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH. Profesor F.