Si Loret es el “golpeador” ¿Quién se lo mandó, presidente?
Sin Retorno

Si Loret es el “golpeador” ¿Quién se lo mandó, presidente? 13 de febrero de 2022

Luis Javier Valero Flores

Chihuahua., Chih

"La crítica es un ingrediente básico en las democracias (...) el ejercicio del poder requiere miradas críticas y requiere ejercicios que no resultan simpáticos al poder, eso es parte de la naturaleza democrática”: Carmen Aristegui.

Son brutales las palabras del presidente López Obrador, lanzadas en el curso de los últimos días en contra de dos periodistas -Carmen Aristegui y Carlos Loret de Mola- a propósito de los reportajes acerca de las residencias de su hijo mayor, José Ramón.

Son inaceptables sus excesos verbales, además de que se encuadran, algunas de sus acciones, en la comisión de presumibles violaciones legales.

Convertido, por decisión propia, en el ente que determina cuál medio está con el pueblo y cuál no, pues asume que el pueblo lo ha ungido, también para esa tarea, según sus propias declaraciones; en el definidor de que deben, o no publicar los medios de comunicación, el presidente se ha lanzado en una airada ofensiva en contra de los periodistas que lo critican.

Furioso, llegó a niveles inaceptables para una sociedad democrática. 

Incapaz de detener la avalancha de críticas desatadas, no porque el reportaje de Mexicanos Contra la Corrupción (MCC) hubiese revelado la comisión de corruptelas por su hijo mayor y/o su nuera, Carolyn Adams, pero que sí demostró la posibilidad cierta de que estemos frente a un probable conflicto de interés entre ellos y el ex ejecutivo de una empresa proveedora de Pemex, lo que afectó seriamente la imagen de honestidad del presidente, por un lado, pero por otro, el hecho de que la mayor de las descalificaciones a su discurso de austeridad -lanzado no tan sólo en la esfera pública, sino en la vida privada, y no sólo de los funcionarios públicos, sino en general de la población cuando hace llamados a tener solamente un par de zapatos- provino de la parte más íntima de su familia.

Ya no se trató de los hermanos, o de la prima, de los cuales no se responsabilizó en su discurso inaugural, sino de amero adentro, porque José Ramón no solo es su primogénito, sino que ha sido a lo largo de los últimos años uno de sus operadores más fiables; tanto, que en la campaña presidencial del 2018 fue el encargado de ella en el importantísimo Estado de México.

Pero el presidente se metió a un terreno por demás arriesgado, porque, una y otra vez ha acusado a Loret de Mola de ser un golpeador, un mercenario y si esto es cierto -en las concepciones presidenciales- significaría, entonces, que es el encargado de golpear al presidente. 

¿Por parte de quién, presidente?

Una posible respuesta la podría haber otorgado el presidente en la conferencia del viernes cuando mostró las supuestas fuentes de financiamiento del periodista en 2021. 

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En ellas, sin dar crédito a la fuente -me hicieron llegar la información, dijo, al tiempo que mostraba una imagen con evidentes faltas de ortografía- exhibió una imagen en la que se asentaba el origen de los ingresos de Loret de Mola, pero que al mostrarla y comentar alrededor de ella acreditó su validez -para él-.

La paradoja es que, según esa gráfica, el principal “patrón” de Loret es Televisa (11.8 millones le pagó en 2021, afirmó), la empresa que recibe el mayor financiamiento de su gobierno, en materia de publicidad, de ahí el tono de reclamo a los “directivos de Televisa”, a los que casi amenazó con cuestionarles el porqué de ese pago, si Loret había salido de la empresa en 2019, cosa que argumentó el periodista, para evidenciar las mentiras del presidente.

Y al desgranar los supuestos ingresos del periodista, apareció Radiópolis, empresa que según el dicho presidencial es propiedad del grupo empresarial español editor del periódico El País (¿De ahí vendrá la ira presidencial en contra de España?), en la que, por si fuera poco, dijo que estaba el empresario Cabal Peniche y que en Latinus participa “el exgobernador Roberto Madrazo” y su familia (Estará cobrándose, de pasadita, los agravios del pasado remoto tabasqueño?).

¿Entonces detrás de Loret, según el presidente, están esos personajes e intereses?

¿O sea, ellos son los que animan el espíritu belicoso y golpeador de Loret? ¿También Emilio Azcarrága -hijo- socio mayor de Televisa? 

Pero resulta que un buen número de empresas y empresarios son, también, accionistas de la empresa televisiva ¿Las acusaciones a Loret van contra todos ellos?

¿Será cierto todo lo anterior, o se trata, solamente, de la ira desatada del mandatario, irrefrenable a tal grado que lo hace despotricar, insultar, calumniar, amenazar, descalificar carreras periodísticas como la de Carmen Aristegui? 

No hay, ni en la política de AMLO, ni en la cordial relación que mantiene con la élite empresarial -igual que antes, todos sus antecesores- el más mínimo rasgo de un enfrentamiento entre ellos, al contrario.

¿Y todo porque develaron el lugar en el que habita el más “político” de sus hijos?

No puede ser.

Mucho menos podemos aceptar, independientemente del juicio que nos merezcan los trabajos de Loret de Mola (y de todos los periodistas), que desde la tribuna del Estado Mexicano su titular se asuma como el “Hermano mayor” que todo vigila y todo califica y que, en aras de la supuesta transformación, se atreva a dictar que no se le puede criticar porque él es quien la está llevando al cabo, de ahí sus frases sobre lo que deben hacer los periodistas, pues, dice, “periodismo distinto es el que está  orientando, conscientizando… abrazo a los que defienden el proceso de transformación… tengo el apoyo de dos moneros, ¡Sólo dos!, pero que son de la gente más lúcida, comprometida…”.

O sea, todos los demás, los que no están con él, ni son lúcidos, ni están con el pueblo, porque ya no debe haber “medias tintas, no hay ni para dónde hacerse, ya no se puede simular…”.

¿Qué significan esas frases? ¿Qué, ya no se puede criticar al presidente? ¿Que si hay cosas criticables, o presumiblemente criticables, no se deben investigar?

Lo que mostró el presidente en estos días no es más que la continuidad de lo que ha evidenciado a lo largo de su gobierno. 

Si hay acusaciones públicas en contra de alguien de su equipo, él lo avala, lo defiende y acusa, de inmediato, a “los conservadores”. El presidente exculpa, bendice y descalifica a sus críticos, sin importarle si son mexicanos o extranjeros.

Y si hay necesidad de investigar la conducta de alguno de los suyos, entonces que lo haga -al mejor modo de Peña Nieto- alguno de sus otros subordinados.

De ahí la emisión del acuerdo de “la opacidad”, mediante el cual todas las compras y obras de su gobierno son de seguridad nacional, razón por la que no se podrá acceder a la información de ellas.

Peor aún, López Obrador se ha erigido en algo así como “La Congregación de la Fe” (la antigua Santa Inquisición de la iglesia católica) de la 4T, que se encarga de definir quien sí tiene “autoridad moral” para criticarlo, y quien no, pues “para enjuiciar a alguien públicamente se necesita tener autoridad moral, si no, no es posible…”.

¿Quién va a definir la autoridad moral de alguien como para permitirle que enjuicie a un funcionario público, así sea el de más elevada responsabilidad?

¿Puede o no un periodista como Loret de Mola criticar al presidente?

Esa es la verdadera pregunta. 

La respuesta se encuentra en las concepciones democráticas de una sociedad.

Por supuesto que sí.

Depende de los usuarios de sus medios, de los ciudadanos, creerle o no, tomar en cuenta sus informaciones o no, y sopesar si sus opiniones tienen sustento.

Parafraseando al presidente en la más deleznable e hipócrita de sus frases: “Con todo respeto” ¿Quién es el presidente López Obrador para definir quien tiene autoridad moral, o no, para cuestionarlo?

Y, luego, las amenazas. Le pedirá al IFAI y al SAT le den información sobre Loret en un clarísimo acto autoritario, represivo e ilegal, por si fuera poco lo anterior.

¿En qué poder se basa el presidente para pedirle al SAT, es decir a Hacienda, que le entreguen las cuentas de Loret de Mola, en este caso, o en el de cualquier ciudadano, sin que exista un mandamiento judicial que así lo ordene?

¿Quién le dijo que puede violar la ley?

Por eso tampoco se puede pasar por alto el tono admonitorio cuando dijo “… Me llama mucho la atención, y me lo va a tener que aclarar Televisa, y voy a hablar con los directivos de Televisa, es que se supone que Loret ya no trabaja en Televisa y el año pasado le dieron 11 millones de pesos en un año”.

¿Con base en qué el presidente le puede pedir cuentas a alguien -así sea una empresa criticable por su actuación en la televisión y en la prensa mexicana- por encima del estado de derecho al que está obligado, no solo a respetar, sino a hacer que se respete?

Esas frases presidenciales hacen que se reciclen las especulaciones: ¿Tuvo algo que ver el presidente en el despido de Loret de Televisa?

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Incontenible, la ira presidencial llegó al extremo de lanzar amenazas veladas al decir que lo dicho era “Sin meterme en otros bienes… por lo pronto, por ahora”, al tiempo que justificó su actuación al decir que “… lo hago porque está en juego la transformación…”.

“No es un asunto personal, yo estoy bien con mi conciencia, duermo tranquilo, pero represento un proceso de transformación para acabar con la corrupción en México”.

Es decir, que en aras de lo que supone es la defensa de su movimiento, es válido todo.

De ninguna manera.

Por supuesto que el trabajo de los periodistas, la línea editorial o incluso las consignas de un medio no deban ser exhibidas y cuestionadas, sólo que no le corresponde al Estado, o a los gobernantes, o a los políticos en turno dictar directrices profesionales o éticas a la prensa, hacerlo es atentar contra la reina de las libertades, la de expresión, sin ella no son posibles las demás y hoy el presidente está convertido en lo contrario que dijo sería al llegar a Palacio Nacional.

Y si la conducta presidencial en el caso de Loret de Mola es deplorable, en el de Carmen Aristegui ya no alcanza calificativos. 

Además de lanzarle una serie de epítetos, llegó al extremo de acusarla de haber “engañado” al movimiento pues, dijo, ha realizado “reportajes calumniosos”, la acusó de estar a favor del “bloque conservador”, que ha engañado “por mucho tiempo”, simulaba, afirmó y sostuvo que “está a favor del bloque conservador”.

¡Cuántas cosas dice y hace por defenderse de algo de lo que no puede hacer!

Como dijo Julio Scherer, el periodista, son cosas de la terca realidad.

Con esa se confronta el presidente, todo porque le pusieron un espejo enfrente.

[email protected]; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

Fuente de citas hemerográficas antiguas: Información Procesada (INPRO)

Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario