Chihuahua, Chih.
El actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador está decidido a desmontar la arquitectura del neoliberalismo a la mexicana. Las continuidades se apreciarán con mayor claridad al tiempo de una valoración reposada que le corresponderá al historiador que se lo proponga. Algunas estructuras subyacen, eso nos lo ha enseñado Claude Levi-Strauss. El proceso de las civilizaciones es de préstamos y continuidades, observó Fernand Braudel.
El corte de separación del neoliberalismo a la mexicana está en marcha.
Antes, un breve apunte sobre ese neoliberalismo criollo, que requirió de una transición y una consolidación. La transición comenzó en diciembre de 1982 con una delimitación de las responsabilidades del Estado por las vías de hecho, mientras se ingeniaba el marco jurídico ad hoc. Reducción paulatina de una serie de compromisos populares (salario remunerador, reparto agrario, pensiones, etc.) y la afirmación de garantías a los emprendedores (ampliación de su competencia en actividades entonces exclusivas del Estado y desregulación del comercio).
La consolidación se avino con un pluripartidismo mentiroso o fingido, la conformación de una nueva élite a rajatabla -de perfil tecnocrático/empresarial. La alternancia en el año 2000 fue el signo de la consolidación neoliberal, el régimen posrevolucionario liquidado. Pero no fue sino hasta el sexenio de Enrique Peña Nieto que se realizaron las reformas faltantes para afianzar el régimen neoliberal.
¿Qué pasó en el camino? ¿Por qué una mayoría de la población decidió en el año 2018 poner fin al proyecto de los modernizadores de fin de siglo?
Varios elementos por anotar. La apertura comercial encadenada a las influencias sobre los poderes públicos, la corrupción como estilo de hacer riqueza en un “mercado libre”; las desigualdades generadas hicieron un flaco favor a la democracia representativa; el achicamiento del Estado fue correspondido con el incremento de las actividades delictivas y el deterioro de la seguridad pública. Así se escribió el neoliberalismo a la mexicana.
Seis sexenios corrieron. Los de Miguel De la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña.
En ellos hay una historia personal que retrata al neoliberalismo “criollo” mexicano, la de Eduardo Medina Mora en los que hace una carrera empresarial y burocrática, un modelo profesional del México postrevolucionario. Considerando nada más su colaboración al aparato público, esta inició como servidor en la Secretaría de Pesca en 1982, después formó parte del equipo negociador del TLCAN, director del CISEN, procurador de la república, embajador y ministro de la SCJN.
(https://www.eluniversal.com.mx/nacion/familia-medina-mora-prospero-junto-al-ministro)
Asegurando una colocación como togado de la SCJN en 2015 para un ciclo de quince años, con una privilegiada posición transexenal, Medina Mora se enredó haciendo transferencias de recursos a sucursales del banco HSBC.
En junio de este año el escándalo de la demanda estalló por no comprobar fehacientemente la procedencia de los recursos transferidos. Se iniciaron procesos en su contra en Gran Bretaña y Estados Unidos. Que el ministro no atajara con solvencia la demanda lo dejó mal herido. A petición de parte, su caso llegó a la Fiscalía General de la República.
Recién el 25 de septiembre, altos directivos del HSBC estuvieron en Palacio Nacional con el presidente López Obrador y el secretario de Hacienda Arturo Herrera.
El jueves 3 de octubre Medina Mora presenta su renuncia al cargo. Hoy martes 8 de octubre, el Senado dará trámite final a la solicitud.
Salud y larga vida.
Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho.
@profesor_F
Francisco Flores Legarda
Analista. Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de UACH
@profesor_F