Por doquier se iban acumulando los indicios y los hechos sangrientos.
Hoy, ante un nuevo episodio violento, con la caída de decenas de muertos y heridos en Las Varas, del municipio de Madera, y una declaración del alcalde juarense, Armando Cabada, en el curso de una entrevista radiofónica, tenemos bastante clara la película de una parte de lo que hoy ocurre en materia de seguridad pública.
Habrá que esperar más información acerca de los hechos de Las Varas, en los que los medios de comunicación y habitantes del occidente del estado ubican en más de 30 los fallecidos en unos hechos hasta ahora totalmente confusos, pero lo dicho por Cabada es de lo más preocupante.
En el curso de esa entrevista, en la que se abordó esencialmente el tema del alumbrado público, luego de una semana verdaderamente de espanto en Juárez (aunque también en Chihuahua capital con el asesinato de 5 personas y dos agentes de tránsito en una de las zonas más céntricas) en la que el número de ejecuciones rebasó la cifra de 30, fue cuestionado acerca de las razones de esa nueva oleada sangrienta.
Como lo había dicho en otros momentos, aseguró que la absoluta mayoría de las ejecuciones tenían relación con el crimen organizado.
Ante ello, se le preguntó si en el curso de esos dos días en los que ocurrieron las más de tres decenas de asesinatos en las calles de Juárez había hablado con el gobernador del estado, Javier Corral.
Su respuesta fue tajante, “no, no hemos tenido comunicación”.
-¿Con este tema en particular? se le repreguntó. - No, nos hemos comunicado. (Aserto Radio, Antena GRD Multimedia, 3/VII/17).
En tan breves declaraciones queda evidenciada una de las razones de lo que hoy ocurre en el estado en materia de seguridad pública. Por supuesto es casi imposible saber que tanto influye en el crecimiento de la ola delictiva -especialmente la homicida- pero sin duda es uno de los hechos más deplorables y que habla del enorme espacio existente entre los dos funcionarios más importantes de la entidad, aspecto que no puede justificarse en modo alguno.
Pareciera una exageración, no lo advertimos así.
En dos días asesinan a más de 30 personas en una ciudad y el gobernante estatal no es capaz de levantar el teléfono para comunicarse con el alcalde, preguntarle acerca de los detalles que, obviamente, no pueden ser del dominio público, y preguntarle acerca de los auxilios que la dependencia estatal pudiera ofrecerle a la instancia municipal y/o ponerse de acuerdo en los operativos y medidas de inteligencia conjunta que pudieran emprender para enfrentar la emergencia.
Nada.
Simplemente, como si lo sucedido formase parte de la “normalidad”, no hubo comunicación.
Y eso sucedió, coincidentemente, cuando una fotografía exhibida en las redes sociales por una simpatizante del gobernador los muestra al término de un juego de tenis, en la mañana siguiente a la masacre ocurrida en la avenida Ortiz Mena de Chihuahua, lo que desató una oleada de críticas hacia Corral, quien ha pasado por algunas “coincidencias” de ese tipo, especialmente si se recuerda cuando decidió viajar a Mazatlán y aprovechar para disfrutar de un juego de golf, en el domingo que se soltaron los demonios y se enfrentaron cientos de sicarios en las cercanías de Rubio, en el municipio de Cuauhtémoc.
Pueden ser simples coincidencias. Que se presenten debiera llevar al gobernante a replantearse varias prácticas de su quehacer cotidiano, enviando un mensaje distinto a la ciudadanía por él gobernada, distinto al previo, rayano en la frivolidad. Puede ser que no lo sea, pero el momento que atraviesa Chihuahua bien le debería llevar a no emitir tales imágenes.
Porque exhibirse de esa manera, en momentos en que la entidad transita de masacre en masacre, como la de Las Varas, o de asesinatos no resueltos -y algunos de alto impacto, como el de la periodista Miroslava Breach- o de secuestros como el de la regidora del PRI, del municipio de Bocoyna, María Ofelia Samaniego, y de que tengamos a la mano pruebas de la falta de comunicación entre los gobernantes, nos lleva a presumir que una parte del incremento de la violencia obedece a eso, a la falta de coordinación entre las autoridades de los distintos niveles de gobierno.
Más, si como lo afirma el fiscal César Augusto Peniche, estamos ante un nuevo episodio del viejo enfrentamiento entre el Cártel de Juárez y el de Sinaloa.
El anterior costó la friolera de alrededor de 20 mil muertos.
Debieran recordarlo ¿Se imaginan cuánto dolor significa esa espantosa cifra?
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