Chihuahua, Chih.
Impetuosas, las multitudes que acompañan al candidato de “Juntos haremos historia” (Morena, PT y PES), Andrés Manuel López Obrador parecieran estar en condiciones de avasallar, no solo electoralmente al partido gobernante, el PRI, sino al régimen completo, el derrumbe pareciera inminente, a tal grado que llevará al partido de Peña Nieto y de José Antonio Meade a una colosal derrota.
Pero no se circunscribirá solamente al PRI, con toda seguridad abarcará a la mayoría de los partidos derrotados en estas que pueden constituirse en unas elecciones referentistas, las del rompimiento del régimen de partidos hasta ahora existente, cuyas primeras manifestaciones son las de las multitudes abarrotando plazas, estadios, gimnasios y calles en prácticamente cualquier ciudad de México, solo para asistir a los mitines de López Obrador.
Para evitar esa derrota han echado mano de todos sus instrumentos y de las peores estratagemas publicitarias, las mismas que en las elecciones del 2006 tan bien les resultaron, entre las cuales ocupa un lugar preferente la mentira.
Mas rupestre, José Antonio Meade intentó imbuir el terror en el electorado, sin darse cuenta que el miedo está entre nosotros, que los niveles de inseguridad existentes no se le pueden atribuir a quien pudiera quitarles el gobierno, no alcanzó a comprender que él formaba, ante los ojos de los mexicanos y porque así es, parte de lo que la mayoría rechaza y mintió descaradamente.
Convencidos, mintieron acerca de las pretensiones de López Obrador, con motivo de la llamada amnistía que promovería para construir la paz, o cesar la situación de guerra existente, Meade primero y luego también Anaya, a todas horas, en todos los tonos, en todos los medios de comunicación, a voz en cuello le mintieron al país diciendo que el morenista pretendía perdonar a todos los delincuentes.
Ni Meade, ni Anaya lograron percatarse que insistir en las mentiras los hundiría. El colmo fue el panista. En los debates, impertérrito, mintió una y otra vez y su mejor desempeño, que la de Andrés Manuel, al día siguiente era vapuleada, en cuanto se sabían los detalles de las mentiras usadas ante las cámaras para intentar salir triunfador.
Lo mismo intentó Meade, aunque con menor éxito, derivado de su evidente torpeza discursiva y ¡quien lo diría! pocas luces, en contraste con las muy buenas credenciales que se le achacaban como funcionario público ¿A quién se le ocurre decir que oponerse a la reforma educativa “es impedir que los niños se eduquen”, como lo dijo reiteradamente, en un inútil intento de defender la reforma de Peña Nieto?
Sin brújula, iniciaron la campaña criticando al tabasqueño por hacer una campaña populista y terminaron prometiendo todas las cosas imaginables posibles, en un verdadero alarde de demagogia populista.
Ante eso, López Obrador se ha convertido en una especie de pararrayos de las inmensas tragedias de la mayoría de los mexicanos y, por ende, de una enorme inconformidad que está encauzándose por la mejor de las vías, por medio de la disputa del poder político-electoral, mediante el uso de un sistema electoral con fallas, pero que ha demostrado -hasta ahora, después del inicio de la era de elecciones plenamente competitivas, es decir, a partir de 1994- tener un buen porcentaje de efectividad.
Hoy, ese es el rasgo más generalizado en las conductas políticas de los mexicanos, el del descomunal repudio a la clase política, al PRI y al “sistema” que creó.
Esa es la explicación a las largas esperas de miles y miles de mexicanos en los actos del candidato de Morena; en cualquier ciudad, lo mismo en Chihuahua, que en Tepic, Mexicali, Hermosillo, Ecatepec, Pachuca o La Paz, sólo por mencionar algunas de las ciudades visitadas por AMLO en la última semana.
Los contrastes entre los dos candidatos punteros y sus campañas son abrumadores.
Mientras miles de chihuahuenses esperaron hasta 3 horas a López Obrador en la Plaza del Angel de la capital; dos días antes, el candidato del PAN, Ricardo Anaya, tenía tiempo, a su llegada a Chihuahua, antes del único acto a realizar en el estado, de hacer un pequeñísimo acto con motociclistas que se propusieron recibirlo en el aeropuerto y, luego, sin nada más que hacer en esa mañana ¡Se fue a tomar café con el gobernador Corral, en un establecimiento ubicado en la plaza comercial “Fashion Mall”!
De ahí se fueron, caminando, como si fuera candidato a una diputación o una sindicatura, por la calle peatonal ‘Libertad’, para que los “viera la gente”; enseguida una comida cuasi privada y a continuación el mitin en la tarde.
En tanto, AMLO, un día antes de su acto en Chihuahua, realizó mitines en 4 ciudades del Estado de México y al día siguiente viajar a Mexicali, realizar otro acto en Hermosillo, antes del mitin en el antiguo San Felipe el Real y en todos los actos acompañado de entusiastas multitudes.
No son solamente las encuestas el barómetro de las contiendas electorales, es un conjunto de herramientas y conocimientos sobre el comportamiento electoral de la ciudadanía en todas las regiones del país, son las manifestaciones que realizan los grupos y dirigentes políticos y, sobre todo, el pulsar adecuadamente las preferencias de los electores. Todo apunta a una estrepitosa derrota del PRI.
Y se ubica con mayor importancia la derrota del PRI que la del PAN, porque aquel es el partido que fue capaz de reponerse de una doble derrota presidencial y a partir de sus no pequeños, ni escasos puestos de poder, que conservó en la larga noche blanquiazul, reconstruirse y alcanzar, nuevamente, la presidencia de la república.
Hoy no parece ser el caso, no será mayoría en ninguna de las cámaras, pudiera ser la tercera fuerza parlamentaria en ambas, pero lejos de la primera y no triunfará en ninguna de las 9 elecciones de gobernador.
Las preferencias reportadas por Massive Caller, en la elección de senadores, son el mejor referente de la profundidad de la crisis del PRI, y del régimen.
Morena va adelante, en esa encuesta (22 de junio), en 21 entidades: Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Ciudad de México, Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas. ¡Apabullante!
Es, además, segundo lugar en seis entidades y mantiene una precaria ventaja en Coahuila frente al PAN. A su vez, la alianza encabezada por el PAN aventaja en seis estados: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Jalisco, Guanajuato, Querétaro y Tamaulipas. Y va en segundo lugar en 9 entidades.
Y el PRI en el fondo. Va adelante en Colima y en Yucatán, aunque en esta última con una pequeña ventaja frente a los candidatos del PAN. Está en el aire ese triunfo.
De ese modo, Morena obtendría 50 senadores de mayoría y primera minoría, y hasta 16 de Representación Proporcional, para un total de 66, con lo que alcanzarían la mayoría en la Cámara de Senadores y estarían a 11 de contar con mayoría calificada.
La alianza “Por México al frente”, (PAN-PRD-MC) obtendría 21 senadores, entre mayoría y los de primera minoría y entre 7 ú 8 plurinominales, para un total aproximado de 29 senadores.
A su vez, el PRI alcanzaría 14 senadores por los dos primeros conceptos y probablemente 6 plurinominales, para un total de 20.
En Nuevo León hay una cerrada disputa entre los candidatos de Movimiento Ciudadano y el PAN.
Tales resultados guardan relación con los publicados por el “Barómetro Electoral” de Bloomberg. En este sitio, uno de los que elaboran un promedio de las encuestas, de un conjunto de empresas que las hacen, ponderando a las más importantes (por su grado de credibilidad), Andrés Manuel López Obrador encabeza las encuestas con el 50.8% de las preferencias electorales, por el 24.8 de Ricardo Anaya, el 21.6 de Meade y un bajísimo 3.7% de Jaime Rodríguez (El Bronco).
Una de las empresas que no son tomadas en cuenta por este sitio, Massive Caller (debido a que sus encuestas son telefónicas y con robot), que publicó un tracking (literalmente rastreo) diario desde principios de mayo, había mostrado resultados, en esas fechas, ventaja de AMLO sobre Anaya en rangos de 7-8 puntos.
Pero a partir de fines de ese mes se observaron dos curvas, tenues, pero sostenidas, una en sentido creciente, la de AMLO, y una decreciente, la de Anaya.
Pues bien, los resultados de la publicada el viernes 22 le dieron ventaja a AMLO de 17.54 puntos (43.17% por 25.63), además de que durante los dos días previos la ventaja superaba los 15 y 16 puntos (para mayor información, acceda al Facebook de Aserto) con lo que podemos inferir que el fenómeno electoral a favor de López Obrador puede crecer a porcentajes semejantes a los mostrados por Bloomberg.
No terminan ahí los males de los partidos del régimen. Morena va adelante en las preferencias electorales en las elecciones a gobernadores en Ciudad de México, Chiapas, Morelos, Tabasco y Veracruz, además de sostener una cerrada disputa por la gubernatura de Puebla.
El PAN va adelante en Guanajuato, Puebla y Yucatán.
En tanto, Movimiento Ciudadano, va adelante en la disputa por el gobierno de Jalisco.
Así, las elecciones del 2018 serán el escenario de dos fenómenos: La avasallante ola electoral de López Obrador, y el desfondamiento del régimen y su partido emblemático, el PRI.
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