¿Regreso a clases?
Sin Retorno

¿Regreso a clases? 8 de agosto de 2021

Luis Javier Valero Flores

Chihuahua, Chih.

Contra todas las opiniones, contra todos los argumentos que se opongan, independientemente de como se comporte la epidemia, sin importar el color del semáforo, el gobierno de la república ha decretado que, contra viento y marea, a finales de agosto e inicios de septiembre habrá regreso presencial a clases.

Esa era la decisión tomada por el presidente de la república a principios de la semana luego, esta fue, como ha sido la tónica, confirmada, corregida y aumentada por el subsecretario Hugo López Gatell, quien informó que la educación sería declarada como actividad esencial; esto es, que contra toda la lógica científica y médica en boga en el mundo, el gobierno de México pondría en uso una modalidad que pondría en riesgo a una parte importante de la sociedad, en primer lugar, y luego a toda la sociedad.

La determinación presidencial fue respaldada en todo lo alto por el gobernador saliente de Chihuahua, Javier Corral, quien le agregó una modalidad que incluso en pleno ejercicio de su mandato sería harto difícil que la hiciera cumplir: Decretó como obligatorio, para todos los educandos, el regreso a clases presencialmente.

Ambos mandatarios dieron a conocer tal determinación sin que dieran a conocer los considerandos científicos, sociológicos, médicos o estadísticos que la sustentaran, mucho menos las consideraciones realizadas por los respectivos consejos de salud.

Sin embargo, la responsabilidad de consejo del ámbito federal, el Consejo General de Salubridad, es mucho mayor. A lo largo de la pandemia, prácticamente, no ha existido y cuando ha sido citado solo ha sido de manera marginal, pero nunca para que tomara las determinaciones que le competen, ante las cuales el presidente de la república tendría que someterse, si éstas fueran del ámbito estrictamente sanitario.

El caso de Corral es peor, no sólo sus decisiones -en la abrumadora mayoría de los casos- no han tomado en cuenta la opinión del Consejo Estatal de Salud, sino que ni siquiera, en estricto sentido legal, le compete tomar una determinación de tal importancia pues él termina su encargo el 7 de septiembre a la media noche. 

Al escabroso proceso de entrega-recepción entre los equipos saliente y entrante, vino a sumarse este asunto, sin duda de la mayor importancia, en el que, por un mínimo de sensibilidad política (la que le faltó a Corral a lo largo de su gestión) el amanecido mandatario debió consultar cual sería la determinación a tomar del entrante equipo, de ahí la seca respuesta del encargado de recibir lo relacionado a la educación por el equipo de la gobernadora electa, Javier González Mocken. No fue lejos, le dijo que sería una decisión de Maru Campos.

Y ahora, hasta la directriz de la Secretaría de Educación ¡La de Corral! que establece que el regreso es del 50% de los educandos, por turnos. 

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No es para menos, la decisión de los gobernantes (habrá que decir que el gobierno de la 4T matizó la noticia al establecer que sería un regreso “voluntario”) implica el regreso de más de 32.9 millones de niños y jóvenes de los que 90% está en instituciones públicas y 10% en privadas. En el caso de Chihuahua implicaría el regreso de 735 mil estudiantes, número registrado en el ciclo escolar 2020-2021.

A tales pretensiones de los gobernantes se ha alzado, ominosa, la pandemia, nuevamente. Mañana tendremos a 7 entidades en rojo, en tanto que los contagios siguen creciendo casi exponencialmente.

Una característica prevaleciente de esta nueva ola del COVID, la absoluta mayoría de los enfermos no están vacunados y la enfermedad crece debido a un factor cardinal: Sólo alrededor del 30% de la población tiene completo el esquema de vacunación, aunque alrededor de la mitad de los mexicanos mayores de 18 años cuentan con una dosis de vacuna.

No deja de llamar la atención que algunas personas se hayan contagiado a pesar de contar con el esquema completo de vacunación, pero incluso en estos casos prevalece un aserto: Quienes han sido vacunados están en mejores condiciones de enfrentar la enfermedad y seguramente no fallecerán ante ella.

Las informaciones procedentes de distintas partes lo corroboran. En el curso de la semana, The New York Times publicó un reportaje en el cual se asienta que una suposición aceptada generalmente por la población es la de que “… un virus siempre se sigue propagando y, finalmente, infecta a casi toda la población, a menos que los seres humanos tomen medidas para detenerlo”. (NYT, 30/VII/21).

“El paso más importante ha sido la vacunación de muchas personas mayores.  Como resultado, el total de muertes británicas ha aumentado solo modestamente este verano, mientras que las muertes y hospitalizaciones siguen siendo más raras en las partes de los EE. UU. más vacunadas que en las menos vacunadas”. (Ibídem).

 Por tanto, la indicación a las autoridades sanitarias en todos los casos es “… dar prioridad a la vacunación sobre cualquier otra estrategia”. (Ídem).

Además de que la ventilación parece útil y los cubrebocas para los niños (en el caso del regreso a clases) puede ser muy útil. “Sin embargo, la reapertura de escuelas implica inevitablemente riesgos.  La alternativa, meses más de aprendizaje perdido y aislamiento social, implica casi con certeza más riesgos y mayores costos para los niños. Afortunadamente, los empleados de la escuela y los adolescentes (en el caso de EU) pueden vacunarse, y la Covid infantil grave sigue siendo extremadamente rara”. (Ídem).

Deberemos coincidir en que sí podemos reducir los riesgos generados por el COVID, al igual que podemos reducir los riesgos de conducir, andar en bicicleta, nadar y muchas otras actividades cotidianas. Pero no podemos eliminarlos. Y esa será nuestra realidad, ante la cual no tenemos opción, debemos asimilarla y vivir con ella.

Por esas razones, de ninguna manera podría darse un regreso total de los escolares. 

Como en todas las experiencias anteriores, en otras actividades económicas, necesariamente deberá ser de manera escalonada, con todas las prevenciones sanitarias conocidas y, de ser posible, con el inicio de la vacunación a los niños mayores de 12 años y bajo las indicaciones del Consejo General de Salubridad, en el caso nacional, y del Consejo General de Salud en el ámbito estatal.

Además, con la imposición -no puede ser de otra manera- de la exigencia del certificado de vacunación a todas las personas para permitirles el acceso a los lugares públicos, de todo tipo, gubernamentales o privados, lo que podría convertirse en uno de los principales alicientes para lograr la vacunación del total de la población.

En cuanto a las frases de López Gatell, mediante las cuales declara que las clases presenciales son esenciales “incluso en rojo”, lo más sano sería ignorarlas por completo y que las autoridades estatales se avengan a lo declarado por López Obrador y Sánchez Cordero: El regreso será voluntario.

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La postura de Gatell choca con la adoptada a lo largo de la pandemia en la que el regreso a clases estaba sujeto a que se tuviesen “semáforos superiores al amarillo”.

Para ejemplo, ahí está el de Campeche, entidad en la que, durante varias semanas, mientras el resto del país se sumía en una vorágine de enfermos y muertos por COVID, de manera continua se mantenía en el semáforo verde.

Ante la insistencia del presidente porque regresaran a clases, quien ordenó que los maestros campechanos fuesen vacunados, incluso antes que los adultos mayores y la oposición de los sindicatos magisteriales de la localidad, finalmente se dio el regreso a clases, solo para que dos semanas después y ante la pérdida del color verde en el semáforo sanitario, se ordenara la cancelación de lo que fue, indudablemente, un experimento por demás fallido.

Hoy lo quieren llevar al ámbito nacional.

Estamos entre la espada y la pared: Urge regresar a niños y jóvenes a las aulas, por todas las razones expuestas por especialistas y gobernantes, pero hacerlo implica que incorporaríamos a la movilidad social a 40 millones de personas de buenas a primeras.

Y esa cantidad abarca solamente a los estudiantes ¿Cuántos más debemos agregar, por los padres que los trasladen, que los acompañen; la incorporación al transporte urbano, el incremento de trabajadores de este servicio, la apertura de más negocios minifundistas que proveerán de alimentos a estudiantes y acompañantes?

Además, el incremento de traslados de personas -padres e hijos-, lo que ocurriría todos los días de las semanas. 

Esta situación no es comparable a la de la apertura de restaurantes, antros, etc. pues estos no abarcan a tan grande número de personas al mismo tiempo.

Si hubo decisiones totalmente erróneas a lo largo de la pandemia, esta puede ser una de las peores pues, como muchas de las tomadas a lo largo de ella, se lleva a la práctica sin más sustento que la decisión del presidente, ante la ausencia de las directrices científicas que debieran proveerle los más capaces especialistas de la salud, y no solo los que provienen del mundo oficial, sino, fundamentalmente de la academia y la ciencia.

[email protected]; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario