Rebatiendo a Adán Augusto

Rebatiendo a Adán Augusto 21 de octubre de 2022

Hernán Ochoa Tovar

Chihuahua, Chih

“La cultura termina donde empieza la carne asada”: José Vasconcelos, filósofo y primer titular de la SEP.

“Cultura, carne asada y balazos”. Libro de Jorge Carrera Robles, Antropólogo chihuahuense.

Hace unos cuantos días, los dichos de Adán Augusto López, a la sazón titular de la Secretaría de Gobernación, fueron tendencia nacional. 

Y no por su fastuosa elocuencia, sino por un aparente dislate que le ha costado ser criticado, incluso, por personas adeptas a la 4T. Para ser más justos, el titular de la SEGOB dijo que “los tabasqueños eran más inteligentes que (el resto de) los mexicanos” (sic). Luego de aquello, se revivió un bochornoso dicho del gobernador neoleonés, Samuel García, quien con anterioridad había planteado que “mientras el Norte trabajaba; el centro planificaba; y el sur descansaba”; para lo cual, Adán Augusto, tratando de recomponer su dislate, dijo que “entonces los del sur eran más listos” ¡Vaya! ¡En lugar de enmendar su gazapo, acabó echándole más leña al fuego! ¡Increíble!

Aunque pudiese parecer un pleito banal, históricamente han existido visiones encontradas entre los habitantes del sur del país, respecto a los del Norte de México. 

Desde la historiografía oficial, se ha tratado de describir al sur profundo como el sitio de las culturas prehispánicas majestuosas, destacadamente la Náhuatl, Maya, Tolteca, entre otras. Por el contrario, se solía describir al norte precolombino (Aridoamérica) como un sitio carente de aquellos espacios, donde habitaban grupos errantes, los cuales, desde el centro, eran genéricamente denominados “chichimecas” (no obstante el pluralismo que existió en lo que hoy es el estado de Chihuahua y regiones circunvecinas).

Esta visión centralista fue preponderante durante el siglo XX. Tanto que, historiadores capitalinos, como Enrique Krauze, se sorprendieron al saber que en nuestro terruño querido se efectuó la llamada “Guerra Apache”, cuando la narrativa central era la de las luchas intestinas entre liberales y conservadores. 

En “Chihuahua: Ida y Vuelta”, el historiador dejó ver que nunca se imaginó que esta realidad se hubiese vivenciado en el septentrión de la República, y que la guerra de facciones hubiera sido algo mucho menor en el suelo chihuahuense ¡el relato hegemónico impuesto a la provincia! 

No obstante, ya con antelación, dos personajes históricos habían preconizado, desde sus discursos, la lejanía con la cual percibían al norte de la república. El ex Presidente Sebastián Lerdo de Tejada, sucesor de don Benito Juárez (1872-1876), habría dicho –aun con su talante liberal- que “entre México y Estados Unidos (se encontraba) el desierto” ¡no obstante que su predecesor (don Benito) hubiese sido afectuosamente recibido en el Norte, y que esta porción de la República hubiese defendido con ahínco el país, ante las invasiones de potencias extranjeras (Estados Unidos y Francia, destacadamente)! 

En un tenor semejante llegó a expresarse el filósofo José Vasconcelos, quien decía que “la cultura terminaba donde comenzaba la carne asada”.

A pesar de este caudal de diferenciales, recientemente ha habido otras cuestiones que quizás hayan tocado el corazón del titular de Gobernación. 

Ejemplo de esto es que, durante mucho tiempo, el norte del país se resistió al avance de las izquierdas. Salvo excepciones notables, como Baja California Sur y Zacatecas, una parte de Sonora y Sinaloa y la Laguna (donde hubo victorias electorales e importante aceptación, que pudo visualizarse en la década de 1990; las cuales coadyuvaron en el endoso a las candidaturas presidenciales de Cuauhtémoc Cárdenas y las dos primeras de Andrés Manuel López Obrador), el norte de México no solía abrazar el metarrelato izquierdista con fragor. 

Aquí, durante un tiempo considerable, la izquierda fue una fuerza menor, la cual veía en su crecimiento una lucha titánica.

Sin embargo, el caso de Chihuahua se cuece aparte: tal como lo planteaba Erick Limas con acierto, durante la década de 1960, las tierras chihuahuenses abrazaron a diversos movimientos de izquierda y tuvieron cierta legitimidad popular (destacadamente el Asalto al Cuartel de Madera y los Movimientos universitarios de principios de 1970). 

Sin embargo, con la disolución de la huelga de la UACH (1973) y la desaparición de la preparatoria universitaria, el izquierdismo fue paulatinamente menguado. La mano dura del gobernador Óscar Flores Sánchez llevó a que se produjera esa inesperada transformación (Coello, 2021).

Pero, volviendo a los tiempos actuales, el discurso de Andrés Manuel López Obrador tuvo poco eco durante dos elecciones. Mientras en el sur profundo tenía casi la victoria garantizada; en el norte tuvo que hacer un esfuerzo extraordinario para cosechar unos cuantos votos. Sin embargo, su paciencia rindió frutos, pues, en 2018, con el hartazgo por la corrupción del gobierno de Enrique Peña Nieto, se le extendió a AMLO el beneficio de la duda y logró ganar en lugares antaño reticentes a su figura, tales como el Bajío y el Norte.

Pero, como es la costumbre, Chihuahua suele ir a contravía de las tendencias nacionales. Y si bien, otros estados vecinos compraron intacto el discurso de “llevar la Cuarta Transformación a Chihuahua”, el pueblo chihuahuense se resistió. 

Y, si le añadimos que, en una elección histórica (2018) se le dio ligeramente la espalda a su figura, quizá con eso tengamos para que exista un agravio en contra del septentrión. 

Aunado a ello, ha sido parte del norte el que se ha resistido al avance de la 4T: mientras Sonora, Sinaloa y la Península de Baja California –además de Tamaulipas- la acogieron de buena gana; Chihuahua, Durango, Coahuila y Nuevo León han mostrado reticencias importantes. 

Para muestra que en Coahuila, el liderazgo morenista no haya logrado una penetración importante (no obstante las candidaturas de liderazgos nacionales, como Guadiana y Attolini); mientras en Durango ¡el PRI recuperó la gubernatura!

Si a ello le agregamos que parte del norte se ha resistido a la denominada “militarización” de la Guardia Nacional, quizá comprendamos el contexto de los dichos de don Adán Augusto. 

Un artículo del portal “La Política Online” señala que –coincidentemente- los tres estados donde MORENA cosecha menos aceptación son, precisamente: Nuevo León, Coahuila y Chihuahua. En suma, creo que al titular de SEGOB lo traicionó el subconsciente y esgrimió una expresión inadecuada por donde se le vea; porque si quiere ser candidato (a suceder a AMLO) y luego Presidente, tendrá que hacer una gira por todo el país. 

Y con un dicho así, sus bonos quedaron menguados, no sólo en el Norte ¡sino en toda la República!

Hernán Ochoa Tovar

Maestro en Historia, analista político.