¿Quién doma la peste del odio?

¿Quién doma la peste del odio? 10 de mayo de 2020

Gerardo Arturo Limón Domínguez

Chihuahua, Chih.

DEDICADO CON SINCERO RECONOCIMIENTO:

A LA MADRE TIERRA, LA MADRE PATRIA, AL ALMA  MATER UNIVERSITARIA Y A TODAS LAS MADRES QUE NOS AMAN  AUN  DESDE ANTES DE NUESTRA APARICION CON VIDA  EN ESTE MUNDO Y  QUE VIVEN Y VIVIRAN  CON NOSOTROS POR SIEMPRE, AUN MAS ALLA DE SU PARTIDA.

 

LA PESTE DE AYER Y DE HOY

“..deberán pensar con frecuencia en la propia ignorancia, para estar seguros de observar la mesura, única señora de las epidemias.”

Albert Camus

 


 

Tomé estas líneas del epígrafe de un  fragmento del libro La Peste, las cuales han sido recurrentes  en mi pensamiento estos días mientas transitamos la pandemia que nos ha acuartelado para no sucumbir ante ella,  no sólo en México sino en el Mundo, de manera tan general que hoy como lo hacíamos ayer para verificar el clima de Nueva York , Moscú,   Ciudad de México , o Londres, verificamos día a día el número de  fallecimientos que este flagelo común en que el COVID-19  se ha convertido para todos nos arrebata en vidas de hombres mujeres o niños, tragedia cruel. 

No reseñaré las escenas de hoy empleando el trabajo de Camus titulado ‘Exhortación a los médicos de la peste’ mismo que hasta ayer era inédito en castellano y fue publicado por el diario El País,  refiere en él como Camus  daba recomendaciones a los médicos para enfrentarse a aquella pandemia.

 


SOBRE EL TEXTO

Publicado junto con otro texto en abril de 1947 en Les Cahiers de la Pléiade, con el título ‘Los archivos de La peste’, ‘Exhortación a los médicos de la peste’ probablemente fue escrito por Albert Camus en 1941, seis años antes de la aparición de La peste, de la que es uno de los textos preliminares. Aunque hoy en día la gran novela de Camus se lee y relee en todo el mundo, en numerosos idiomas, la colección Tracts, con la amable autorización de los herederos de Albert Camus, propone a los lectores descubrir este texto poco conocido, pero de candente actualidad, en que el escritor hace recomendaciones a los médicos para su lucha diaria contra la epidemia.

“En términos generales, observen la mesura, primer enemigo de la peste y regla natural de la humanidad. Némesis no era, como les contaron en el colegio, la diosa de la venganza, sino de la mesura. Y asestaba sus terribles golpes a los hombres solo cuando estos se habían entregado al desorden y el desenfreno. La peste procede del exceso. Es en sí misma un exceso e ignora la contención. Ténganlo presente si quieren combatirla con clarividencia. No le den la razón a Tucídides, que habla de la peste en Atenas y dice que los médicos no eran de ninguna ayuda porque, en principio, abordaban el mal sin conocerlo. La epidemia adora los cuchitriles secretos. Acérquenle la luz de la inteligencia y la equidad. En la práctica, verán que es más fácil que no tragarse la saliva.

Por último, tienen que ser capaces de controlarse. Y, por ejemplo, hacer que se respeten las normas que hayan elegido, como el bloqueo y la cuarentena.

Un historiador de Provenza cuenta que, en el pasado, cuando un confinado lograba escapar, mandaban que le rompieran la cabeza. No desearán eso. Pero tampoco pasarán por alto el interés general. 

No harán excepciones a las normas durante todo el tiempo que estas sean útiles, ni siquiera cuando el corazón los apremie. Se les pide que olviden un poco quiénes son, sin olvidar jamás lo que se deben a ustedes mismos. Esa es la regla de un honor tranquilo.

Armados con estos remedios y virtudes, solo les restará hacer frente al cansancio y conservar la imaginación viva. No deben nunca, pero nunca, acostumbrarse a ver a los hombres morir como moscas, según ocurre en nuestras calles hoy, y según ha venido ocurriendo siempre, desde que la peste recibió su nombre en Atenas. 

No dejarán de conmoverse al ver las gargantas negras de las que habla Tucídides, que supuran un sudor sangriento y de las que la tos ronca arranca a duras penas escupitajos aislados, pequeños, salados y de color azafrán. No se moverán con familiaridad entre los cadáveres de los que se apartan incluso las aves de rapiña para huir de la infección. 

Y seguirán rebelándose contra la terrible confusión en la que perecen en soledad quienes niegan sus cuidados a los demás, mientras que mueren amontonados quienes se sacrifican; en la que el goce ya no recibe su aprobación natural, ni el mérito su orden; en la que se baila al borde de las tumbas; en la que el enamorado rechaza a la amada para no contagiarle su mal; en la que no carga con el peso del delito el delincuente, sino el animal expiatorio que se elige en pleno desconcierto de una hora de espanto.

El alma sosegada es la más firme. Ustedes se mantendrán firmes ante esa extraña tiranía. No servirán a una religión tan vieja como los cultos más antiguos. Esa mató a Pericles, que no quería más gloria que la de no causar el luto de ningún ciudadano, y no ha cesado de diezmar a los hombres y exigir el sacrificio de los niños desde aquel ilustre asesinato hasta el día en que descendió sobre nuestra ciudad inocente. Aunque esa religión procediera del cielo, deberíamos afirmar que el cielo es injusto. Si llegan ustedes a ese punto, no verán en ello motivo alguno de orgullo. Al contrario, deberán pensar con frecuencia en la propia ignorancia, para estar seguros de observar la mesura, única señora de las epidemias.”

La mesura es el tema obligado hoy, ya le he llamado antes aquí Templanza sin saber que Camus había referido a la Mesura como sinónima, pues bien, es tiempo de Mesura, es tiempo de Templanza, y vaya que debe ser necesaria cuando  la prensa nacional refiere que el mismo secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, denunció el viernes pasado  que la pandemia del coronavirus (SARS-CoV-2) ha desatado una oleada de odio y xenofobia en la cual los extranjeros, y en particular los migrantes, son estigmatizados como fuente de contagio; mientras que a las personas de la tercera edad se les caracteriza como prescindibles, y profesionales de la salud, defensores de derechos humanos y periodistas son atacados por ejercer su trabajo. Ante este panorama, el dirigente de Naciones Unidas hizo un llamado a fortalecer la inmunidad de nuestras sociedades contra el virus del odio mediante esfuerzos concertados para erradicar el discurso que incita a estas prácticas.

Recordemos que  “ya en marzo pasado el organismo internacional había advertido acerca de la explotación de los temores que causa la pandemia por parte de grupos y políticos para incitar a la xenofobia y la exclusión. En abril, el propio Guterres llamó la atención sobre el hecho de que la crisis sanitaria se está convirtiendo con rapidez en una crisis de derechos humanos, en la medida en que diversos sectores políticos y sociales responden a la propagación del coronavirus con crecientes etnonacionalismo, populismo y autoritarismo, así como con una reacción contra las garantías individuales.

En México, esta oleada de odio se ha manifestado, entre otras modalidades, en la forma especialmente vil de los ataques contra los profesionales de la salud. Como ya se ha reiterado en este espacio, las expresiones de violencia verbal e incluso física contra médicos, enfermeras y otros integrantes de los servicios sanitarios deben condenarse en términos enérgicos por cuanto se dirigen contra personas que no sólo merecen el mismo respeto a su integridad que el resto de los individuos, sino que son acreedores de la gratitud pública por exponer sus vidas en la lucha para salvar las de sus prójimos. 

Asimismo, la sociedad y  las autoridades mexicanas deben atender la situación de vulnerabilidad en que se encuentran los millones de paisanos que residen en Estados Unidos sin contar con la documentación necesaria, pues la pandemia no ha hecho sino agravar el trato xenófobo que padecen desde siempre, y en especial desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

Por último, cabe hacerse eco del exhorto de la ONU para que los medios de comunicación y las empresas de redes sociales hagan mucho más por señalar y, de conformidad con el derecho internacional de los derechos humanos, eliminar los contenidos racistas, misóginos y otros contenidos perjudiciales, pues la erradicación del discurso de odio y la instalación de un clima de solidaridad requieren de una postura responsable por parte de quienes tienen en sus manos la calidad de la información recibida por la opinión pública”. (La Jornada,  09/05/20)

COROLARIO

Así que la primer curva a aplanar en esta pandemia por todos, es la de evitar se dé la pugna  y el  odio, que se anteponga  a la evidente desmesura, que se está padeciendo por las expresiones adversas a funcionarios responsables del sector salud, como es el caso del Dr. Hugo López-Gatell y su equipo, que hasta donde entendemos hacen lo mejor posible su labor y en particular a los trabajadores sanitarios, ya sean médicos, enfermeras, trabajadores de apoyo de ese sector tan esencial en este momento y siempre,  que es el de la salud,  mismo que vemos actúan con férrea templanza  y determinación en su lucha contra la pandemia, apoyémosles porque no es deseable llegar al extremo de lo que vaticinaba en su dicho, en el  documento antes referido de Albert Camus, el cual cierra asi;

“A pesar de las máscaras y las bolsitas, el vinagre y el hule; a pesar de la placidez del coraje y los firmes esfuerzos, llegará el día en que no soportarán la ciudad llena de moribundos, el gentío dando vueltas en las calles recalentadas y polvorientas, los gritos, la angustia sin futuro. Llegará el día en que querrán gritar de asco ante el miedo y el dolor de todos. Ese día, no podré hablarles de ningún remedio salvo la compasión, que es pariente de la ignorancia”.

EXHORTO

¡QUÉDENSE POR FAVOR EN CASA; SEGUIMOS EN FASE TRES!