Chihuahua, Chih.
“No son las formas”, “¡Denuncien!”, “piden respeto y no lo dan”, si no son estas las formas ¿cuáles son entonces? Cuando se denuncia y las autoridades no proceden porque no tienen ministerios públicos, recursos, no les creen a las víctimas de violencia sexual, archivan sus denuncias o simplemente no hacen nada ¿seguimos denunciando?
Tan dramática obertura obedece a que han subido de tono las acusaciones, señalamientos, cuestionamientos sobre las formas en que las mujeres feministas, especialmente las jóvenes, han elegido para manifestarse en un clima donde se les exige respeten al mobiliario público, sus edificios e instituciones, en un contexto en el que la sociedad misma ha entrado en un juego de ser crítica solo con la respuesta y no con la violencia misma que se les ejerce.
La verdad es que poco nos preguntamos abiertamente, en todo debate público ¿por qué están tan enojadas las mujeres?
No es un berrinche.
En solo 2019 los feminicidios ascendieron a los casi 4 mil (3,752) según cifras del INEGI, 2,922 fueron por armas de fuego, 588 por ahorcamiento, estrangulación y sofocación en el espacio íntimo, 516 por arma blanca y 431 por medios no mecánicos o vía las armas, o sea, a golpes; la clasificación de feminicidio por el fuego o asfixia por las llamas va en aumento, así como la quemadura por ácido, concluya en muerte o no.
La mayor incidencia de estos delitos se presenta en el Estado de México, Guanajuato y Chihuahua.
En el espacio público, los robos derivaban fácilmente en violación o feminicidio en grado de tentativa. Las víctimas no denuncian porque a pesar de que tenemos un Centro de Justicia para las Mujeres, no confían en las autoridades que tienden a ocultar la realidad.
Son múltiples los casos que denunciaron violencia doméstica y concluyeron en feminicidio. En el tema de la violencia sexual no apunta a tener un trato menos peor ni aun tratándose de niñas; se sabe por registros de colectivas que acompañan a víctimas, que hasta un mes se llega a esperar para que se asigne un MP a casos de violación por parte de padres y padrastros dentro del mismo núcleo del hogar con todo lo que eso conlleva, o sea, obligar a las menores aunque sus madres denuncien, a convivir con los agresores que tienen oportunidad de huida y vivir con las represalias que esto pueda generar.
En una entidad donde ni las niñas importan ¿qué podemos esperar? Por cierto, ¿Dónde está Alondra? Que no ubiquen a quien se la llevó define una enorme negligencia, porque ¿qué no hacen trabajo de inteligencia entre entidades o no hay coordinación entre autoridades municipales?
En el municipio de Chihuahua, a partir del arranque del confinamiento por la pandemia a la fecha, el promedio de llamadas para denunciar violencia doméstica es de 700 semanales según la Dirección de Seguridad Pública.
En el transcurso de la semana el líder nacional de los taxistas declaró que las compañías privadas son quienes encabezan las denuncias por violación y secuestro contra las mujeres, pero omitió mencionar que solo se están repartiendo el monopolio de estos actos y que siguen ostentando el que los define como facilitadores de las redes de trata en la entidad.
El confinamiento ha venido a agravar el problema porque las mujeres están encerradas con su agresor y a menos de que haya lesiones graves, la Fiscalía especializada se niega a proceder.
¿Qué caminos quedan entonces por recorrer?
Cuando se han construido instituciones especializadas para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, si presupuestalmente se han venido destinando partidas significativas para transversalizar la perspectiva de género en los tres niveles de gobierno y los tres poderes del estado, ¿Por qué nos siguen matando?
¿Por qué sigue prevaleciendo la cultura de la violación? ¿Por qué es más cómodo culpar a las víctimas que señalar y sancionar a los agresores? Si no ha bastado, ¿Qué nos queda por hacer? ¿Esperar pacientemente a que nos violen o nos maten?
La jornada de la #Antigrita realizada en solidaridad con las compañeras que tienen tomadas las Comisiones Estatales de Derechos Humanos en distintas entidades, incluida la Ciudad de México, mostró nuevamente el discurso de odio que se ha venido vertiendo contra las mujeres que luchan denunciando permanentemente el feminicidio y la violencia sexual, con todas sus connotaciones políticas, como por ejemplo, la falta de sensibilidad de un gobernador que impidió el paso a la Cruz de Clavos mandando a reprimir el paso de la marcha de las manifestantes con efectivos de la policía estatal y su propia guardia personal mientras dentro de palacio de gobierno se realizaba una cena de gala o su ominoso silencio por la represión y brutalidad policiaca instrumentada por Armando Cabada en Juárez contra jóvenes feministas manifestantes, precisamente por la misma causa que motivó su agresión.
Todo, en aras de conservar el brillo frente a una plaza vacía como sus aspiraciones políticas venideras.
Mañana se realiza a nivel mundial la jornada por la despenalización del aborto y las instituciones en el estado siguen negando el acceso a la NOM046 que, dentro del marco legal vigente, es lo que permite la atención médica y psicológica a las víctimas de violencia doméstica y fuera de las feministas nadie habla de ello, ni la responsabilidad criminal que trae consigo; mientras en el Colegio de Bachilleres de Chihuahua su directora, señalada por actos de corrupción, entorpece la aplicación de la NOM047 a pesar de tener un ordenamiento legal para ello.
Entonces:
¿Van a seguir siendo más valiosas las paredes que la vida y la seguridad de las mujeres?
¿Se le va a seguir exigiendo a las mujeres que denuncien si no sirve de nada?
¿Se va a seguir priorizando una ciudad limpia a una debida procuración de justicia que las mujeres también merecemos?
Las paredes hablan lo que las autoridades y la sociedad calla.
Y las calles seguirán siendo tomadas porque no queda nadie que desee escuchar.
Porque solo las mujeres están por otras mujeres, en el abrazo solidario y el acompañamiento de la denuncia pública no judicial.
Las paredes hablan por las que se animaron a denunciar a su agresor, para que las demás se atrevan a denunciar, porque no hay brecha más rápida para que la violencia contra las mujeres se acabe, si no es para ellos el costo social.
@MarieLouSalomé