Chihuahua, Chih.
1.- ¿Qué haces cuando una tentación se mete a tu campo magnético y te atrae con imanes poderosos?
¿Cedes, sucumbes, le sacas la vuelta, la aceptas, la rechazas, la condicionas, te escondes para vivirla…?
¿Qué prefieres: la casa o la caza?
Existen tres tipos de fidelidades. ¿Cuál es la tuya?
A.- Una obediencia mecánica a las normas sociales, a los códigos, a los principios.
B.- Una libre decisión de mostrarse leal a la persona amada, sin darle cabida a un tercero.
C.- La fidelidad a uno mismo.
2.- Pascal Bruckner dice: "Hombres y mujeres se engañan unos a otros para luchar contra el aburrimiento, responder a tentaciones y llevar varias vidas paralelas, síntoma de una sociedad individualista desgarrada entre el ideal de la fidelidad y el apetito de libertad”.
3.- ¿Se reproduce en la sociedad, como con las personas, lo que ocurre en el gallinero o en la selva o en el establo? Los machos buscan el mayor número de hembras, mientras las hembras buscan al mejor macho.
La hembra arriesga mucho más que el macho. En la mayoría de las especies, el macho se sacude simplemente dentro de ella y eyacula, pero la hembra se preña, y el embarazo sucede a costa de sus sacrificios, así como el siempre difícil o incluso traumático alumbramiento y su crianza posterior. Quizá por ello, el macho persigue y la hembra huye o pelea intentando evitar la posesión del macho.
En las personas el mundo animal tiene similitudes tan importantes como sus diferencias. Es todavía extremadamente raro encontrar a una mujer violadora o, incluso, que se mueva con la facilidad y simpleza que un hombre respecto a la actividad sexual.
Como en la prehistoria, los encuentros sexuales o amorosos –entre animales y personas - de esta época tienen mucho de azar, de impulsos naturales y de necesidades circunstanciales.
4.- Dicen que las parejas más felices son las que mejor dominan la regla de tres. Sin embargo, el gusto por la trigonometría se amarga cuando la persona que amas, y no tú, es quien se entretiene en el juego de los triángulos.
5.- En estos tiempos la pareja es menos sólida; su formación suele cocinarse rápido, y es más fugaz su desaparición, independientemente de los contratos jurídicos y religiosos que pretendan regularla y afianzarla.
Las convicciones cedieron paso a las conveniencias. El matrimonio y otros convenios entre la pareja dejaron de significar un calabozo o una sentencia de cadena perpetua. Los divorcios fast track liberan de las cruces que antes doblegaban sus espaldas en un viacrucis que terminaba solo con la muerte.
Es indudable que la conquista de los nuevos derechos de las mujeres y su paulatino arribo social que aspira a la equidad de género, han traído consigo un ejercicio más pleno de las libertades amorosas y sexuales.
Pero, ¿existen diferencias sustanciales en la experiencia amorosa, independientemente de las épocas y culturas, si se les describiera desde los corazones de los amantes? Sí, indudablemente. Las dinámicas sociales determinan en gran medida los comportamientos individuales, y los contemporáneos son, en relación a los dos siglos pasados, más permisivos y libres.
Parecen haber aprendido que lo mejor de las normas son sus transgresiones; lo mejor de las religiones son sus tentaciones.
Existe la sensación de que la vida verdadera no es la que diseñan los códigos morales sino la que se vive en realidad y cada quien desea manifestarse en esa nueva y compleja realidad que avasalla viejos diques y fronteras, e inaugurar un comportamiento amoroso y sexual que lo acerque a la plenitud. “Lo único que te vas a llevar a la tumba es solo lo que vives”, se dicen, agarran valor y se aventuran a enriquecer sus experiencias.
6.- Ya no hay matrimonios, por lo menos en Occidente, arreglados por los padres o por el Estado; las decisiones ahora pertenecen a las personas, a las ecuaciones de sus corazones e intereses; tampoco son definitivas las diferencias sociales, religiosas, étnicas, etc., en la elección de la pareja. Pierde peso de manera vertiginosa la exigencia de la virginidad en la mujer como requisito para el matrimonio.
Antes, los conflictos del amor tenían que ven con el honor, la virtud, el pudor, valores que intentaban mantener resistiendo a los ímpetus (propios y ajenos) que con distintas estrategias intentaban derribarlos.
7.- Pascual Bruckner : "Nada ha pasado de moda: ni hacer la corte a la antigua ni los encuentros breves, ni los raptos a la húngara, ni los hechizos instantáneos; extrema sofisticación asociado al extremo descaro. Las reglas han cambiado; pero las reglas de antaño todavía son válidas.
Todo está caduco, pero todo sigue siendo pertinente”.
8.- ¿Por qué han sido necesarios los amantes a lo largo de la historia y en todas las épocas? Cuando hago esta pregunta me asalta de inmediato la sensación de estar planteando equivocadamente la cuestión. Quizá la pregunta más sensata sería otra: ¿por qué han sido necesarios los matrimonios?
La respuesta la proporcionan de inmediato la biología y la historia. Engels describe el proceso: de la experiencia comunitaria de los primeros pobladores nómadas se dio paso a la formación de la familia, facilitado por el descubrimiento de la agricultura, actividad en torno a la cual se arraigaron.
Con el propósito de mantener una organización más eficiente que permitiera cuidar toda propiedad privada que acumulaban (patrimonio, hijos, un modo más práctico para enfrentar la supervivencia y las dificultades del trabajo, entre otras tareas fundamentales). Luego, según aportaría Sigmund Freud, para la consolidación de la familia sería indispensable el tabú al incesto, es decir, se comenzaba a prohibir las relaciones sexuales entre miembros de la misma sangre.
La civilización requiere de reprimir algunos deseos aunque esto nos convierta en neuróticos.
Las actuales sociedades de consumo defienden con todas sus rapaces uñas el concepto de la familia: un equipo dentro de una empresa. El bien supremo es el desarrollo de la empresa a costa de la explotación de quienes la conforman.
La empresa familiar reproduce el esquema laboral; también en sus atmósferas frecuentemente enrarecidas existen derechos pisoteados, oportunidades inequitativas, preferencias inexplicables, derechos incumplidos, otorgamientos de canonjías sólo a algunos, etc.
Así como la empresa laboral no cumple con las demandas de sus trabajadores, la familia tampoco suele hacerlo con sus miembros porque todos se sienten explotados, inatendidos, desplazados. Y esas demandas emocionales suelen ser catafixiadas por otro tipo de satisfactores fuera de la casa.
La vida en pareja suele cultivar una apacibilidad que permite el arraigo y la profundización de la relación, pero suele también adormecer los ímpetus y las pasiones. Si la demanda instintiva o romántica no se sacia en el matrimonio hallará fuera de él, en un momento a veces inesperado, la forma de colmar esa carencia, ese apetito.
9.- Hay momentos en que las pasiones despiertan. Cuando esa parte de la naturaleza humana se alerta busca nuevas maneras de sentirse vivo, deseado, valioso. Y cambia la casa por la caza. Y por lo general lo hace en el bosque del anonimato ya sea porque no desea lastimar el matrimonio, o manchar su imagen pública, evadir el qué dirán, o cuidar su reputación personal.
La honorabilidad social reprueba a la doble moral que, sin embargo, justifica o por lo menos la explica a partir de las demandas que, por distintas razones, no se satisfacen en el ámbito de la intimidad de la pareja. La naturaleza humana, como cualquier otra naturaleza, es un proceso que en ocasiones se vuelve impredecible como un río en una crecida. Existen naturalezas pacíficas, apacibles, pero otras son selváticas y tempestuosas. Y en estas últimas la aceptación de aquello que llaman doble moral, es el campo de su mayor autenticidad.
La hipocresía es de aquellos que la viven, pero fingen no hacerlo; aparentan comulgar con las leyes sociales y religiosas establecidas pero a la primera oportunidad vuelven a esas dichas clandestinas que en público jamás aceptarán que los hace sentirse vivos.
10.- Ya el cuerpo ha dejado de ser concebido como un objeto para el trabajo o como un instrumento que provee. Ahora se dice: Yo soy mi cuerpo.
La llamada doble moral obedece a las necesidades que no se estipulan en el convenio social y que sin embargo existen. Estas necesidades (afectivas, sexuales, de protección, comunicación, compañía, atención, etc.) existen permanentemente y se presupone que la vida en pareja las satisface, aunque pocas veces suceda en la realidad.
10.- La esencia del amor es la libertad, pero para quien ama, la libertad de la persona amada es intolerable. Quien ama desea que esa persona le pertenezca absolutamente. Quiere unirla a sí con grilletes, o herrarla como si fuera una res, o más civilizadamente, firmar ese contrato de pertenencia, hoy llamado matrimonio, pero eso no lo salva de los cuernos. La libertad es el conflicto más poderoso del amor. Su mayor felicidad es cuando dos se funden en uno; y el peor infierno es cuando dos juran ser uno y resultan, por lo menos, tres.
La posesividad, casi inevitable en el amor, lleva a los tormentos más acerbos. Esa es la raíz de lo trágico. Todos los días leemos en las notas rojas de los periódicos acerca de los crímenes más atroces cometidos por la desmesura del amor. El amor herido nunca es sensato.
Foto: Pintura del autor «El Baile»