Chihuahua, Chih.
Por muchas razones es recordado el presidente Ernesto Zedillo, la absoluta mayoría de ellas negativas; tres acciones de su gobierno se recuerdan positivamente, sobre todo a la luz de las últimas resoluciones de los dos organismos electorales del país: El Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF, en adelante Tribunal), en relación a las acciones del presidente López Obrador.
Zedillo, una vez ungido presidente, declaró que la elección de la cual salió ganador, había sido “legal, pero inequitativa”, refiriéndose, sin duda, al derroche de recursos de todo tipo desplegados por el entonces partido hegemónico en México, el PRI, para favorecerlo en la elección del 1994.
Y sin darle tiempo de respirar a la “nomenklatura” de su partido, como la había denominado Carlos Salinas, su antecesor y designador, de inmediato declaró que en su mandato existiría “la sana distancia entre el partido y el gobierno”.
La tercera razón por la que hoy se le menciona es el hecho de que, sin oponer obstáculo alguno, entregó la presidencia al panista Vicente Fox, quien la había ganado en la elección del 2000, la que fue una especie de referéndum: ¿Que siga el PRI o no?
Por supuestos que hubo matices y hechos contradictorios en los tres temas, entre ellos la intentona de no entregar la dirigencia de la Cámara de Diputados, en la primera ocasión en la que el PRI perdía la mayoría en ese órgano legislativo, 1997; y, por supuesto, el “Pemexgate”, que fue el mecanismo por el cual el gobierno zedillista, vía Pemex, financió la campaña presidencial priista.
Pero en su gobierno se efectuaron las más profundas reformas al sistema electoral mexicano: En adelante el Secretario de Gobernación ya no sería el presidente del organismo electoral, se acotó seriamente el financiamiento privado a los partidos y se designaron consejeros electorales, ajenos a los partidos políticos, que marcaron el rumbo de la vida electoral nacional, hasta la fecha.
De aquellas fechas proviene la intención, sobre todo de la oposición de izquierda, de darle equidad a las contiendas electorales y la extrema prohibición al uso de recursos públicos para favorecer a algún partido.
Pues bien, las resoluciones de los organismos electorales establecen que el presidente López Obrador “vulnera la equidad de los comicios de Coahuila y Estado de México…”. (Artículo de Reforma, El Diario, 27/5/23).
A ocho días de las elecciones de Coahuila y Edo Mex, las autoridades electorales precisaron que cuando el presidente expresó lo siguiente, en la conferencia mañanera del 11 de mayo, violó la ley: “… ¿quieres que regresen los corruptos? Ya sabes por quién vas a votar. ¿Quieres que siga la transformación? También ya sabes. ¿Quieres que continúen las pensiones para los adultos mayores? Ya sabes por quién vas a votar”.
Esa, entre otras, han sido la constante en las mañaneras de López Obrador, en lo que ha sido una persistente violación electoral y, además, una práctica patrimonialista, es decir, el uso de los recursos públicos como si fueran propios.
Los organismos electorales le ordenaron al presidente el retiro de las expresiones vertidas en las conferencias del 9 y 11 de mayo y “emitieron medidas cautelares para garantizar el cumplimiento de normas legales ordenando al Presidente no repetir las conductas violatorias”. (Ibídem).
Así lo razonó el Tribunal: ”Los hechos denunciados pudieran ser contrarios a las disposiciones constitucionales, en razón de que aparentemente se está solicitando votar por determinados institutos políticos, así como no votar por otras opciones políticas que son de índole electoral”, pues las declaraciones “de ninguna forma pueden ser parte del ejercicio de comunicación, de transparencia y rendición de cuentas. Por el contrario, éstas pudieran afectar la equidad en la contienda electoral o influir en las preferencias de la ciudadanía en los procesos electorales de Coahuila y Estado de México”. (Ibídem).
Por si fuera poco le advirtió que “La Comisión de Quejas podrá, de manera directa y sin trámite alguno, ordenar a cualquier concesionaria pública o privada el cese de cualquier transmisión o difusión de programas, spots o materiales de video o audio violatorios de las medidas cautelares referidas. El INE queda facultado para tomar las medidas necesarias para el cumplimiento de lo ordenado por esta determinación”. (Ibídem).
Además, la Comisión de Quejas del INE determinó, por unanimidad, también retirar mensajes de AMLO expresados en la conferencia mañanera del 24 de mayo, donde habló sobre programas sociales, en el contexto de la campaña electoral en el Estado de México, ya que “podrían poner en riesgo los principios de equidad e imparcialidad en el proceso electoral local en curso” y emitió medidas cautelares pues consideraron que hay elevadas probabilidades de que la conducta presidencial se repita.
Pero lo anterior es sólo parte de las conductas ilegales cometidas por una buena parte de los principales protagonistas de Morena, y en el ámbito local el diputado del PAN, Luis Aguilar, quienes han colocado sendos espectaculares con la portada de revistas de muy escasa penetración, al igual que los morenistas Juan Carlos Loera, en la campaña a la gubernatura en 2021, la diputada federal Andrea Chávez y los aspirantes presidenciales Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y Marcelo Ebrard, los cuatro últimos en nuestro estado.
¿Quiénes les seguirán en la senda de las chicanadas, con el objetivo de “servirle a los ciudadanos”?
En la sociedad moderna, incluida la mexicana, a pesar de las pretensiones de retrotraernos a un pasado que creíamos superado (bueno, algunos llegamos a pensarlo), ésta, en la que las contiendas electorales constituyen el mecanismo de acceso al poder, el cual se ejercerá con los límites que las leyes marquen pero, sobre todo, por los establecidos por los resultados electorales, que los determinan los votos de los ciudadanos, violentarlos constituye una imperdonable traición a la voluntad democrática de quienes votaron en cualquiera de los comicios, en este caso a los celebrados en 2018 y 2021.
No está demás recordarlo:
En las primeras, una amplia mayoría decidió que el presidente fuera López Obrador y en las segundas, que su partido y aliados no contasen con la mayoría calificada (de dos tercios) en la Cámara de Diputados, la que tampoco tenía en la Cámara de Senadores.
Al no contar con esas mayorías, el presidente ha optado por la peor de las vías, la de las chicanadas y cuando ya de plano no se puede, con las violaciones electorales y de otro tipo en el ejercicio del gobierno.
De todo ha echado mano, hasta del más infame recurso, políticamente hablando, como ha sido el de “contratar” y luego “premiar” a los gobernadores priistas, en varias de las entidades que luego se convierten en gobernadas por candidatos de Morena, los que, casi en la mitad de los casos proceden igualmente del PRI.
El problema estriba en que el tráfago político está llegando a una intensidad no conocida -y protagonizada- por la sociedad mexicana, que se incrementará conforme la elección presidencial se acerque.
El protagonismo del presidente López Obrador, los grados de simpatía que mantiene en amplias capas de la población, además de su injerecismo electoral y la polarización estimulada por sus discursos, llevará a que la conflictividad “normal” de las contiendas político-electorales se vaya a elevar inconmensurablemente.
Ejemplo de ello lo constituyen, ya, las deterioradas relaciones entre Maru Campos y Andrés Manuel López Obrador.
Traerá a los chihuahuenses secuelas no precisamente agradables, cuyos primeros indicios ya se aprecian pues los “apoyos” extras, o las obras de mediana envergadura con financiamiento federal no están llegando a la entidad, como si ocurre en las gobernadas por morenistas.
Y no se trata de los recursos que llegan por la vía de las dependencias federales, ya que prácticamente todos están etiquetados, y que no obstante no llegan en la cuantía requerida por una entidad sometida al problema del gravísimo endeudamiento, el cual puede estar atenuándose, pero de ninguna manera del modo y cuantía que se requiere para, por lo menos, darle mantenimiento a las carreteras estatales, que de las federales, mejor ni hablamos.
Son una desgracia, y eso sin ir a otros aspectos de la función pública.
No importa, lo esencial es la siguiente elección, en ganarla le va la vida a López Obrador, en ello sale perdiendo, hasta ¡Con Zedillo!
*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022
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