Chihuahua, Chih.
1.- Preguntas sobre el amor
¿Cómo saber si el amor existe; si no encubre otros sentimientos?, ¿o cómo distinguirlo del deseo de posesión o de control, u otros ejercicios del narcicismo? ¿O es sólo un deseo de ser protegido? ¿Una pasión que arde en el corazón?
¿Qué se ama cuando se ama y a quién se ama? ¿Inventamos el rostro del amor cuando lo miramos como lo necesitamos? ¿Qué se esconde tras el aura mítica del amor? ¿Es el amor un instinto arcaico, una costumbre arraigada, y un simple control sobre una propiedad valiosa? ¿Qué sucede a nuestro corazón cuando el amor todo lo altera?
¿Cuáles son las cualidad esenciales en el amor?, ¿pasión, cuidado, ternura, comunicación, respeto, compromiso?
¿Cómo se forman las parejas? ¿Existe la química? ¿Son elementos psicológicos inconscientes que los empujan al encuentro? ¿Es la casualidad, el destino, una elección divina? ¿La manera de amar de las personas se repite como la huella digital? ¿Es la disposición y la apertura de las personas para el encuentro amoroso? ¿Se trata de una especial vulnerabilidad? ¿Es simplemente la circunstancia, el momento? ¿Es el amor un hambre que busca ser saciada?
¿Todo es misterio, azar, capricho?
¿La circunstancia histórica determina el modo en que se relacionan y se aman las parejas? ¿Habrá una manera esencial que contenga todos los elementos del amor, independientemente de la época que se estudie? ¿Puede realizarse un estudio del amor sólo desde el corazón de las personas? ¿Colaboran realmente los estudios de las neurociencias para conocer más sobre el amor? ¿Será necesario cambiar de sede de los afectos del corazón al cerebro? ¿Es la antropología que siguiendo la ruta de las necesidades humanas lo que determina la conducta tal como lo afirmaba Darwin?
¿Cuántos son una pareja?, ¿está en crisis la pareja?, ¿por qué las personan que viven en pareja necesitan de un tercero? ¿Por aburrimiento, por desquite, por la fascinación o el enamoramiento de otro, por experimentación, para recuperar la autoestima, por convicción, por expandir sus propios límites de la libertad, por la necesidad de indagar en la alteridad?
¿En qué momento deciden que el otro irrumpa en el supuestamente íntimo mundo de la pareja? ¿Es realmente una decisión conscientemente asumida? ¿Existen circunstancias, sociales o individuales, que fragilicen la pareja o vuelvan vulnerables a sus miembros? ¿Es la doble moral necesaria para satisfacer demandas socialmente prohibidas? ¿La infidelidad a la pareja es la fidelidad a si mismo? ¿Es polígama la naturaleza humana? ¿Es el amor monárquico?
¿Como llegan a la cama los amantes? ¿Llegan con las armaduras puestas, o se las quitan sólo para recibir placer, o para abrir el corazón? ¿Es la intimidad otro ejercicio del onanismo?
¿Cuándo es el momento preciso para abandonar a una pareja y unirse a otra que le ofrece una pasión novedosa, la aventura, un halo de misterio, una oportunidad para ser feliz? ¿Cuándo, y de qué misterioso modo, el amante se convierte en el amado largamente esperado?
¿Cuando se rompe la pareja, qué demonios se apoderan de la mente y el corazón? ¿El demonio de la pérdida que rompe el corazón, o el de la obsesión que lo envenena?
¿Por qué se sigue viviendo la separación de los amantes como una pérdida y como un fracaso y no como una liberación?
¿Habrá que esperar hasta que la muerte nos separe? ¿De qué muerte estamos hablando? ¿Sólo es necesario que perezca aquello que unió a la pareja y que, quizá, no es, ni fue, necesariamente el amor?
¿Por qué es tan corto el amor y tan largo el olvido?
2.- Amor, ¿qué es eso?
Los internautas se enamoran en algún sitio del ciberespacio de igual modo que Platón se enamoraba de los efebos en sus banquetes.
Esencialmente el amor es el mismo: dos personas, independientemente de los motivos que aduzcan, se unen porque un sentimiento poderoso los arraiga en el corazón del otro.
Lo que ha cambiado del amor son sus formas y su perdurabilidad. Y esto tiene que ver con la posición de la mujer en la escala social. Su integración al mercado laboral, su independencia económica y acceso a los contraceptivos, entre otras cosas, le permite vivirse no como propiedad de otro sino de sí misma. Y el cuerpo que antes permitía que lo tatuara su propietario con su fierro, se libera. La mujer ya no es un bien mueble fracturado a un dueño, sino un instrumento de trabajo, sí, tanto como un vehículo de placer, un hervor de emociones propias, es decir, una persona.
Aunque todavía persisten diferencias entre un hombre y una mujer respecto a la experiencia erótica, cada vez más parecen difuminarse. Ambos disfrutan el carrusel del sexo, sin duda, sin embargo algunas mujeres todavía defienden la supremacía sentimental en esos apareamientos. Lo cierto es que ya dueñas de su albedrío, muerden cualquier manzana que se les antoje.
Pero una cosa es el sexo y muy otra el amor. Pueden abundar los deslices, los cancos, los fugaces ligues, los acostones, las noches de copas locas, los reventones, etc., porque en la vida existen una enorme cantidad de encuentros de cualidades diversas, pero de éstos solamente los que sean excepcionales pueden convertirse en amorosos. Los más impactantes nos marcarán el corazón con una profunda y dolorosa la herida cuya cicatrización será lenta y agónica. Con esos amores entreveremos el paraíso y habitaremos, por una larga temporada, el infierno.
El amor son los amores; sus rostros son distintos. Pero cualquiera que sea su cara, es indefinible porque cada historia amorosa posee sus peculiaridades y matices.
El enamoramiento, su primera etapa, es quizá, la más espectacular e ilusoria: un flechazo, un relámpago, una química mágica, logra de pronto que una mirada recorte a una sola persona entre la muchedumbre y la vuelva única; que se aventure en ella y en ella se interne extraviándose, hasta que la otra voz lo reencuentra y lo bautiza con su verdadero nombre.
El amor provoca un sacudimiento, un arrebato, un vuelo súbito, una locura, una caída a lo insondable porque, parafraseando a Breton, el amor es convulsivo o no es. Y es que el primer movimiento del corazón que ama es la posesión, y paralelamente, la renuncia a su propia libertad para esclavizarse al amado. Sin embargo, la esencia del amor es la libertad. He ahí el indisoluble conflicto del amor.
Seguramente fuerzas ancestrales propician el apareamiento de dos criaturas con la finalidad de la procreación y la supervivencia de las especies. Sin embargo, en los humanos, el poderío del amor reside en que las personas que lo viven están convencidos que lo que está sucediendo, de ese modo tan especial y vibrante, sólo se da por que es él o ella, o ambos, y juntos. En el encuentro amoroso hay magia y milagrería, y la pareja, viviendo la novedad del encuentro, está convencida que están llamados a escribir una épica legendaria.