Chihuahua, Chih.
No me cabe la menor duda de que el Instituto Nacional Electoral (INE), creado durante los últimos años del priismo hegemónico y autoritario que gobernó al país durante varias décadas, es un instrumento necesario para preservar nuestra democracia representativa y liberal.
Su fundación se remonta a la década de los años 90 del siglo pasado, sustituyendo a su vez a la desaparecida Comisión Federal Electoral (1951-1990) adscrita a la Secretaría de Gobernación.
México tuvo que pasar por un oscuro túnel, aún grabado en su reciente memoria democrática para lograr consolidar una institución electoral autónoma, lo cual nos sitúa inclusive un paso adelante de los Estados Unidos, una potencia económica mundial que no cuenta con ningún organismo técnico que se encargue de realizar y verificar las contiendas electorales en aquel país.
El sistema electoral estadounidense queda en manos de las autoridades electorales de los respectivos estados en los que se llevan a cabo determinados comicios.
Y aquí en México tiempo después vendría el sexenio del peñanietismo (2006-2012) y con el mismo se vendrían una serie de reformas y modificaciones de ley; incluyendo la reforma electoral que daría paso a la transición del entonces Instituto Federal Electoral (IFE, que comprendió el período de 1990 a 2014) para llegar a convertirse en el Instituto Nacional Electoral.
Cabe remarcar que nuestro órgano electoral se ha enfrentado a una serie de embestidas provenientes de los distintos partidos y colores que han gobernado a nuestro país; pero nunca había sucedido en nuestra reciente vida democrática que tales ataques provinieran por parte de un titular del ejecutivo en funciones.
Las declaraciones emitidas por el presidente López Obrador y sus colaboradores, militantes y simpatizantes en contra del INE son para preocuparse.
Mientras algunos salen a manifestarse y a pedir la “muerte” o extinción del INE, otros salen a imponerse por encima de las normas y recomendaciones emitidas por el mismo organismo.
Tal es el caso del candidato Félix Salgado Macedonio en Guerrero, quien ha sido acusado de agravio sexual en más de una ocasión, así como de no informar acerca de sus gastos de campaña y aún así decidió convocar a sus seguidores en un intento de imponer su candidatura a pesar de que fue retirada.
Hoy más que nunca, los mexicanos debemos continuar preservando nuestros valores democráticos y rechazar las embestidas dogmáticas y oportunistas que siguen prevaleciendo en nuestra vida pública.
Le costó demasiado a millones de mexicanos poder contar con una democracia quizá no sólida (de momento), pero todavía viva y respirando por fortuna, como para volver la vista hacia atrás en una retrospectiva del priismo hegemónico.
Defender al INE es defender a nuestra democracia y a uno de sus pilares. La ofensiva gubernamental debe claudicar.