Chihuahua, Chih.
“Lealtad al país siempre. Lealtad al gobierno cuando se lo merece.” Mark Twain. Escritor norteamericano (1835-1910)
La semana pasada, la discusión acerca de si la Guardia Nacional debe pasar a estar bajo la tutela del Ejército, inundó los titulares.
Y es que, mientras, en la Cámara de Diputados, la propuesta pareció tener carta blanca –con la sorpresiva venia tricolor- y pasó; pero sufrió un sorpresivo atorón en la Cámara de Senadores, donde la alicaída alianza “Va por México” asemejó haber continuado, más allá de las tensiones entre Alito Moreno y Marko Cortés.
Al ver este escenario, germinó en el señor Presidente una idea que, personalmente me parece buena: preguntarle al pueblo de México en su conjunto, si desea que la GN sea endosada a la Secretaría de la Defensa Nacional; o si, en su defecto, opinan que debe ser bajo el mando del civilismo policiaco.
Como lo esgrimo, me parece una buena propuesta.
Aunque algunos expertos en seguridad puedan alegar que las y los ciudadanos desconocemos los pormenores legales y las implicaciones en la materia; sí podemos percibir el actuar de las corporaciones en su actuar cotidiano.
Y eso, a mi juicio, abona positivamente para que las personas que conformamos este país, podamos opinar, de manera positiva o negativa.
A este respecto, debo decir que las posiciones se han polarizado y encontrado.
Mientras la oposición (PAN, PRD, ¿PRI?) ha dispuesto que el gobierno desea “militarizar al país” (sic). El grueso del oficialismo y sus representantes (MORENA, PT, PVEM) han defendido la estrategia de seguridad emanada del gobierno federal.
Lo curioso que se presenta es el viraje ideológico, pues, en el pasado reciente, los que hoy ocupan el lugar de opositores defendieron el arribo de la milicia nacional a los asuntos de seguridad. En tanto que, la izquierda en su conjunto, históricamente tuvo una cierta animadversión a las fuerzas armadas. Ahora el quid es que las posiciones se han intercambiado y, ahora, las FF.AA. se han tornado en baluartes de la 4T; mientras la oposición defiende con vehemencia la conformación de cuerpos policiacos civiles ¡Para Ripley!
Ateniéndonos a la estadística, algunos estudios han demostrado que más de la mitad de la población nacional estaría conforme con la eventual adscripción de la GN al mando del ejército.
Quizá, por eso, el gobierno federal, en la persona del Presidente López Obrador y el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López; se esté aventurando en la confección de dicha consulta, pues, saben, a priori, que el pueblo de México apoyará su moción ¡No quedan dudas de que el Presidente es un excelente intérprete del sentir social, así como un eficaz ajedrecista político!
Aunado a ello, la historia parece jugar del lado de la narrativa oficial –y social-; y en contra de los planteamientos oficialistas.
Esto porque, históricamente, las FF.AA. han contado con el aprecio de la población mexicana (no obstante episodios oscuros en su historiografía contemporánea), mientras las policías han concitado el temor y el desprecio de amplios sectores.
Tan sólo yendo al México moderno, las denominadas policías civiles, que hoy defiende tanto la oposición, tuvieron más sombras que luces en el pasado remoto y reciente. Y, aunque en los últimos tiempos han tendido a la profesionalización y a una mejor selección de sus cuadros; el camino para llegar ahí fue largo.
Tan sólo las policías judiciales (estatal y federal), brazos armados de las también casi extintas procuradurías, concitaban más desconfianza que aprecio popular, pues tenían fama de un actuar que reunía conductas tan reprobables como la corrupción, la tortura a inocentes y disidentes, así como la colusión con la delincuencia en diversos casos.
La mala percepción era tan alta, que, el primer gobierno de la alternancia –el de Vicente Fox- tuvo el acierto de fortalecer la novel Policía Federal Preventiva (PFP) que había sido fundada en los albores del zedillismo; desapareciendo la Judicial y transformándola en la naciente AFI (Agencia Federal de Investigaciones).
Aunque, al inicio, se trató de hacer una real transformación y de dejar a la extinta PJF como un mal recuerdo de los tiempos del PRI, la idea se transformó en un rosario de buenas intenciones. Si bien, el spot que la promocionaba, a inicios del 2000, la pintaba como un ente policial a la altura del Buró Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés) y a la Scotland Yard (la policía británica), en la praxis, la AFI terminó repitiendo los vicios que ya cargaba la judicial.
Se virtió vino nuevo en odres viejos, cuando gente tan cuestionable como Genaro García Luna y sus allegados, hicieron mella en dichas instituciones.
Una suerte similar corrió la también extinta Policía Federal (perdió el calificativo de “preventiva” durante el calderonismo), pues, aunque estaba bien equipada y entrenada, diversos mandos cuestionados, mancillados por la corrupción, mancharon su devenir.
De ahí que el Presidente López Obrador haya decidido desaparecerla, resucitando la vieja SSP que habían desaparecido los priistas. La paradoja es que, algunos de sus integrantes, recalaron en la 4T, destacadamente Omar García Harfuch (hoy Secretario de Seguridad de la CDMX) y Manelich Castilla (quien fue Comisionado Nacional del desaparecido ente; y a la sazón es Secretario de Seguridad de Quintana Roo, nominado por el nuevo gobierno morenista), lo cual hace notar los claroscuros prevalecientes en la extinta institución.
En suma, creo que la GN es una buena institución y tiene futuro; pero también posee retos colosales por delante.
Coincido en la opinión popular en que la adscripción de la GN al ejército resultaría relevante, pues, el fuero militar es mucho más duro que el civil. De ahí que el Presidente esgrima con insistencia la coartada de la corrupción para la cristalización de su acción.
Sin embargo, en esta buena acción observo un punto criticable: en palabras del Presidente López Obrador, quien organizaría la consulta sería el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Esto, porque, en el Presupuesto de Egresos de la Federación, el INE sufrirá una considerable reducción presupuestaria; y, como AMLO ya adujo de que no contemplaría darles una partida extra (para la realización de la consulta en mención), el Lic. Adán López podría ser el organizador, juez y parte, del proyecto plebiscitario.
Con respeto, pero no me parece esa asignación.
Creo que, si la consulta tiene lugar –como esperaría que así fuera-, la organice el INE, que tiene toda la experiencia del mundo en menesteres electorales, y no la SEGOB, entre cuyas facultades no está la organización de comicios y consultas.
La historia nos lo ha dicho: Gobernación no debe contar los votos.
Para algo se crearon los actuales organismos, los cuales dan certidumbre y neutralidad al derrotero electoral.
Es mi humilde opinión.