Chihuahua, Chih.
Primera parte
El idealismo es un conjunto de teorías filosóficas diversas, según las cuales el reino de las ideas constituye una existencia aparte más importante que el mundo tangible. Sus orígenes tienen larga data, desde Platón y Kant.
En esta primera parte, abordaremos dos corrientes filosóficas que surgieron a mediados del siglo XIX en Francia e Inglaterra con el nombre de positivismo, fundado por Augusto Comte y John Stuart Mill y el empiriocriticismo, -- conocido también como “Experiencia crítica” y “Machismo”, creado por Richard Avenarius y Ernest Mach.
Desde el punto de vista de sus raíces sociales, el positivismo responde a los intereses de la clase de la burguesía, que después de las revoluciones europeas de 1848, se convierte en una clase reaccionaria.
Su función social, desde el punto de vista cognoscitivo e ideológico, es contradictorio. De un lado, el positivismo se declara parte del conocimiento positivo del mundo y en contra de las elucubraciones idealistas “puras” de la filosofía metafísica. Y por otro, negaba la concepción filosófica del mundo y arremetía contra el materialismo y las “desmesuradas pretensiones de la verdad objetiva”.
Contradicción ésta, que responde en última instancia, a los intereses del sistema capitalista, el cual, a pesar que requiere de las ciencias-- sobre todo de la naturaleza--, está interesado en que no deriven filosóficamente en una “concepción científica del mundo” r.
Retomando los planteamientos agnósticos de Hume, Comte declara que el conocimiento no puede penetrar en la esencia de los fenómenos, por lo que negaba la posibilidad de su explicación científica y reducía el papel de las ciencias a la deducción de los fenómenos secundarios.
Al igual que Comte, la teoría del conocimiento de Spencer tiene premisas teóricas de la tesis de que “la forma del ser …son absolutamente incognoscibles en su esencia” (Dynnyk. Historia de la filosofía. T. III. Pág. 366. Ed. Grijalbo. México.) premisa que le sirve de base para tratar de conciliar la ciencia y la religión.
Pretendiendo asentar la religión en la ciencia, Spencer argumenta que el propio desarrollo de la ciencia conduce hacia “misterios no resueltos”, lo que, según él, son el último paso de la ciencia y el primero de la religión.
Para el positivismo de Spencer, la materia y sus formas fundamentales de existencia eran “símbolos” de realidades ignoradas, ya que, como conocimientos contradictorios, no pueden proporcionar un conocimiento efectivo de la realidad.
Este planteamiento fue retomado posteriormente por el neopositivismo teniendo como base los criterios de veracidad que para Spencer eran: la identidad entre el pensamiento expresado y la representación contenida; la ley de la no contradicción en el pensamiento y, el principio del “menor esfuerzo”, que en especial retoma el empiriocriticismo.
La segunda representación histórica que reviste estas corrientes anticientíficas, es el empiriocriticismo o machismo, que se desarrolla a fines del Siglo XIX y principios del XX.
El empiriocriticismo profundiza el idealismo subjetivo y el agnosticismo de sus predecesores. Esto se ve claramente al analizar su posición ante los descubrimientos ocurridos en la física antes del Siglo XIX.
Lenin, en su obra Materialismo y empiriocriticismo, que publicó en 1909 y marcó una nueva época en el desarrollo de la filosofía del materialismo dialéctico, adujo que esta corriente debe ser apreciada desde varios enfoques.
Uno de ellos consiste en tener en cuenta “la ligazón individual de la doctrina de Mach con una escuela determinada dentro de una de las ramas de las ciencias naturales modernas…una minoría de los nuevos físicos, bajo la influencia del desquiciamiento de las viejas teorías por los grandes descubrimientos de los últimos años, bajo la influencia de la crisis de la nueva física, que vigorosamente ha hecho resaltar la relatividad de nuestros conocimientos, ha caído, por no conocer la dialéctica, a través del relativismo en el idealismo”.
Esto explica que la filosofía idealista de Mach --que provocó de inmediato una dura oposición de la mayoría de los naturalistas, cuya posición era materialista--, aumentara sus adeptos después de que la física entrara en crisis.
En ese contexto las fluctuaciones relativistas surgieron de cierta parte de los investigadores, lo que dio la impresión que la filosofía subjetivista y relativista de Mach, resolvía acertadamente las dificultades con las que los científicos habían tropezado y que el materialismo mecanicista no pudo superar.
En aquel entonces, las ideas de Mach se pusieron de moda y fueron presentadas como la filosofía de las ciencias naturales modernas; en este sentido, el machismo fue expresión y manifestación de la crisis producida por la física.
Si vemos particularmente en qué consistió la crisis de la física y las conclusiones gnoseológicas –que se derivaban de ciertas tesis y de descubrimientos generalmente conocidos—observaremos que a fines del Siglo XIX y principios del XX, la física se había desarrollado sobre bases mecánicas. Sin embargo, en esa época se amplió el conocimiento sobre el átomo y su estructura interna. Esa revolución de la física tiene dos interpretaciones: la materialista dialéctica y la idealista.
Mach y Avenarius, como todos sus seguidores, planteaban que los nuevos descubrimientos demostraban que la interpretación de Engels sobre la naturaleza había entrado en crisis. Esbozaban que Engels se había basado en la física clásica y, puesto que ésta había entrado en crisis, también el marxismo lo estaba.
Lenin respondió que de ninguna manera se podía hablar de la crisis del marxismo, ya que no es un sistema cerrado sino abierto y los nuevos descubrimientos, ampliaban y enriquecían la concepción marxista del mundo.
El propio Engels señaló desde mucho antes que “la forma del materialismo tiene inevitablemente que modificarse con todo descubrimiento que se haga en cada época, incluso en el terreno de las ciencias naturales”.
La interpretación idealista de los nuevos descubrimientos planteó que “la materia desaparece”, es decir, identificaban la categoría filosófica de la materia con formas concretas de su manifestación. Todo esto lo llevó a la negación de la existencia de la realidad objetiva, al idealismo y agnosticismo.
Profundizando en esto, Lenin señalaba que la expresión “la materia desaparece” podría interpretarse, en todo caso de la siguiente manera: “Quiere decir que el límite hasta el que conocíamos la materia hasta ahora, se esfuma, y que nuestro conocimiento se profundiza; desaparecen propiedades de la materia que anteriormente nos parecían absolutas, primarias, inmutables (impenetrabilidad, inercia, masa, etc.) y que hoy se revelan como relativas, inherentes sólo a ciertos estados de la materia. Porque la única propiedad de la materia con cuya admisión ligado al materialismo filosófico, es la propiedad de ser una realidad objetiva, la de existir fuera de nuestra conciencia”
Los machistas absolutizaban el aspecto relativo del conocimiento y a través de esto caían en el idealismo. En cambio, el materialismo dialéctico plantea que entre lo absoluto y lo relativo existe una relación dialéctica.
A este respecto, Lenin señaló: “Ser materialista significa reconocer la realidad objetiva, que nos es descubierta por los órganos de los sentidos. Reconocer la verdad objetiva, es decir, independientemente del hombre y la humanidad, significa admitir de una manera o de otra la verdad absoluta”.
Y agrega:
“El pensamiento humano es, por naturaleza, capaz de darnos y nos da en efecto, la verdad absoluta, que resulta la suma de verdades relativas. Cada fase del desarrollo de la ciencia añade nuevos grados a esta suma de verdad absoluta; pero los límites de la verdad de cada tesis científica son relativos, tan pronto ampliados como restringidos por el proceso ulterior de los conocimientos”.
Antes de concluir esta breve exposición sobre las distintas formas que ha revestido el positivismo, es conveniente que abordemos los tres principios teóricos-metodológicos del empiriocriticismo, los cuales, siguen siendo el punto de partida del neopositivismo, aunque con matices diferentes como veremos más adelante, en la segunda parte de esta colaboración.
La depuración de la experiencia
Lenin, en su libro materialismo y empiriocriticismo pone al desnudo la posición idealista subjetiva y agnóstica del Machismo, a pesar de que éstos utilizaban una terminología confusa, con la que tratan de ocultar el carácter reaccionario de su filosofía.
Por ejemplo: Los machistas apelaban al concepto de “experiencia”, sin que ello sea sinónimo de cientificidad. Por lo demás, la experiencia puede interpretarse desde el punto de vista materialista e idealista.
El materialismo afirma que todos nuestros conocimientos provienen de la experiencia, y al mismo tiempo, señala que a través ella el hombre conoce el mundo objetivo. En cambio, el empiriocriticismo, admite que el conocimiento proviene de la experiencia, pero niega que dicha experiencia tenga un contenido objetivo.
Los filósofos de esa corriente sostienen que la experiencia no tiene relación con el mundo objetivo, sino únicamente con sensaciones, percepciones y representaciones, al estudio de los cuales hemos de limitarnos.
Lenin señaló que los empiriocriticistas absolutizaban el modelo idealista de Kant y dejaban de lado sus posiciones materialistas, esto es, planteaban que debemos tener sólo en cuenta la relación sujeto-sensaciones, por lo que no tiene sentido, según ellos, buscar lo que hay detrás de las sensaciones. En concreto, no toman en cuenta la famosa “cosa en sí” de Kant.
Teoría de los elementos neutrales
Los empiriocriticistas utilizaron nuevos términos tratando, inútilmente, de evitar caer en el terreno del idealismo y del solipsismo (*) tal como los “elementos del mundo”. Al definir en que consisten los elementos básicos del mundo y la naturaleza que poseen, incurren en graves contradicciones, pues primero hablan de que las sensaciones (elementos) son un producto de la materia orgánica e inmediatamente después se preguntan si toda materia posee sensibilidad.
(*) Doctrina filosófica que define que el sujeto pensante no puede afirmar ninguna existencia salvo la suya propia
Reiteran que la materia no es lo primeramente dado, que lo primario son los elementos a los que llaman sensaciones. Ante este absurdo, Lenin, irónicamente, señaló: “Así que las sensaciones son lo primeramente dado, aunque están “ligados” únicamente a determinados procesos de la materia orgánica”
La diferencia entre el materialismo y el empiriocriticismo se reduce en este punto a lo siguiente: para la primera corriente filosófica la materia es lo primario y la conciencia lo secundario. La sensación está ligada solo a las formas superiores de la materia orgánica y “los cimientos del edificio mismo de la materia, sólo puede suponerse la existencia de una facultad análoga a la sensación”: (Lenin)
Para la corriente de los empiriocriticistas, los elementos (sensaciones) no era ni físicas ni síquicas; ni subjetivas ni objetivas, sino que poseían una naturaleza neutral. Para ellos, entre lo físico y lo psíquico no hay ninguna diferencia sustancial, ya que, dicen, ambos se componen de elementos homogéneos y únicamente se diferencian por el punto de vista con que sean examinados. Si los elementos se toman en relación con el sistema nervioso del hombre, son fenómenos psíquicos estudiados por la psicología. Si se ven fuera de esta relación, son fenómenos físicos y entran en el campo de estudio de la física.
Con su teoría de la neutralidad de los elementos, el empiriocriticismo pretendía superar la “metafísica” del materialismo y del idealismo. Mas al calificar las sensaciones de los elementos neutrales del mundo, entraba de hecho en la metafísica idealista, ya que postulaban los elementos (sensaciones) que son imposibles de descubrir en la experiencia que es la base de su filosofía.
La economía del pensamiento
Mach expuso su teoría “bilógica-económica del conocimiento”, utilizando por un lado la doctrina evolucionista de Darwin y el principio de Spencer del “menor esfuerzo”, afirmando que la ciencia es expresión de la función biológica de adaptación del organismo humano, y en modo alguno, reflejo de la realidad objetiva.
Para esto, se apoyó en la definición que el alemán Kirchoff había dado de la ciencia como “descripción compleja y simple” (Hay que señalar que el filosofo alemán no negaba la existencia de la realidad objetiva).
Para Mach, el principio fundamental del conocimiento científico era “la economía del pensamiento”. Desde ese punto de vista, los conceptos científicos, las fórmulas, leyes y explicaciones carecen de contenido objetivo y tienen tan poco de común con los fenómenos a que se refieren, como los signos taquigráficos con los conceptos que expresan: “son productos de la mente creados no para reflejar la realidad sino para satisfacer las necesidades del sujeto cognoscente”.
Avenarius se fue mas allá. En base a la “economía del pensamiento”, afirmaba que sólo existía la sensación. La causalidad y la materia se declaraban “eliminadas” en nombre de esa misma economía, es decir, se obtiene la sensación sin materia y el pensamiento sin cerebro.
De la misma manera, decía que las leyes de la naturaleza eran engendradas por la necesidad psicológica de los hombres, y que no expresaban vínculo objetivo alguno entre las cosas; las leyes de la naturaleza son consideradas como producto del espíritu humano, por lo que carecen de sentido al margen del hombre.
Plantean igualmente, que para la “descripción económica” de los fenómenos pueden ser propuestas—y ser igualmente válidas—teorías científicas diversas y hasta opuestas. Lo único que se requiere es que no se contradigan con los datos sensoriales y que sean suficientemente cómodas y sencillas.
Lenin se burló de la “economía del pensamiento”, referida. Señaló que “Indiscutiblemente lo “más económico” es pensar que existo sólo yo y mis sensaciones, una vez que introducimos en la gnoseología un concepto tan absurdo”.
En conclusión: Queda claro que la “economía del pensamiento” de Mach, es un principio apriorístico que es anterior a toda experiencia, lo que lleva directamente al idealismo subjetivo y, reduce y vulgariza el papel de las ciencias.
A diferencia del empiriocriticismo, el marxismo plantea que los conceptos, las categorías, son por su forma subjetivas, ideales, pero por su contenido son materiales y en movimiento. (materialismo dialéctico).