Chihuahua, Chih.
El caso del niño Luis Alejandro Alcaraz Orozco, quien ganó uno de los cuatro lugares ocupados por mexicanos para competir en la International Mathematics Competition a realizarse en la ciudad de Lucknow, India, y luego en el Mundial de Matemáticas, a realizarse en Bulgaria, desató una gama de conductas, posturas y personalidades de no pocos integrantes de la clase política local, además de develar los enormes agujeros negros en materia de educación y, otra vez, la falta de sensibilidad y de rumbo del grupo gobernante; pero no sólo, también de la totalidad de las dirigencias político-partidarias en Chihuahua.
Mostró, además, una faceta del magisterio poco resaltada, la de los maestros que, a pesar de los contratiempos, escasez de recursos y falta de instrumentos y herramientas para efectuar su trabajo lo hacen, en la mayoría de los casos, con excelencia.
Alejandro fue detectado inicialmente como un niño con déficit de atención, atendido adecuadamente por sus maestros, ubicaron que sí, que efectivamente tenía ese problema, pero generado porque es un niño superdotado, es decir, con una inteligencia muy por encima del promedio.
Sus padres y maestros lograron encauzarlo adecuadamente y llegó hasta el nivel de participante en el más elevado del conocimiento en el planeta, pero el problema es que prácticamente los gastos de su participación en los dos eventos mencionados tendrían que salir de la bolsa de sus padres, quienes no lo podían hacer.
Y recurrieron a la fórmula, la única que funciona en algunos casos y en algunas ocasiones, la ayuda colectiva y buscaron que los diputados del Congreso local actuaran merced a sus motivaciones filantrópicas.
Obtuvieron una respuesta positiva: Dos mil pesos por diputado, luego de que se corriera la noticia que habían recibido solamente, del total del Poder Legislativo, mil 400 pesos. En honor a la verdad no era cierta esa información pero la respuesta de los diputados sí concitó el enojo de miles.
Lo ocurrido mostró la escasa perspectiva de los diputados para diagnosticar un problema y proponer soluciones desde su ámbito, el del legislativo, en lugar de eso actuaron como damas de la caridad, entregando unos cuantos pesos para beneficiar a quienes, menesterosos, se los solicitan.
¿Por qué no, como Poder Legislativo le exigieron un informe a la Secretaría de Educación, al tiempo que le hicieran un exhorto para que atendiera todo lo relacionado con los viajes de Alejandro, para que dejara de ser un asunto familiar, para que se convirtiera, como lo es, un asunto del gobierno chihuahuense y hasta nacional pues la representación es de esa magnitud.
Por su parte, el gobierno del estado no emitió declaración alguna, como si el asunto no fuera de la competencia de la Secretaría de Educación y que diera motivos para hacer un estudio acerca de los niños con déficit de atención y poner en marcha un programa especial de educación, con la creación de un centro de, llamémoslos así, los niños genios de Chihuahua y que se convirtiera en la punta de lanza de un profundo cambio de la educación en nuestra entidad.
Pero nada de eso ocurrió, al contrario, un periodista (Fernando Quintana) y una diputada (Liliana Ibarra, del PAN), ambos de Juárez, nos enseñaron precisamente lo contrario, la falta de educación, las groserías, lo vulgar y el uso escatológico del lenguaje y del poder público para que, incluso, la legisladora amedrentara, amenazara a quienes se montaron en el insulto del periodista Quintana a los diputados, quien, por otra parte, fue visto con simpatía en las redes sociales, luego de difundir una falsa noticia.
Y tal suceso se da coincidentemente con la información de que 3 mil 779 jóvenes fueron rechazados por la Universidad Autónoma de Chihuahua para continuar estudios de licenciatura, ellos representan al 40% de quienes presentaron examen de ingreso, luego de pagar una muy elevada cifra para tener derecho a que los examinaran.
Por eso estamos como estamos.