Pobreza y miseria

Pobreza y miseria 12 de octubre de 2017

Francisco Javier Pizarro Chávez

Chihuahua, Chih.

No es lo mismo lo gordo que lo parido, me dijo hace muchos años , Manuel Amaya, líder de jornaleros agrícolas y fundador del Ejido Manila en la Laguna, durante la época de la Reforma Agraria de Lázaro Cárdenas.

La frase se me hizo curiosa y la grabé en mi memoria, pero debo confesar que en principio la asumí como un simple dicho popular.

No fue sino hasta muchos años después que entendí el significado del mismo.

Hoy quiero compartir con ustedes en esta cápsula editorial, amables radioescuchas, el significado y profundidad sociológica de este dicho a partir de dos conceptos que en la percepción pública se consideran sinónimos, sin serlo.

Me refiero a los de Pobreza y Miseria.

La pobreza es y ha sido ponderada durante siglos, como la falta de recursos e ingresos pecuniarios suficientes para adquirir productos y bienes que satisfagan las necesidades básicas de una persona y su familia.

El nivel de pobreza se mide fundamentalmente en función de los ingresos obtenidos por los trabajadores de la ciudad y jornaleros del campo, teniendo como referente la tasa salarial vigente en las zonas urbanas y rurales de cada entidad y región.

En la actualidad, concretamente a partir del 2002, se han agregado otros indicadores adicionales a los del ingreso per cápita, como el rezago educativo promedio en el hogar, la calidad y espacio de las viviendas, los servicios básicos de agua potable, drenaje, luz, el acceso a la salud y la seguridad social, la alimentación y grado de cohesión social.

Los que no cuentan con estos servicios y su ingreso se mantiene por debajo del valor de la canasta alimentaria, se incluyen en la pobreza extrema.

Según los cálculos que hace Coneval, con el índice Nacional de Precios al Consumidor, la línea de bienestar es de 2 mil 542 pesos mensuales en las zonas urbanas y mil 614 pesos en las rurales.

La miseria, por el contrario, es el submundo, no de la pobreza como luego se dice, sino de la condición humana.

Ya no se trata solo de la carencia de bienes materiales para sobrevivir, sino ante todo de la degradación de la persona, de su pérdida de valores, respeto a sí mismo y sus semejantes, de su falta de dignidad, de su ambición, egoísmo e individualismo.

No es por tanto una condición humana diferente entre ricos y pobres. Tan honestos como miserables pueden ser unos y otros.

El negocio ilícito del narcotráfico, que involucra lo mismo a gente humilde como a empresarios, políticos y autoridades policiales, es una muestra clara de que ni el status económico o condición social determina la conducta social y el comportamiento moral.

La miseria humana no tiene una línea divisoria entre pobres y ricos, sino entre bondad y maldad, trabajo y pereza, honestidad y deshonestidad, comunidad e individualismo.

Es igual de miserable quien le roba a su propia madre el escaso dinero obtenido por ella después de una larga jornada de trabajo para comprar droga, que el funcionario corrupto que se roba el dinero del erario, así como el multimillonario que evade el pago de impuestos, para poner solo un ejemplo comparativo.

Espero haber explicado la diferencia entre pobreza y miseria para que no se deje confundir, entre “lo gordo y lo parido”, como decía mi amigo lagunero que en paz descanse.

Una cosa es ser pobre y otra muy diferente miserable ¿Está usted de acuerdo?

Francisco Javier Pizarro Chávez

Periodista y analista político.